Elecciones Generales del 23J

Yolanda Díaz apuesta por un feminismo pragmático frente al perfil duro de Irene Montero

La líder de Sumar rehúye las batallas identitarias para buscar un planteamiento de mayorías

Yolanda Díaz en la presentación de candidaturas de SUMAR.

Yolanda Díaz en la presentación de candidaturas de SUMAR. / EFE

Ana Caban

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Feminismo de amplio espectro frente a la batalla identitaria de Irene Montero. Yolanda Díaz se aparta de la senda abierta por el Ministerio de Igualdad y afronta una campaña electoral donde el papel de la mujer será uno de los grandes ejes, pero en un sentido más material y distanciado de debates ideológicos. La líder de Sumar quiere evitar la extrema polarización que se ha abierto en torno a las políticas de Igualdad en los últimos meses y abogará por un feminismo de mayorías que se traduzca en propuestas que afecten directamente al día a día de la mujer. 

La igualdad retributiva de las mujeres, su reconocimiento en el ámbito profesional y a nivel social o la mejora de la conciliación son algunas de las medidas abanderadas por la líder de Sumar, que rehúye de las guerras culturales que ha protagonizado el movimiento feminista para centrarse en la base económica y material de la mujer en la sociedad. Un planteamiento centrado en propuestas concretas, más allá de las pugnas de corte ideológico. 

'El país de las mujeres' se dibuja como un eje de campaña para Díaz, que se reivindica como la única mujer frente a los dos principales candidatos a La Moncloa y que trata de escenificar la fuerza femenina de Sumar rodeándose de mujeres en sus principales apariciones públicas. La última tuvo lugar esta semana con la presentación de los candidatos de Sumar, donde se cuidó de llegar al acto seguida de un grupo de candidatas

En el propio lanzamiento electoral de Sumar en Magariños, la dirigente ya lo expresó con claridad: “Quiero ser la primera presidenta de España”. Casi cuatro meses después de aquella cita, Díaz lo ha vuelto a repetir, pero con un matiz: "quiero ser la primera presidenta verde de mi país". Esta baza, que será una constante en la carrera hacia las urnas, se ha hecho patente con la polémica en torno a los debates de Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo de las últimas semanas, donde Díaz ha tratado de ganar protagonismo dibujándose como la alternativa frente a “dos señores”.

"España es mucho más que un debate entre dos señores”, defendió Yolanda Díaz en un acto hace dos semanas. “Los hombres y mujeres de este país esperan más”, “los grandes avances que hemos conseguido estos años los hemos conquistado con pluralidad y cooperación”. 

Huir del feminismo de trincheras

El planteamiento “en positivo” de la vicepresidenta segunda, que apela a la convivencia y colaboración conjunta, dista mucho del de la ministra de Igualdad, Irene Montero, que considera que los avances feministas son fruto exclusivo del conflicto social abierto por la mujer. Un pulso constante a los consensos para lograr nuevas conquistas.

Desde Sumar tratarán de “huir” de la defensa del feminismo de trincheras y buscarán un feminismo en el sentido amplio y que apele al 51% de la población. Una línea más próxima a la que ha ofrecido en los últimos días el presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, que llamaba a un feminismo “integrador” y acusaba a Irene Montero de dar alas a Vox con sus posiciones radicales. 

El paso de Irene Montero por el Ministerio de Igualdad se observa en la coalición con dos fases diferenciadas: la primera, más propositiva y de avances, y la segunda, marcada por la ley del sólo sí es sí, donde Montero en lugar de aceptar los errores de la norma, que provocó rebajas de penas para más de mil agresores sexuales condenados, se escudó en la defensa del feminismo para enfrentarse al machismo social y judicial que, a su juicio, eran los verdaderos responsables de todas las reducciones de condena y excarcelaciones. Un punto de inflexión que ha marcado los últimos compases de legislatura, donde Irene Montero ha quedado “escorada".

Indefinición

El problema del feminismo de mayorías es que es difícil aterrizarlo en un programa electoral, que en teoría debería esclarecer cuáles son las posiciones de Sumar en algunos de los principales debates en esta materia, como por ejemplo la postura hacia la prostitución, entre los partidarios de abolirlo o de regularla.

Ya hace un año se produjo una importante brecha en este asunto dentro de Unidas Podemos en la votación de una ley del PSOE para abolir la prostitución. La proposición avivó las diferencias entre las distintas facciones del espacio morado. Mientras IU y Podemos se mostraron a favor de admitir a trámite esta iniciativa, los comunes mantenían sus reservas por estar en una posición más próximo al regulacionismo, al considerar que las personas que ejercen pueden convertirse en víctimas de las sanciones que se contemplan. Una situación que llevó a Yolanda Díaz a permitir libertad de voto.

La indefinición de Sumar es total en materia feminista, y ni siquiera en el grupo de trabajo de feminismos, uno de los 35 grupos puestos en marcha para elaborar el programa, está claro cómo abordar el asunto. Los documentos se intercambian entre sus integrantes, sin llegar a concretarse en una u otra posición.

Además de la prostitución, hay debates centrales como el del género, entre las consideradas feministas radicales -o históricas- que abogan porque el centro del feminismo deben ser las mujeres, que por el hecho biológico de serlo se enfrentan a una desventaja social; por otra parte está el transfeminismo, donde se encuadraría Irene Montero, que entiende que el feminismo debe ir más allá y entiende el género como una construcción meramente social.

La responsable del grupo de feminismos de Sumar, Arantxa Elizondo, directoraldel Máster de Igualdad de Mujeres y Hombres de la Universidad del País Vasco, se refería a este asunto en una entrevista en 2020. "Se han generado muchos debates sobre quién es mujer, quién tiene derecho a hacer reivindicaciones desde las mujeres, pero no creo que eso invalide ninguna posición central del feminismo. Creo que, como movimiento, sigue siendo uno. Hay que mirarlo todo desde un prisma más plural, es mucho más positivo", defendió entonces, en unas afirmaciones que a día de hoy bien podrían atribuirse al proyecto Sumar. El reto no es menor: lograr un feminismo en el que todos puedan verse reflejados.

Feminización de la política

Desde su salto en solitario a la arena política, Díaz siempre ha reivindicado el papel femenino. El primer acto de Valencia en octubre de 2021 vino a llamarse Otras Políticas, y estaba protagonizado únicamente por mujeres como Ada Colau, Mónica García o Mónica Oltra, donde proclamaron la llegada de un “tsunami feminista” a la política. El feminismo de Yolanda Díaz se parece más al que defendió entonces la líder de Más Madrid o la líder de los comuns, que vincularon el papel de la mujer con una nueva manera de hacer política frente al “ruido” y los desencuentros. La llamada feminización de la política, entendida como una manera de rebajar el nivel de confrontación y buscar más acuerdos, frente a la política del ruido, donde los hombres han tenido un mayor protagonismo histórico. 

Una posición de la que difiere radicalmente Irene Montero, que aboga por un feminismo identitario, situado en un marco de permanente conflicto frente al “mundo heteropatriarcal”... Ya hace meses estas diferencias se hicieron evidentes durante la Universidad de Otoño de Podemos, donde la dirigente de Podemos no dudó en cuestionar esta llamada “feminización” de la política que propugna Díaz. “Ejercer el poder implica conflicto”, defendía Irene Montero, que aseguraba que huir de ese conflicto suponía asumir las tesis de la “masculinidad hegemónica”.

“Muchas veces nos dicen ‘las mujeres ejercemos el poder de una manera distinta', 'en un mundo sin mujeres no habría guerras’... Porque las mujeres son de consenso, buenas palabras, sonreímos y hablamos bajito porque si gritáramos seríamos histéricas, y básicamente ejercemos el poder sin ejercerlo... Nos sentamos, cruzamos bien las piernas, somos muy agradables...”, ironizaba Montero. "Pues no. Eso no ocurre", zanjaba. "Las mujeres no tenemos una esencia que nos hace ejercer el poder diferente a los hombres”. 

La dirigente defendió a necesidad del conflicto a la hora de hacer política: “Nosotras sabemos que ejercer el poder implica conflicto con quienes no quieren que ejerzamos el poder. No se puede ejercer el poder sin conflicto, sin confrontar". "Nos podrá gustar más o menos, pero es mentira cuando nos cuentan que las mujeres cuando llegamos al poder lo hacemos de una manera distinta, más sonriente, más bonita. En realidad lo que nos están queriendo decir es ‘ponte ahí para figurar, no ejerzas realmente el poder, no te metas en los temas que son de hombres’, te dejamos ser diputada, incluso ser ministra, pero con sonrisa", argumentaba la ministra de Igualdad. "De una mujer no queda bien confrontar o plantear una idea que genere debate".