cita con las urnas

Depositar la ira en la urna

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Gemma Robles

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En estos días de martilleo electoral es usual escuchar a los candidatos invitar a acercarse a las urnas para llenarlas "de verdades", "de ilusión", "de papeletas rojigualdas", "de dignidad", "de puños y rosas", "de ganas de cambio" "de patriotismo"… todo cabe en forma de voto. Incluso, la ira. Sí, la ira, esa emoción que también puede ser descargada legítimamente con la elección de una papeleta (o de ninguna) y que, sin embargo, en las últimas horas algunos han exhibido con poca fortuna a las puertas de los actos de Albert Rivera o Santiago Abascal. O que se dejó ver recientemente en la Universitat Autònoma de Barcelona.

Este domingo la crispación en campaña volvió a ser noticia. Además de no dejar en buen lugar a quienes ejercen un injustificable intento de acallar al adversario en ideas, convirtió de paso un acto que Cs decidió celebrar en Rentería (Guipúzcoa) en uno de los eventos de la jornada con mayor difusión mediática. Y eso que el mitin estaba llamado a tener una participación más que modesta, habida cuenta del escaso tirón electoral que los naranjas tienen en Euskadi, donde los sondeos en general no le auguran ningún escaño.

No se evitó el discurso del aspirante –quien, lejos de arrugarse, aprovechó para subrayar el concepto de valentía que trata de ligar a su partido- por más que sonaron las cacerolas, los gritos y los insultos de alto voltaje. Hubo momentos muy tensos. Los protagonistas del nuevo intento de boicot eran más que los congregados en el acto político, según narran los compañeros de la prensa que lo cubrían y que fueron acompañados por los ertzantzas, como el resto de la comitiva, durante el paseo electoral que hubo por el pueblo.

Detenciones y altavoces

Este cuerpo policial de Euskadi ha tenido trabajo extra el fin de semana. El sábado, en San Sebastián y Bilbao, tuvieron que emplearse a fondo, dadas las protestas de grupos radicales ante la llegada de Santiago Abascal. Resultado: contenedores quemados, destrozos materiales, algunos heridos de forma superficial y varios detenidos que, este domingo, quedaron en libertad tras pasar a disposición judicial. El líder de Vox logró dar sus mítines pese al ambiente convulso, un ambiente que perjudicó particularmente a algunos de los que la crearon (ahora deberán enfrentarse a la imputación de delitos) y de forma general a la democracia española, que queda herida con este tipo actitudes y que, obligatoriamente, se pone en alerta ante una campaña que acaba de comenzar.

Tampoco Catalunya se libra de los malos ejemplos. El pasado viernes, la candidata popular, Cayetana Alvárez de Toledo, vivió en primera persona otro sobresalto. Esta vez, por parte de universitarios vinculados al independentismo. Más de lo mismo: otro episodio poco gratificante que se coló en campaña electoral y que lejos de conseguir su propósito, el impedir a la candidata popular dar su discurso en la Universidad, logró que lo sucedido y la forma en que Álvarez de Toledo les hizo frente llegase a casi todas las portadas e informativos del día.

¿Justificarlo?

Cierto es que la mayoría de aspirantes están condenando este tipo de situaciones, conscientes de que los altercados, pese a no haber resultado de suma gravedad, encienden las alertas en una campaña que debiera ser sosegada. Por fechas (en medio de periodo vacacional) y por lo aconsejable de atender con mucha calma a los mensajes de quienes quieren gobernar, dado lo que hay en juego. Pero también lo es que hay quien sucumbe a la tentación de sentenciar que los boicoteados encuentran lo que buscan. Ahí están las declaraciones en este sentido de la dirigente de Junts Per Catalunya, Laura Borràs o del número 3 de Podemos, Pablo Echenique.

El día 28 de abril, ya no queda tanto, se colocarán las urnas. Elecciones generales. Y habrá la oportunidad de dejar constancia del apoyo, de la discrepancia e, incluso, de la ira que en ocasiones provoca la política.