Negociación de un nuevo Govern

El papel de Puigdemont en una presidencia de ERC centra las negociaciones con Junts

Junts defiende la bicefalia, Waterloo-Generalitat, y Esquerra llama redefinir el papel del 'expresident'

Los posconvergentes no garantizan el voto a Aragonès y afirman poner el foco en la hoja de ruta

Puigdemont recurrirá el suplicatorio ante el Tribunal de Justicia Europeo

Puigdemont recurrirá el suplicatorio ante el Tribunal de Justicia Europeo. /

Xabi Barrena
Fidel Masreal
Júlia Regué
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Carles Puigdemont es algo más que el líder de Junts per Catalunya. Es la personalización de una estrategia, es un poder indiscutido con tentáculos desde el extranjero en el Govern de Torra y en las organizaciones cívicas del independentismo. JxCat tiene, pues, una linea roja, que se llama Puigdemont. Y la principal espina clavada con ERC es, precisamente, la investidura nonata del 'expresident', de la que culpan al republicano Roger Torrent. Pero, ¿qué hará Puigdemont si el republicano Pere Aragonès es investido y toma las riendas sin pedir permiso para nada a Waterloo? Ese es el gran enigma, de cuya respuesta depende, en gran parte, el éxito o no de las negociaciones entre ERC y Junts.

Cuando el líder posconvergente ganó las elecciones de la trinchera independentista, el 21-D del 2017, ideó un doble nivel de gobernanza, conocedor de los obstáculos que el Estado (y la propia lógica) pondría a una presidencia de la Generalitat desde Waterloo. Ahí nació la idea del Consell per la República (CxR), como 'gobierno en el exilio' con una asamblea de representantes que no son elegidos por sufragio, sino por el cargo que ocupan en cada una de las administraciones donde sí se vota. Es decir, un órgano con las manos libres para tejer y destejer la estrategia hacia la independencia. La Generalitat autonómica se hubiera quedado, poco menos, que como una gestoría donde liquidar el día a día. Obviamente, Puigdemont presidiría el CxR y “otro candidato de JxCat”, el Govern.

"Sesgo partidista"

Este esquema de Puigdemont y de su Consell nunca ha funcionado como mando unitario (ERC y la CUP lo han minimizado) y choca frontalmente con los designios de ERC, la ganadora, esta vez, de la ‘conferencia independentista’, utilizando términos de la NBA. La futurible ‘consellera’ de la Presidència, Laura Vilagrà, fue muy clara este lunes en RNE: “Ni ERC ni la CUP ven al CxR el órgano de dirección colegiada para llevar la estrategia del proceso independentista”, como propone Junts, aunque sí que reconoce la importancia de este organismo. Y sentenció que Puigdemont “debía tener su papel”. La 'exconsellera' Meritxell Serret, en Nació Digital, sentenció que el Consell "ha tenido un sesgo partidista".

Junts apunta que el papel del ‘expresident’ no es el principal escollo, sino que es la hoja de ruta. ERC no afirma ni niega nada y solo responde socarronamente con un “¿verdad que lo parece?” cuando se inquiere sobre si el rol de Puigdemont está complicando la negociación. Sobre la hoja de ruta, los republicanos insisten que se ha avanzado y recuerdan el preacuerdo logrado con la CUP, en el que se menciona el “nuevo embate democrático, a poder ser, un referéndum”. ¿Exige más Junts que la CUP?

El pleno de Borràs

Un pacto republicano-anticapitalista que forzó a Junts a salir de la esquina. Con el apoyo de la CUP a ERC, si finalmente se da, no había motivo para no convocar el pleno que debe ungir al republicano, y eso es lo que anunció este lunes en TV-3 Laura Borràs, flamante presidenta de la Cámara, que este martes iniciará la ronda de contactos.

Jordi Sànchez, secretario general de Junts, sentará este martes la posición de su fuerza. Y destacados dirigentes de la formación no descartan en absoluto apretar el botón nuclear del no acuerdo este viernes.

Mientras, la CUP usó el preacuerdo con Esquerra como ariete contra Junts, a quien acusan de no querer hablar de un cambio de políticas hacia la izquierda. Los anticapitalistas afean a los de Puigdemont que no hayan respondido a sus propuestas en materia socioeconómica, presentadas hace ya tres semanas, y deducen que intentarán dilatar los plazos, al igual que hicieron con la designación de Borràs. 

Fuentes del partido anticapitalista apuntan que en el proceso de debate con las asambleas territoriales que comienza el miércoles se perfilará el sentido de su voto en el debate de investidura, pero también el papel de Junts en la negociación y la relación de futuro. La tensión está servida, porque las organizaciones parten de puntos de vista opuestos: Poble Lliure quiere dar un paso adelante con responsabilidades en el Executiu, pero Endavant lo descarta. Fuentes del partido admiten que están “muy lejos” de entrar en el Govern.

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