Juntos en la sede del PSC

Illa, Montilla y Zapatero: tres relaciones distintas con la (pos)Convergència

Zapatero e Illa reivindican el papel conciliador del PSOE frente a los que agitan el "miedo" a la ruptura

Aragonès avisa a Bolaños de que la negociación de investidura "está encallada" y exige avances

Sánchez pedirá aval previo sobre la amnistía a las bases del PSOE para tener carta blanca con ERC y Junts

¿Investidura o elecciones? El pronóstico

Los expresidentes José Luis Rodríguez Zapatero y José Montilla, en el acto de este viernes en la sede del PSC

Los expresidentes José Luis Rodríguez Zapatero y José Montilla, en el acto de este viernes en la sede del PSC / DAVID ZORRAKINO / EUROPA PRESS

Sara González

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"Me gusta escuchar a quien no piensa como yo", admite el expresident José Montilla justo cuando se acerca al termo del café. Demasiado tarde, ya no hay café para todos en una jornada de seminario sobre Unión Europea y América Latina en la sede del PSC que coincide con el sexto aniversario de la DUI y a un mes exacto de que se agote el tiempo para que Pedro Sánchez amarre los apoyos para su investidura. Acaban de hablar José Luis Rodríguez Zapatero y Salvador Illa, pero la frase la suelta al ser preguntado por su presencia el miércoles en la conferencia del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, en el Palace. Es una filosofía que le ha servido para tener hoy interlocución con dirigentes de Junts pese a que a él le tocó lidiar con CiU cuando estaba en primera línea. Entonces la sala de mandos de los socialistas catalanes estaba en la calle Nicaragua y no en Pallars, donde este viernes Montilla ha callado más que hablado junto al ministro Félix Bolaños para ceder el protagonismo al expresidente del Gobierno y al aspirante a presidir la Generalitat, con permiso del ministro de Exteriores, José Manuel Albares.

Un cónclave de dirigentes todos ellos con una relación distinta, pero relación al fin y al cabo, con la órbita de la posconvergencia. Las negociaciones de la investidura y el nombre de Carles Puigdemont lo sobrevuela todo pese a que solo Zapatero haga mención directa a esa incertidumbre y al nombre del líder moral de Junts. "La necesitamos", dice clavando la mirada en la fila de autoridades. Bolaños, uno de los principales negociadores, viene de encajar la denuncia pública del president Pere Aragonès de que la interlocución va un poco como los trenes que pide que le traspasen: al ralentí, tarde y con riesgo de no llegar a destino.

La esperanza en Waterloo

La aspiración de los socialistas es que Waterloo "arrastre de nuevo a la política" a los herederos del partido que en su día lideró Artur Mas y que fue capaz, como jefe de la oposición en Catalunya, de pactar el Estatut con la Moncloa en 2009 muy a pesar de ERC, pero también de Montilla, entonces al frente de un segundo tripartito que el PSOE había tratado de impedir para poner freno al que fue bautizado como el Govern 'Dragon Khan'. Aquella 'sociovergencia' Madrid-Barcelona que puenteaba el PSC y hacía añicos la promesa de Zapatero de apoyar la reforma de la ley que pactara el Parlament, escoció entonces; pero es ahora una alianza por la que rema un Salvador Illa en total simbiosis con la estrategia de Sánchez.

"Solo Puigdemont puede lograr que Junts vuelva al tablero", sostienen entre bambalinas en el PSC. Dos años antes de una foto en la que participó también Josep Antoni Duran i Lleida, el mismo president había advertido a Madrid del riesgo de un "desapego" que se dispararía tras la sentencia del Tribunal Constitucional y la crisis económica, que acabarían desbrozando el retorno de CiU al Palau de la Generalitat en 2010 y el auge independentista que ha marcado la última década.

El político "revelación"

Incluso cuando la travesía por el desierto cambió de bando, Montilla no rompió nunca vínculos con Convergència y con los dirigentes que se reubicaron en el PDECat primero y en Junts después, Puigdemont incluido. Tampoco Zapatero, cuyo nombre ha puesto encima de la mesa Sumar como posible mediador entre Sánchez y los independentistas para ligar la mayonesa de la investidura. El agradecimiento que ha hecho el expresidente del Gobierno a su coetáneo en su día en la Generalitat ha sido fugaz en comparación a los elogios en los que se ha deshecho con Illa, a quien ha definido como el político "revelación" que va camino de convertirse en "el más importante de la década" en España.

De la mano del exministro de Sanidad el PSC ha recuperado fuelle en Catalunya hasta volver a llevar al partido a ganar las últimas catalanas, municipales y generales. Sin embargo, los bloques hace dos años no se habían roto todavía, por lo que el dirigente que desbancó como presidenciable a Miquel Iceta se ha dedicado a pico y escarpa a desbrozarse el camino para que la enemistad entre ERC y Junts los convierta en potenciales apoyos para alcanzar la Generalitat. Illa fue el artífice del polémico pacto de la Diputación de Barcelona entre el PSC y el PDECat en 2019 que puso esa semilla. Y meses más tarde estaba también en la cocina que acabó con ERC permitiendo la investidura de Sánchez a cambio de una mesa de diálogo y él como ministro de Sanidad. Ya como jefe de la oposición en el Parlament, tanto ha aprobado los presupuestos de Aragonès como operado con Junts para que los republicanos muerdan el polvo a costa de su minoría.

Sin embargo, Illa no ha hablado nunca directamente con Puigdemont ni ha considerado que tenga necesidad de hacerlo, pese a que está en contacto con la cúpula de Junts. Dejó claro en su viaje a Bruselas de hace dos semanas que ese no era un rol que le tocara a él y, a su vez, el expresident lo ha rechazado como interlocutor. Por contra, el único en la sala que últimamente se ha llevado una alabanza del expresident es Albares, que ha vuelto a sostener que la oficialidad del catalán en la UE está "cerca". Ese desdén a Illa no quita que Sánchez se haya coordinado para que no se pacte nada sobre Catalunya que no tenga el visto bueno del líder del PSC. Con el precedente de lo vivido por Montilla y con unas elecciones catalanas en poco más de un año, la cúpula de Pallars no habla en estos momentos de ninguna reforma del Estatut, además de rechazar todo formato de referéndum. "El PSC va a tener años para disfrutar", ha pronosticado Zapatero.

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