Las cuentas catalanas

El Govern flirtea con los 'comuns' para los presupuestos sin descartar al PSC

La CUP sale de la ecuación después del fiasco de 2022 y exhibe su oposición a la estrategia del actual Executiu

El 'conseller' de Economia, Jaume Giró, y el 'president' de la Generalitat, Pere Aragonès, en el hemiciclo del Parlament.

El 'conseller' de Economia, Jaume Giró, y el 'president' de la Generalitat, Pere Aragonès, en el hemiciclo del Parlament. / David Zorraquino

Fidel Masreal
Júlia Regué
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El Govern ha abierto el baile para sacar adelante sus segundos presupuestos de la legislatura. Las conversaciones todavía son incipientes, pero aflora una evidencia: las cuentas de 2023 sólo saldrán adelante mediante un pacto con un partido no independentista. La CUP se autodescarta como socio, así que la partida se juega entre los 'comuns' -que parten como socio prioritario- y el PSC.

El 'conseller' de Economía, Jaume Giró, ya esboza algunas cifras, pero está a la espera de que el Gobierno apruebe el marco presupuestario. Su propósito es cumplir en tiempo y forma, eso es, cerrar el proyecto para que sea convalidado en diciembre. Por ello, ya ha habido la primera toma de contacto con los partidos y, según fuentes gubernamentales, negociará con varias fuerzas políticas para no depender de una única carta.

El 'president' Pere Aragonès no esconde su preferencia por los 'comuns'. La líder de En Comú Podem, Jéssica Albiach, y el jefe del Govern protagonizaron en el pleno del miércoles el primer acercamiento público para asociarse. Los morados están dispuestos a negociar, siempre que puedan incidir desde el inicio en el reparto de fondos, que no se toque la política fiscal y que se siga ejecutando lo ya cerrado para 2022. El 'president' fue firme sobre los impuestos, y descartó la propuesta de sus socios, Junts, de eliminar el tributo de sucesiones, algo que contentó a los morados.

Pero la negociación será distinta a las precedentes porque el contexto socioeconómico y las posturas de los posibles aliados también lo son. En 2020, Govern y 'comuns' pudieron negociar a fondo, para 2022 fue a toda prisa y después de que la CUP saliera de la ecuación. De cara al 2023, los ‘comuns’ se proponen lograr más fondos para servicios públicos –especialmente en sanidad, intentando elevar el 17% de presupuesto a la atención primaria hasta el 25%- y en materia fiscal que no haya cambios, salvo el impulso del impuesto a los cruceros, deslizan fuentes de la formación.  

La puerta del PSC

Para ahorrarse posibles complicaciones, el Govern no descarta la opción socialista. Fuentes del PSC subrayan que están dispuestos a hablar de las cuentas y que seguirán con su "actitud constructiva" aunque el Govern "no haya tenido en cuenta" sus 43 propuestas para abordar el diálogo entre partidos. "Ante la inflación, es urgente que se aprueben unos presupuestos que ayuden a frenar el impacto en las empresas y en las familias", apuntan.

Sin embargo, esta alianza genera serias dudas en ERC, pero también en la dirección de Junts, pese a que en la vigente legislatura han coincidido en asuntos de calado como la ampliación del Aeropuerto de Barcelona o la candidatura olímpica de los Juegos de Invierno. Y es que después del cónclave posconvergente, en el que han certificado su apuesta por acabar con la mesa de diálogo, las filas 'lauristas' no podrían defender su relato desobediente en el multiciclo electoral de 2023, pese a que gobiernan juntos en la Diputación de Barcelona.

El plante de la CUP

Lo que sí está prácticamente descartado es un apoyo del flanco independentista, de la CUP. Después del fracaso de una larga negociación presupuestaria para los de 2022, y de constatar la trayectoria del actual Govern, los anticapitalistas no están dispuestos hoy por hoy a apoyar las cuentas. A no ser que el Executiu "rompa" con sus planes y dé la vuelta, mirando a la izquierda, a su obra de gobierno. "Ya no es solo una cuestión de incumplimiento del acuerdo de investidura, es que se trata de las políticas que impulsa el Govern, contrarias a lo que entendemos que necesita el país", defiende una voz cupera. "Con la visión actual, es imposible que los compremos", resume, porque supondría avalar su plan de gobierno, eso es, "las lógicas del Estado", dicen, porque no hurgan en transformaciones "estructurales". "Hace mucho tiempo que sus socios prioritarios son los que gobiernan en España", zanja esta fuente. De hecho, los 'cupaires' ya activan su maquinaria para intentar liderar la oposición y movilizar al sector independentista que no está ni por la mesa de diálogo ni por los macroproyectos.

En el Govern sostienen que no dedicarán once reuniones, como el pasado año, a seducir a los anticapitalistas. Y la 'consellera' de Presidència, Laura Vilagrà, ya ha afeado públicamente en el Parlament que hayan dado un portazo en los presupuestos de este año y al pacto por el catalán en la escuela. "No se confundan de adversarios", les espetó, acusándolos de estar instalados en el dogma.

Un año atrás, fue Junts el partido que más presionó al conjunto del Govern y a Aragonès para que intentara por todos los medios pactar los números con la CUP. E incluso rechazó que Giró se reuniera con los 'comuns' y lanzó duras críticas a esta opción, aunque finalmente se felicitó de que el 'conseller' lograra tirar adelante el proyecto sin grandes cesiones. Giró y Aragonès deberán buscar el equilibrio para poder sacar adelante unas cuentas que permitan apaciguar los efectos de la alta inflación.

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