Análisis

El giro a babor con el socorrido impuesto a la banca

El presidente del Gobierno no explica la relación de los impuestos anunciados para los sectores eléctrico y financiero con las tendencias inflacionistas provocados por energía y alimentos

El Banco Santander ha sido sancionado por la Comisión Nacional del Mercado de Valores.

El Banco Santander ha sido sancionado por la Comisión Nacional del Mercado de Valores. / MANU FERNÁNDEZ

Ernesto Ekaizer

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Quizá sea adecuado introducir en la terminología política el lenguaje náutico. Babor y estribor definen los lados izquierdo y derecho de una embarcación… siempre que se tome como referencia la parte delantera o proa. Y así se les designa para evitar la confusión que transmiten las palabras izquierda y derecha, ya que significan uno u otro lado según el punto de vista del tripulante. El caso es que, hasta cierto punto, en políticas gubernamentales esa confusión entre izquierda y derecha, véase estos días a Emmanuel Macron en Francia, después de su revés en las elecciones legislativas, es una realidad. O sígase la política del socialdemócrata de Olaf Scholz en Alemania.

Pedro Sánchez se ha situado, en un alarde de bonapartismo, por encima de todos, hasta de su propio Consejo de Ministros, con el lanzamiento de sus dos medidas estrella: los impuestos al sector bancario y al eléctrico.

Ni siquiera ha explicado por qué esas medidas encajan en un plan de lucha contra la inflación. Se supone que con los 5.000 millones de euros (2023 y 2024) que espera recaudar se financiarían las iniciativas sociales. Pero no lo ha explicado así.

Las mismas tienen una cualidad más política que económica: ayudan a reparar las grietas del Gobierno de coalición y asegurar el horizonte de celebrar elecciones en los primeros días febrero de 2024.

La campaña electoral de las generales, por si cabía alguna duda, ya ha comenzado en el debate del estado de la nación, porque la primera vuelta -descontando Castilla y León y Andalucía- se celebrará en mayo de 2023 con los comicios municipales y autonómicos.

Si quería fundamentar el impuesto a la banca, la ministra de Economía y vicepresidenta primera, Nadia Calviño, podía haberle pasado una nota muy precisa. Pero no parece que lo haya hecho.

Porque Sánchez ha hablado de beneficios extraordinarios -que “no caen del cielo”- que tendrían lugar en 2023 y 2024 por la subida de los tipos de interés.

Pero es que en el caso de los bancos no solo no caen del cielo. Es que el Estado ha contribuido de una manera importante a esos beneficios, por ejemplo, en 2021.

La cuenta de resultados del Banco de España revela cómo, siguiendo las instrucciones del Banco Central Europeo (BCE) a raíz del Covid-19, ha pagado por los tipos de interés negativos de hasta el 1% a los bancos.

El Banco de España les prestaba 100 euros y ellos debían devolver aproximadamente 99. Una ganancia para los bancos y una pérdida para el Banco de España, es decir para todos los españoles. Porque los beneficios del Banco de España de ese año se han visto minorados en 2.863,10 millones de euros por ese efecto, reduciéndose a 1.875 millones.

Para más inri, este regalo no fue acompañado de un mensaje de prudencia: oye, que no se distribuya como dividendo, que no se paguen bonus, mejor reforzar vuestra solvencia vía aumento de reservas. No.

Ese 1% es una cifra que traducida a lo que cada banco ha recibido revela toda su importancia. En el caso del Banco Santander, representa casi un 10% de su beneficio total; en Caixabank, si se quita el llamado efecto del fondo de comercio negativo o 'badwill' (lo que la jerga del BCE llama "ganga") de Bankia (4.300 millones), las “ayudas” representan el 60/70% del beneficio. En el Sabadell, la ganancia que le facilitó el Banco de España supuso el 58% del beneficio total.

Los tipos de interés negativos redundaron, pues, según apuntamos, en una merma de los beneficios del Banco de España de 4.648 millones a 1.785 millones.

La vicepresidenta Calviño, aparte de hacer una nota en el debate para explicar esta situación, podía incluso dar un paso más adelante. ¿Por qué si el propósito es recaudar dinero en la banca, no citar a los banqueros para pedirles que, dadas las circunstancias sociales, devuelvan esos 2.863,10 millones que se les regaló en 2021? Porque tanto en los libros del Banco de España como el de los bancos está todo individualizado. Es muy fácil.

Y aunque también es fácil subir el tipo impositivo, convertirlo después un tipo efectivo, el que realmente pagan, es mucho más difícil. Lo importante es la recaudación efectiva. ¿Para qué sirve decir que van a pagar el 35% o el 40% si las deducciones fiscales y otros vericuetos o el uso de paraísos fiscales y el pretexto de la doble imposición permite a estos grandes conglomerados internacionales pagar mucho menos del que debería.

Elevar el tipo impositivo tiene, por todo ello, más de medida estética que de eficacia. Es decir, consigue el titular. Y lo ha conseguido.

El caso de las compañías eléctricas es distinto. Se han estado están beneficiando con un cálculo del sistema de costes marginal que, al primar al precio de la energía más cara con incorporar el gas, incurren en un abuso, habida cuenta de que al dispararse el precio se han beneficiado algunas con costes muy bajos, como son las eólicas o las fotovoltaicas. Además, en ese campo, el Gobierno ya ha obtenido éxito con la excepción ibérica, cuya comunicación no ha sido eficaz.

Y, paradójicamente, el mensaje más disperso es el que se refiere al combate contra la inflación. Hay que decir que el BCE ha sido incapaz de adoptar medidas hasta hace algunas semanas y las que ha resuelto -subidas de tipo- no tendrán efecto en una inflación de beneficios a la Keynes, no de salarios.

Y en este contexto, el Ministerio de Consumo debería servir para sofocar las expectativas inflacionistas que se transmiten a través de la anticipación de subidas de precios mediante la acción de los inspectores. Se trata de crear un clima frente al 'puedo, me lo llevo' o al 'sálvese quien pueda'.

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