Elecciones 4M

Madrid azul, bastión de la derecha

Viaje a los feudos más firmes del voto para el PP y Vox en los comicios autonómicos madrileños

REPORTAJE SOBRE MADRIZ AZUL , BASTION DE LA DERECHA       David Castro

REPORTAJE SOBRE MADRIZ AZUL , BASTION DE LA DERECHA David Castro / David Castro

Juan José Fernández

Juan José Fernández

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En el censo de la Comunidad de Madrid, según las encuestas hay tantos votantes indecisos, 600.000, como contagiados de covid desde que empezó la pandemia. Y para los comicios autonómicos del 4 de mayo es firme la estimación de que entre tantos indecisos son minoría los de derechas.

Un sufragio sólido al Partido Popular y a Vox arraiga en el Madrid azul, que tiene tres puntos clave en los que el escrutinio de las opciones conservadoras nunca bajan de la mayoría absoluta, y en los que, en cinco de las ocho elecciones convocadas desde las autonómicas del 24 de mayo de 2015, el PP ha superado en solitario el 40%.

La presidenta popular Isabel Díaz Ayuso se disputará con la ultraderechista Rocío Monasterio los sufragios de estos tres bastiones.

Salamanca: cazuelas y cañitas

Junto a la “boutique de whisky” La Potxola vende mascarillas con franja roja y gualda la tienda “Eñe”. Y no es una originalidad en la calle Ayala casi esquina Núñez de Balboa, porque en un kilómetro a la redonda no hay escaparate de regalos, tabaco o modas que no luzca la bandera de España, ya sea en cinturones, llaveros, correas de perro o protecciones anticovid. La agencia LGC, de Lucía González Casal, principal de la calle, no se dice inmobiliaria, sino  “personal shopper inmobiliario”, y anuncia sus viviendas sin decir el precio, como en las joyerías buenas.

Núñez de Balboa, emblema de la resistencia de la extrema derecha contra el estado de alarma, está ahora tranquila, pero hace solo un año, en el cruce de esta aorta de la derecha madrileña con Don Ramón de la Cruz sonaban a diario las caceroladas. José Manuel, camarero no residente, que sirve y sirvió cañas y tapas a los manifestantes en un pequeño bar, ironiza cuando se le recuerda la foto de un rebelde con palo de golf: “Los que salían con cacerolas contra las mascarillas, ahora dicen que si no hay vacunas también es culpa de Pedro Sánchez”. Y con ese comentario apunta una variable del 4M en el distrito de Salamanca de Madrid: se cierran filas en torno a Díaz Ayuso y Monasterio, pero sobre todo contra Sánchez. El 48,23% de sufragios sumaron Vox y PP en las autonómicas de 2019, y el 55% en las de 2015.

“La de Núñez de Balboa es ‘Zona Nacional’ desde la Guerra Civil. La aviación y la artillería de Franco respetaban esas calles, porque allí vivía la quinta columna”, recuerda el presidente de la asociación vecinal Tolerancia

“La de Núñez de Balboa es ‘Zona Nacional’ desde la Guerra Civil. La aviación y la artillería de Franco respetaban esas calles, porque allí vivía la quinta columna”, recuerda el abogado Francisco García, presidente de la asociación vecinal Tolerancia.

García no duda de qué pasará en este distrito el 4 de mayo: “Aquí los votantes del PP votan al PP les pongan a quien les pongan”. Y más a Ayuso y su filosofía de bares abiertos pese al covid. “Muchos vecinos de Núñez de Balboa pasan de los problemas ajenos. Para ellos lo importante es poder tomar cañitas después de trabajar. El que trabaja por aquí, vive en Vallecas y se tira tres cuartos de hora volviendo a casa hecho polvo tiene pocas ganas de cañitas al llegar”.

Pero el barrio no es solo Núñez de Balboa. García mismo ha asistido a desahucios de ancianos de apartamentos de 30 metros cuadrados.

Tras las fachadas carísimas “hay un problema de ancianos solos”, advierte Teresa Jiménez, jubilada de Renfe y vocal vecina de la Junta de Distrito de Salamanca. “No todo son las boutiques exclusivas de Serrano, que están bien, pero hay otras cosas además”, añade. Esta voluntaria de la formación de izquierda Más Madrid subraya que hay otra parte del distrito alejada de lo neoliberal. En La Guindalera, las calles peatonalizadas por la alcaldesa Manuela Carmena han atraído tiendas de artesanía y escuelitas de arte. Los pavos de la Quinta de Fuente del Berro arrastran la cola paseando por las aceras como un vecino más, y vuelven al parque a la hora del pienso.

A Teresa Jiménez, enamorada del barrio, el recuerdo de las caceroladas de 2020 le lleva a afirmar: “Falta educación política. Pero no solo aquí: es un problema de toda España”.

Esvásticas en la puerta

Violeta Friedman.

El pasado 15 de abril, sin ir más lejos, denunció en sus redes sociales el abogado de origen hebreo Andrés Herzog, exdirigente de la desaparecida UPYD: “Hoy a mi hermano le han llenado de esvásticas el portal, pintadas antisemitas en su puerta y arrancada una pequeña placa que decía "shalom". Siglo XXI y así seguimos”.

Ocurrió en Argüelles. A dos paradas de Metro, en la estación de la Puerta del Sol, un cartel de Vox compara un supuesto gasto público en “menas” con la pensión de una anciana. La fiscalía estudió el odio del pasquín... y el juez de guardia denegó este jueves cualquier medida cautelar que se lo quite de la vista a los viandantes, que pasan junto a él bajando la cabeza, haciendo como que no lo ven.

Pero Sol no es bastión de la derecha. Bajo su reloj de nochevieja y el balcón de Esperanza Aguirre acampó el 15M hace ya diez años. Sol, más que un territorio, es un concepto que los propagandistas de Vox narran plagado de niños carteristas, magrebíes violadores y sudamericanos expertos en mataleón.

Pozuelo: Lamborghini y fregona

Con Núñez de Balboa rivaliza en precios por metro cuadrado Pozuelo de Alarcón. Pero son distintos los orígenes. Hubo un Pozuelo conocido en Madrid por las ricas lombardas que crecían en huertas regadas por las reservas de agua que le dan nombre. Ahora Pozuelo es más conocido por liderar durante años la lista de municipios con mayor renta per cápita de España, hasta que lo desplazó Matadepera.

Hay otras listas que definen el lugar. Con 38,96 euros por habitante, Pozuelo está de los últimos en el ranking anual de gasto social de municipios, muy lejos de los 224,67 euros que dedica la líder, Alcalá la Real. Y aplicándole el coeficiente Gini de desigualdad, el opulento Pozuelo se equipara con Honduras. “Tanta desigualdad en una localidad tan rica perjudica a los menos favorecidos haciéndolos doblemente pobres”, observa Ángel González Bascuñana, portavoz del grupo socialista en el Ayuntamiento de Pozuelo.

Su partido lleva perdiendo las elecciones allí desde que, en 1979, una coalición de Alianza Popular y la UCD le impidiera gobernar. Y desde entonces siempre ha ganado el PP. Muy pocos municipios en España -acaso Jaca, en Huesca- le igualan el récord.

"Parece que aquí atamos los perros con longanizas, pero no es verdad", dice el socialista pozueleño González Bascuñana

González Bascuñana va a proponer en el próximo pleno construir 25 viviendas protegidas de alquiler para jóvenes y familias con pocos ingresos. “Hay una imagen falsa de Pozuelo –opina-. Parece que aquí atamos los perros con longanizas, pero no es verdad: aquí los jóvenes no tienen más remedio que marcharse de las viviendas del núcleo original por la presión de un modelo urbanístico muy de derechas, que acentúa el desequilibrio”.

Hace diez años se construyeron las últimas 18 viviendas que se puedan llamar “públicas”. Cristiano Ronaldo se había ido a vivir por entonces a La Finca, la urbanización más exclusiva de España, junto a Monte Alina, residencia de José María Aznar.

Hoy hay una animación muy de Díaz Ayuso en el tardeo de las terrazas de la Avenida de Europa, cuando cierran los comercios. Detrás de esa arteria, una empleada limpia el único concesionario de Lamborghini en esta parte de España. En el crepúsculo de Pozuelo, friega el suelo que pisa un Huracán EVO, descapotable fieramente rojo cuyo precio es 356,6 veces el salario mínimo interprofesional.

El Pardo: obreros y banderas

a solo unos cientos de metros de la actual tumba del dictador

Habitan esas viviendas no pocos militares de los cuarteles aledaños de la Guardia Real, Infantería y guerra electrónica, a los que temprano o al atardecer se ve hacer jogging por los bosquecillos de la orilla del Manzanares.

Vox se impuso con contundencia en las manzanas en torno a una placita que mira al palacio, por la que se afanan entre mesas los camareros de tres terrazas. Sentados en una barandilla, discute una cuadrilla de ociosos cincuentones, lata de cerveza en mano antes del medio día. Uno de ellos sube la voz: “¡Comunismo o libertad, chaval!”

Vox rozó el 30% de los votos en El Pardo, entre casas de militares, funcionarios de Patrimonio Nacional y obreros

Bárbara Mira, presidenta de la Asociación Vecinal El Pardo, tiene una explicación para la concentración de voto de Vox: “Los ciudadanos votan lo que quieren”; y punto. Y ahora el matiz: “El Pardo -dice- nació de las casas de la servidumbre del pabellón de caza. Ha sido, es y será un barrio obrero”. Solo la desdicen 45 adosados que construyó el franquismo para militares y personal de Patrimonio Nacional, cuyas ventanas -muchas con bandera de España- dan a una arboleda. El resto de viviendas de la zona, las de la mayoría de 3.600 vecinos, son pisos de 50 años, de 70 metros cuadrados de media y 800 euros al mes de alquiler.

El doctor Bernal, pediatra de toda la vida del barrio, se jubiló hace 15 años y desde entonces están las familias, y 500 de sus menores, sin médico infantil en la zona. A los vecinos les ha escrito la Sanidad madrileña excusándose en “la gran dificultad de encontrar pediatras y la ausencia de los mismos debido a adaptaciones y bajas”.

Las noticias de los años 80 sobre El Pardo cuentan de quejas por la falta de polideportivo y biblioteca. “Y si preguntas hoy a los jóvenes, se quejan de lo mismo”, apuesta Mira. Detalles de abandono que sufre el barrio “no son de ahora –afirma-. En 1951 El Pardo dejó de ser un pueblo. Si fuera municipio independiente no tendríamos estos problemas”.

El Pardo hace distrito con Fuencarral. Su gran área sanitaria ha vacunado a la reina emérita Sofía, y también a los gitanos de unos pisos de realojo de la parte alta de Fuencarral. Pero debajo de la plaza de El Pardo, en la calle de Los Caballeros, en un edificio de balcones cuajados de rojigualdas y aspas de Borgoña, cultiva esencias el bar La Pepenúltima. Dentro atruenan las lágrimas de Rocío Carrasco en la televisión. Un letrero de “Plaza del Caudillo” preside la puerta de los aseos y, junto a la barra, en una bufanda con la enseña española se lee: “Esto es España y al que no le guste que se vaya”.

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