Relaciones Generalitat-Estado

Sánchez y Aragonès: una relación de 4 años con altibajos y beneficios mutuos

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Pedro Sánchez y Pere Aragonès este jueves en el Palau de la Generalitat.

Pedro Sánchez y Pere Aragonès este jueves en el Palau de la Generalitat. / David Zorrakino / Europa Press

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Pedro Sánchez y Pere Aragonès se reunieron el pasado jueves en el Palau de la Generalitat en un encuentro que sirvió para suscribir cinco pactos y abrir un nuevo ciclo de relaciones entre los dos gobiernos. Sin embargo, la relación entre los dos presidentes no es nueva, sino que viene de lejos. De hecho, este diciembre se cumplieron cuatro años de su primer encuentro. En este tiempo, han celebrado cinco cara a cara y se ha forjado una relación con altibajos, pero con beneficios mutuos.

Un inicio furtivo

Su primer encuentro, el 1 de diciembre del 2019, fue furtivo. Muy pocos lo sabían y no se dio a conocer hasta al cabo de un mes. Se citaron en la Moncloa para empezar a encarrilar el pacto entre ERC y el PSOE para la investidura de Sánchez con la que se crearía la mesa de diálogo. Para que nadie sospechara de su viaje a Madrid -es difícil pasar desapercibido en el AVE o en el puente aéreo- Aragonès se organizó una reunión con el grupo de ERC en el Congreso el día 2. Fue para despistar. La cita importante, era el día anterior. ERC y el PSOE llevaban años dándose la espalda, pero se necesitaban. Los socialistas para investir a Sánchez y los republicanos para intentar sacar el 'procés' de los tribunales. "Ese día no es que rompiéramos el hielo, ese día rompimos un iceberg", explica una fuente republicana conocedora de aquel encuentro.

Aragonès era entonces vicepresidente del Govern, pero en realidad oficiaba de líder de ERC porque Oriol Junqueras estaba en la cárcel y Marta Rovira en Suiza. Aquel día en la Moncloa también estuvieron dos de los que entonces era los más estrechos colaboradores de los presidentes, Iván Redondo y Raül Murcia. "Había mucha desconfianza, pero la alternativa era el bloqueo", rememora un dirigente de ERC. Las bases de la relación quedaban puestas.

Dos presidentes y unos indultos

Si algo complicó la relación en sus inicios es que Aragonès aún no era presidente de la Generalitat, sino vicepresidente. Eso hacía que entre él y Sánchez, protocolariamente, hubiera un Quim Torra poco partidario del diálogo entre gobiernos y de dar alas a la estrategia negociadora de ERC. Eso, y también la irrupción de la pandemia, dificultó reunir la mesa de diálogo, que estuvo congelada más de un año entre su primera reunión -26 de febrero de 2020 Madrid- hasta la segunda -15 de setiembre de 2021 en Barcelona-.

Esta parálisis complicó la vida a Esquerra, que tuvo problemas para justificar sus pactos con el PSOE. "Con Sánchez todo son buenas palabras, pero no siempre cumple. Es afable y correcto, pero siempre desde la desconfianza", resume un cargo de la Generalitat. Pese a los obstáculos, las relaciones entre el PSOE y ERC empezaron a dar sus frutos. Los socialistas obtuvieron el primer apoyo republicano a unos presupuestos generales en más de una década, mientras que ERC veía como se aprobaban los indultos y los líderes independentistas salían de la cárcel. Además, Aragonès se convirtió en presidente y eso facilitó la interlocución. Hubo dos reuniones muy seguidas, en junio de 2021 y en septiembre de ese mismo año. La relación se consolidaba.

Sánchez y Aragonès en la Moncloa en la primera reunión del segundo como presidente.

Sánchez y Aragonès en la Moncloa en la primera reunión del segundo como presidente. / David Castro

Pegasus lo complica todo

El momento más delicado llegó el 18 de abril de 2022, cuando la revista 'The New Yorker' publicó que una sesentena de independentistas habían sido espiados con el programa israelí Pegasus. Aragonès tenía difícil seguir defendiendo el diálogo con un Estado que, presuntamente, espiaba a sus ciudadanos. Entre ellos, a él mismo, aunque fuera con autorización judicial. Además, la ministra de Defensa y responsable política del CNI, Margarita Robles, avaló de forma encendida las escuchas. Pero también este obstáculo en su relación con Sánchez quedó atrás, entre otras cosas porque el presidente del Gobierno también fue espiado y no quedó claro si en toda esta historia era víctima o verdugo.

Lo cierto es que los dos retomaron las relaciones con una reunión en la Moncloa en julio de 2022 con el objetivo más ambicioso hasta entonces para desjudicializar el 'procés': derogar el delito de sedición, que se aprobaría en diciembre de ese mismo año. Ese mismo mes, ERC contribuiría a los terceros presupuestos estatales en tres años.

Una nueva oportunidad

Si la relación entre Sánchez y Aragonès ha funcionado no es porque se hayan caído mejor o peor, aunque mantienen un trato fluido y el jueves pasado los dos coincidieron en lo cordial que había sido su encuentro. Si ha funcionado es por interés mutuo. Sánchez ha podido disponer durante cuatro años de los votos de ERC para gobernar con una cierta estabilidad y Aragonès ha obtenido avances en la desjudicialización como los indultos, la derogación de la sedición y la tramitación de la amnistía.

En teoría, este esquema de intercambios debería mantenerse en la próxima legislatura, pero de nuevo habrá obstáculos que sortear. El primero, que ERC debe compartir con Junts protagonismo en el Congreso -los dos grupos son decisivos-, lo que resta parte de la fuerza que han tenido los republicanos en el período 2019-2023. El segundo, que está por ver hasta qué punto Sánchez puede seguir negociando concesiones a Aragonès -Rodalies, Ingreso Mínimo Vital o la ley del plurilingüismo- sin mermar las aspiraciones de Salvador Illa (PSC) de ser el próximo presidente de la Generalitat.

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