Celebración en la Cámara catalana

Jordi Pujol conmemora los 90 años del Parlament de la mano de Laura Borràs

El expresidente da un paso más en el intento de normalizar su presencia pública durante una sesión que ha mezclado el pasado con situaciones inauditas del presente

Jordi Pujol y Laura Borràs, este martes en el Parlament

Jordi Pujol y Laura Borràs, este martes en el Parlament / FERRAN NADEU

Sara González

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"Sois la libre voluntad de la patria, sois, honorables diputados, toda una Catalunya en pie. Pensad que retomamos la historia de un pueblo justiciero que no se doblega, de un pueblo que no quiso reyes, sino príncipes, que 'eran lo primero entre iguales', elegidos por los ciudadanos que, de derecho, eran libres". Estas palabras del 'president' de la Generalitat Fancesc Macià han vuelto a resonar este martes en el hemiciclo del Parlament, vestido de gala para celebrar que hace 90 años que se constituyó. Una conmemoración ecléctica marcada por la presencia del 'expresident' de un Jordi Pujol que busca normalizar su presencia pública, pero que se ha tenido que sentar en la tribuna de invitados.

La puesta en escena ha sido un cóctel del pasado con situaciones inauditas del presente. Como el hecho de que la sesión haya sido presidida por una vicepresidenta con funciones de presidenta, la republicana Alba Vergés, y que en la zona de invitados se hayan sentado desde la presidenta suspendida y líder de Junts, Laura Borràs, a la expresidenta Carme Forcadell, destituida por el artículo 155 de la Constitución y condenada en la causa del 1-O. A pocos metros del exfundador de Convergència, quien fue su delfín, el expresident Artur Mas, y, a su lado, el expresident José Montilla, a quien le tocó gestionar la sentencia del Estatut que acabó encendiendo la mecha del 'procés'.

A Pujol, en cambio, lo han situado junto a exdiputados y otros representantes sociales. "Carai, cuánta gente", ha exclamado cuando ha vuelta a pisar por su propio pie la moqueta roja del Parlament con su hijo Pere Pujol al lado. Pronto, el 23 de febrero, hará ocho años de su comparecencia en la comisión de investigación sobre corrupción y su famoso "'diuen, diuen, diuen'". Tras la sesión, ha acabado circulando durante unos minutos por el salón de Pasos Perdidos y camino hacia el ascensor de la mano de Borràs ante el foco de todas las cámaras.

De hecho, ha sido la presidenta de Junts la que ha suplido el vacío de recepción de la institución al expresidente, que sí que ha intercambiado palabras con otros exdirigentes, como el mismo Mas. Dos partidos se han dirigido a Pujol desde el atril del Parlament: Junts, para incluirlo en las salutaciones a los expresidentes de la Generalitat, y Ciutadans, para acusarle de haber instaurado durante su mandato una "dictadura blanca" nacionalista. Él se ha mantenido impasible.

Más allá del discurso impugnatorio que ha hecho la derecha contra la historia de la institución con Vox ausente, el resto de grupos han recordado desde su prisma tanto el contexto político de hace 90 años como el convulso otoño de 2017, que acabó con la suspensión de la autonomía catalana y una judicialización que ahora la Moncloa y el Govern intentan mitigar con la negociación de la reforma del Código Penal. "La democracia siempre se acaba abriendo paso", ha defendido el 'president' Pere Aragonès para cerrar la sesión especial y con la mirada puesta ya en el horizonte de su acuerdo de claridad.

Un Parlament sin mujeres

La fotografía de aquel 6 de diciembre de 1932 en plena etapa republicana dista mucho de la de ahora. Entonces, la sala de plenos no tenía todavía una distribución de los escaños en forma de hemiciclo. En la contrarreloj por adaptar el antiguo polvorín de la Ciutadella -y posteriormente palacio real- a sede parlamentaria, se improvisó una disposición de sillas confrontadas en forma de rectángulo que recuerda al estilo británico. Entre los 85 electos de entonces -ahora son 135- no había ni una sola mujer. En estos momentos, el Parlament tiene un 48% de diputadas.

En la sesión constitutiva, que se alargó dos horas, la mesa de edad la presidió el líder de la Lliga, Raimon d'Abadal, y se escogió al republicano Lluís Companys como presidente provisional de la Cámara. Las elecciones las había ganado ERC de forma contundente y, con los partidos menores que acabaron bajo su cobijo, aglutinaba prácticamente el 80% de los diputados frente a la Lliga de Francesc Cambó. La hemeroteca recoge cómo la jornada se vivió con auténtico fervor dentro y fuera del edificio.

Miles de ciudadanos se agolparon en las inmediaciones del Parlament para celebrar la recuperación de la institución catalana y vitorear a los diputados incluso subidos a los árboles. De hecho, acompañaron el recorrido que hizo Macià desde el Palau de la Generalitat hasta la Ciutadella en un coche descapotable. Y dentro, políticos y asesores pisaban por primera vez la escalera noble y los salones Rosa y Gris de Pasos Perdidos, los que conducen hasta la sala de plenos.

Sin presupuestos pero con turrones

Esa primera etapa del Parlament duró poco. La actividad se suspendió entre octubre de 1934 y febrero de 1936 por el Bienio Negro y, luego, la Guerra Civil. Aún así, se celebraron 254 sesiones y se aprobaron 121 leyes. Los diputados se reunían cada día de martes a viernes y cobraban 1.000 pesetas al mes. De hecho, en tiempos en que la negociación de unos presupuestos se alarga incluso meses, sorprende cómo tras la puesta en marcha del Parlament aquel 6 de diciembre de 1932, dos semanas después el Govern presentaba sus presupuestos.

Otras cosas no han cambiado: ni había ley electoral catalana entonces ni la hay ahora por la incapacidad de los partidos de alcanzar un acuerdo. Este martes, por lo menos, han compartido un momento distendido entre barquillos y turrones, ajenos, la mayoría, a la presencia de Pujol.

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