Vista en Londres

"Rechace desestimar sumariamente la demanda y que Juan Carlos I firme un escrito de defensa"

Cuarta y última sesión sobre las objeciones previas del rey emérito a su examante Corinna zu Sayn-Wittgenstein, que urge a la jueza Collins a resolver con celeridad

Corinna llega al Tribunal de Londres para la vista previa del juicio con el rey emérito

Ernesto Ekaizer

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La cuarta y última jornada de esta ronda de audiencias convocadas para examinar las cuestiones previas planteadas por la defensa de Juan Carlos I ante la demanda civil (acoso, vigilancia ilegal y difamación) de su examante Corinna zu Sayn-Wittgenstein terminó este viernes 21 de julio con una exhortación a la juez Rowena Rice Collins: deniegue la desestimación sumaria (strike out application) de la demanda que pide Juan Carlos I, ratifique la jurisdicción británica, acuerde que el rey emérito firme su escrito de defensa sobre los hechos para tramitar este procedimiento (case management) a juicio.
En su exposición, el abogado ante el tribunal ('barrister') Andrew Green, señaló que, en efecto, Juan Carlos I no ha presentado hasta ahora un escrito de defensa ante los hechos que le imputa Corinna. En los escritos, sus abogados niegan el acoso. Pero no han entrado en el fondo de las acusaciones. Por ello, claro, tampoco ha presentado pruebas en contrario o testigos.
En estas cuatro sesiones, los abogados de Corinna -en estas últimas dos sesiones el barrister Green-han hecho una evaluación de los hechos entre 2012 y 2020. Aunque el presunto acoso anterior al 18 de junio de 2014, fecha de la abdicación de Juan Carlos I, no puede ser sometido a juicio porque la Corte de Apelaciones le ha dado la inmunidad de Estado -los servicios que le habría prestado el general Félix Sanz Roldán, entonces director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), han sido considerados actos oficiales cubiertos por la inmunidad en tanto que Juan Carlos I era rey en ejercicio-, los abogados de Corinna invocan esas conductas como antecedentes de una presunta acción continuada de acoso que siguió y se intensificó después de la abdicación.
Ese presunto acoso, según Corinna, conoció un desarrollo importante cuando en la reunión del 12 de septiembre de 2014, celebrada entre Juan Carlos I, su abogado suizo, Dante Canonica, y la examante, en el The Connaught Hotel en el barrio londinense de Mayfair. En dicho encuentro, Corrinna fue interpelada directamente por el flamante emérito -había abdicado apenas tres meses antes el 18 de junio de 2014- para que pusiera a su disposición dinero contante y sonante de los 64,8 millones de euros que le había donado de forma irrevocable (los documentos los redactó el abogado Canonica) a primeros de junio de 2012 al cerrarse la cuenta de la fundación panameña Lucum (cuyo beneficiario eran Juan Carlos I y sus herederos, el entonces príncipe de Asturias y sus hermanas). Su negativa habría provocada la persecución para que, a fin de cuentas, le devolviera todo el dinero. Los abogados explicaron que, por tanto, no fue un regalo de Juan Carlos I sino un intento de usufructuar el dinero que le había presuntamente regalado el rey saudí Abdulaziz en 2008 a través de Corinna como mujer de paja. Una fiduciaria, vaya.

Agujero en el relato

Ahora bien, al mencionar los hechos de 2012-2014 como acoso antecedente (entrada y registro en el domicilio y oficinas de Corinna en Mónaco, en mayo de 2012, entre otros), el relato aflora sin quererlo un agujero.
Si la “visita” que recibió Corinna por parte del general Sanz Roldán en el The Connaught Hotel el 5 de mayo de 2012 -donde, según la examante, le amenazó tanto a ella como a sus hijos- formó parte del acoso, ¿por qué 30 días después, a primeros de junio de 2012, Juan Carlos I (hay que entender que con la luz verde de su asesor íntimo, el general Sanz Roldán) le transfirió 100 millones de dólares (64,8 millones de euros) a una cuenta suya en Nassau (Bahamas)?
El acoso y la donación al tiempo no encajan en el puzle. Preguntada sobre esto, Corinna suele responder que la donación irrevocable fue decidida en noviembre de 2011. Y aunque existen indicios de que así fue, ello no zanja la cuestión.
El relato de hechos que han hecho sus abogados en los últimos días reiteran la secuencia de esos hechos que, curiosamente, la defensa de Juan Carlos I no ha rebatido. El viaje de Sanz Roldán el 5 de mayo de 2012 a Londres -que indudablemente tuvo lugar por iniciativa de Juan Carlos I- encaja en el puzle no como acoso sino como una visita dirigida a formalizar el pacto de transferirle el dinero.
La realidad: después de ese encuentro en la suite del príncipe (The Prince’s Lodge), la número 518, entre el general y la examante, Canonica, siguiendo instrucciones de Juan Carlos I, transfirió los 64,8 millones de euros a una cuenta de Corinna, abierta al efecto, desde Suiza en el banco Gonet, Nassau (Bahamas).
Corinna explicó en calidad de imputada al fiscal helvético Yves Bertossa, en diciembre de 2018, que Juan Carlos I le regaló el dinero probablemente con la idea de que era la manera de recuperar la relación con ella. En sus alegaciones ante la High Court of Justice (Tribunal Superior de Inglaterra y Gales), la examante narra que después de su abdicación, las visitas a Londres de Juan Carlos I se hicieron más frecuentes y que ella colaboró con la redecoración de una casa en el barrio de Knightsbridge, junto a Hyde Park, que le había regalado el sultán de Omán (valorada en 62 millones de euros). El emérito, cierto es, consultó en su día, cuando todavía era monarca en ejercicio, la posibilidad de divorciarse de la reina Sofía, para volver a contraer matrimonio con Corinna.

Idilio menguante

Por tanto, en esta partida de ajedrez de un idilio menguante uno de los dos contendientes sabía muy bien lo que quería e hizo movimientos de ficha que provocaron que el otro se confiara sobre el desenlace final. Corinna siguió el juego al rey emérito, quien después de defraudar a la Hacienda española, entre el 8 de agosto de 2008, cuando recibió la transferencia en su cuenta de Lucum, y 2012, le dio otra vuelta de tuerca. En lugar de beneficiarse de la amnistía fiscal del Gobierno de Mariano Rajoy en aquellas fechas lo puso a nombre de quien, creía, le permitiría tenerlo a buen recaudo en un paraíso fiscal (Bahamas) y usufructuarlo.
Porqué ¿cómo el rey de España en ejercicio iba a declarar el dinero negro a Hacienda en 2012? ¿No sería la guinda para un posible final de la monarquía al trascender como inevitablemente ocurriría?
Cuando uno oye a los abogados de una y otra parte en el salón del Tribunal Superior de Justicia de Inglaterra y Gales comentar los hechos y los asuntos procesales, y a la jueza Collins Rice hacer preguntas, se pregunta si todo esto no es algo más que una nota a pie de página de la historia de la monarquía española resucitada por el dictador, Francisco Franco, en la ley de Sucesión en la Jefatura del Estado, en 1947, al constituir, después de 16 años (caída de la monarquía y proclamación de la república el 14 de abril de 1931), a España nuevamente en reino. Discuten sobre acoso, intervenciones telefónicas e informáticas, seguimientos, amenazas, fortunas que van de un país a otro y de una cuenta a otra, fraudes, y esto no ha llegado a juicio todavía, es decir, falta por conocer las pruebas y los testigos.
Y la conclusión, como dice un 'barrister' de origen español a EL PERIÓDICO, casi inevitable es: “Me extraña que no hayan pactado todavía. Patético”. Pero es muy difícil pactar para Juan Carlos I (y para la Casa de su Majestad. Felipe VI por las repercusiones). “Pactar cuesta siempre. Tienen un caos grande en su defensa”, replica el 'barrister'. Ahora ya sabemos que Corinna ha puesto el precio muy alto aunque lógicamente podría rebajarlo: 146 millones de euros.
Pero es que Juan Carlos I no podía confesar que había defraudado y mantuvo la fortuna fuera -a mal recaudo por lo que se ha podido ver- y tampoco puede pactar con Corinna.
Aunque es cierto que finalmente se vio obligado a pagar a Hacienda cinco millones de euros para regularizar su fraude, marchar a Emiratos Árabes Unidos (EAU) y obtener su domicilio fiscal allí.

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