CITA CON LAS URNAS

El debate electoral de candidatos, sueño y pesadilla

Vista del plató del debate electoral organizado por la Academia de Televisión

Vista del plató del debate electoral organizado por la Academia de Televisión / periodico

Iolanda Mármol

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El debate electoral tiene la extraña virtud de ser una pesadilla por la que todos los candidatos quieren pasar. No es lo habitual para el partido en cabeza, que suele llegar a rastras en un riesgo que solo se justifica por la presión de una opinión pública que quiere ver a los gladiadores en la arena. En esta ocasión, los cinco candidatos tienen buenos motivos para desear someterse a esta tortura. Pedro Sánchez sale a persuadir al progresismo abstencionistaPablo Casado, a convencer a los indecisos de Cs Vox. Albert Rivera, a intentar un milagro. Pablo Iglesias, a venderse como guardián de las esencias de la izquierda. Y Santiago Abascal, a reivindicarse como el único que no pactará con Sánchez.

"No cambiará el voto de los bloques, pero sí que conseguirá movilizar", defiende Sílvia Claveria, politóloga de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M). Los estudios dicen que los debates mueven entre el 1% y el 3% del voto, un cambio porcentual determinante en un sistema multipartito. La llave es tener respuesta a la pregunta central no cometer errores. "Va a ser un 'todos contra Sánchez' pero en realidad quién más se juega es Rivera", advierte Pablo Simón, politólogo de la UC3M, que recuerda que con los indultos ya fuera de la mesa, la cuestión medular serán Catalunya o el desbloqueo. "El debate movilizará. La enorme incógnita sigue siendo la participación, que parece aumentar en los últimos 'trackings'", opina Ismael Crespo, catedrático en Ciencias Políticas.

De forma telegráfica, aquí esbozamos por qué cada candidato necesita este debate, según los expertos.

PEDRO SÁNCHEZ: Contra la abstención

Saldrá a asegurar. Se ha preparado para un 'todos contra uno'. No puede permitirse ni un error. Corre el riesgo de bajar de los 123 escaños de abril. Su misión es persuadir a los electores del PSOE que miran de reojo la abstención. Su segundo objetivo es apelar a aquellos con tentaciones de fugarse a Podemos o Más País. Ese nicho es algo menor. En total, calcula, tiene a dos millones de votos en el aire. Intenta activarlos con pragmatismo y un discurso presidencialista: España necesita ya un gobierno fuerte y la única alternativa es el PSOE.

PABLO CASADO: Pescar indecisos de Cs y Vox

Saldrá sin histrionismos, en tono moderado. Busca acabar de llevarse a un nicho de indecisos que en abril eligieron a Cs y a VOX. Si los amarra, puede soñar con superar la barrera de los 100 diputados y ser el aliento en la nuca del PSOE. Sabe que no sale a ganar las elecciones, pero necesita un PP lo más fuerte posible para atenazar a Sánchez. Señalará al socialista como un dirigente débil, incapaz de gobernar, y le exigirá respuestas a la crisis catalana. 

ALBERT RIVERA: La incógnita

Llega al debate a la desesperadaEs el que más se juega. Al líder de Cs le toca arriesgarse, llamar la atención. Eso le convierte en el candidato más impredecible. A su favor tiene su buena oratoria y su capacidad de reinventarse. En su contra, sus bandazos estratégicos y la sobreactuación. Puede ser el ganador o el gran perdedor.

PABLO IGLESIAS: La verdadera izquierda

Ganó dos puntos en abril por su intervención en los debates, en un papel de árbitro. Ahora será más duro. El candidato de Unidas Podemos tratará de mostrar que Sánchez quiere amasar todo el poder y se reivindicará como el único que puede anclarlo a la verdadera izquierda del tablero.

SANTIAGO ABASCAL: Debut sin complejos

Llega su primer debate en unas generales en tercera posición de las encuestas. No es un gran orador. El aspirante de Vox aspira a afianzar a los votantes conservadores que han desertado del PP y Cs, con el asunto que le ha disparado en los sondeos: la violencia del independentismo radical.