Coaliciones

Feijóo normaliza los pactos con Vox a cinco semanas de las elecciones generales

Inquietud por la falta de credibilidad a la hora de reivindicar un gobierno en solitario tras el 23J

Alberto Núñez Feijóo junto a Marga Prohens en la Junta Directiva del PP de Baleares este jueves en Palma.

Alberto Núñez Feijóo junto a Marga Prohens en la Junta Directiva del PP de Baleares este jueves en Palma. / ISAAC BUJ.

Paloma Esteban

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La primera coalición que el PP firmó con Vox se produjo hace más de un año en Castilla y León y resultó traumática para todo el partido. La sensación que quedó al ver el acuerdo, que garantizaba a los ultra por primera vez una vicepresidencia autonómica y tres consejerías (además de la presidencia del Parlamento autonómico), fue que los populares habían sido demasiado generosos. Que no negociaron bien, en gran medida por la situación de extrema debilidad interna que en ese momento vivía. En plena crisis que terminó descabalgando a Pablo Casado y abrió el tiempo de Alberto Núñez Feijóo. El dirigente gallego evitó apadrinar aquella alianza porque entendía que pertenecía a un momento anterior a su llegada a la política nacional.

Sin embargo va a ser ahora, durante su presidencia en el PP y a 37 días de las elecciones generales, cuando se consume el mayor acercamiento que ha habido nunca entre las dos fuerzas de la derecha. Este sábado, que se constituyen los ayuntamientos de toda España, quedarán firmadas más de un centenar de coaliciones, algunas en ciudades muy importantes como Toledo, Guadalajara, Burgos o Sevilla. En otras grandes capitales como Valencia y Sevilla, donde el PP ganó las elecciones del 28 de mayo, procurará gobiernos en solitario. 

Pero el goteo de pactos con Vox es un hecho y se irá confirmando también en comunidades autónomas como ya ha sucedido en la valenciana. Un pacto exprés, en tiempo récord que nadie esperaba en ninguno de los dos partidos hasta hace escasos días. Y que se precipitó después de que los ultra apartaran de la Comunidad Valenciana a Carlos Flores Juberías, condenado por violencia machista en 2002. Pactar el gobierno más simbólico del 28M ya permite al PP diluirlo con otros acuerdos en los ayuntamientos e incluso en algunos firmados con partidos diversos, que van desde Coalición Canaria hasta el Partido Regionalista de Cantabria.

Está por ver cómo sale el PP de esta operación y cómo culmina los acuerdos en Extremadura, Baleares y Aragón. Pero en este momento, ya es un hecho que los populares han normalizado los pactos con Vox.

Operación con riesgos

El propio Feijóo lo ha justificado en estos días siguiendo la máxima de que se trata del mal menor. Este jueves lo volvió a hacer en Palma de Mallorca, donde reprochó al PSOE su postura y respondió a las críticas de los acuerdos con la ultraderecha: “Sánchez decide con quién se puede pactar y con quién no. Y que esto de que gobierne el partido más votado, como propone el PP, no es democrático. O sea, que cuando pierde el PSOE hay que repetir las elecciones, y cuando el PP gana no puede pactar con nadie”, se quejó el líder conservador.

La realidad es que en muchas autonomías el único socio para el PP si quiere alcanzar el poder es Vox. La oferta de que gobierne la lista más votada, planteada por Feijóo desde hace meses y que ahora la recupera para las generales del mes de julio, implicaba un pacto global. Es decir, que el PSOE permitiera gobernar al PP allá donde hubiera ganado (en la mayoría de autonomías y una inmensa parte de los ayuntamientos) y viceversa. Al no aceptar el PSOE, la tesis de los populares queda clara: “Pactamos con Vox porque no queda más remedio”.

El vicesecretario de Organización y hombre de la total confianza de Feijóo, Miguel Tellado, fue muy claro en el día de ayer durante una entrevista en ‘RNE’: “Si Mazón ha pactado en la Comunidad Valenciana con Vox es porque el PSOE le ha obligado”, dijo. El futuro ‘president’ al mismo tiempo se justificaba en ‘Onda Cero’: “Al día siguiente de las elecciones lo primero que hice fue llamar a Ximo Puig para plantear una abstención y que el PP gobernara en solitario. La respuesta no solo fue no, sino que no se presentó”.

Los populares, que exhiben sin aparentes complejos sus pactos con Vox (en mitad de una oleada de alianzas por toda España), también insisten en que los ultra son el plan B porque el A, el del PSOE, falló.

Lo que queda por saber, como admiten algunos dirigentes populares, es la afectación que tiene la foto que dejará este sábado en ayuntamientos de todo el país y varias autonomías. La creencia en Génova lleva tiempo siendo que los pactos con Vox no influyen a sus electores, como tampoco la estrategia de agitar “el miedo a la ultraderecha” que promueve el PSOE. Lo tienen constatado y aún así el mensaje en la campaña electoral del 28M siempre fue el de conseguir “mayorías suficientes” para no depender de los de Abascal. En algunos lugares (la Comunidad de Madrid, La Rioja o el Ayuntamiento madrileño) lo consiguieron. En otros muchos, no.

Y con esos pactos firmados —lo que perseguía Vox para hacer valer sus votos ante los electores rompiendo la estrategia del voto útil que promulga Feijóo— el líder del PP afronta ahora una campaña, la del 23J, muy complicada. Recuperará el mensaje de un gobierno en solitario. Ya lo hizo esta semana en plena resaca del pacto valenciano: “Lo dije y lo digo. Quiero una mayoría suficiente para gobernar. Ese vuelve a ser mi objetivo. Dije que el 28 de mayo habría una moción de censura y el 23 de julio la volverá a haber y será la definitiva”.

En la dirección nacional apuntalan esas palabras: “Vamos a ir a por el gobierno en solitario. Igual que en Galicia durante cuatro legislaturas e igual que Juanma Moreno en Andalucía, o ahora Ayuso en Madrid”, repiten. Justo después de las elecciones generales y antes de que el debate de los pactos se abriera en canal, con un PSOE inmerso en el ‘shock’ que siempre provoca el desalojo masivo institucional, Feijóo volvió a enviar ese mensaje a los suyos: el de no conformarse ni confiarse, y trabajar cada día por conseguir un número de escaños suficiente que les permita evitar la coalición con los ultra.

El objetivo está puesto de 145 escaños para arriba. Las sensaciones en Génova siguen siendo “buenas” por la creencia de que hay una tendencia instalada “muy difícil de revertir”. Y convencidos de que la llamada al voto útil, a un gobierno monocolor, sin coaliciones ni ruido como el vivido entre PSOE y Podemos, surtirá efecto. Pero hay dirigentes que temen a la pérdida de credibilidad que fuera de toda duda provoca el chorreo de alianzas mientras Feijóo promete que gobernará sin Vox.