Rivera busca una imagen presidencial con compromisos de Estado

Por vez primera en una campaña electoral, Ciudadanos puede presentar como aval su gestión de gobierno. El ejecutivo andaluz de coalición, del que forma parte junto al PP desde hace tres meses, ha servido a Albert Rivera para dejar atrás la imagen de neófito en el plano institucional y presentarse como hombre de Estado y una auténtica alternativa a populares y socialistas. Andalucía es el espejo en el que mirarse, de ahí que haya escogido esta comunidad para elevarse sobre la pelea partidista y empezar a desgranar diez apuestas concretas de su programa. “Después de 40 años, España necesita más estadistas y menos profesionales”, aseguró, vanagloriándose de representar ese espíritu del pacto de la Moncloa ya que “toda esa gente que piensa primero en España está en Ciudadanos”.

Sanidad, educación, empleo, pensiones, ayudas a las familias… En un momento en que los sondeos auguran a la formación naranja una subida de escaños, aunque enfriando las expectativas de hace unos meses, Rivera trata de recuperar con un “decálogo de compromisos por España” el pulso perdido desde la moción de censura que descabalgó a Mariano Rajoy del Gobierno y aupó a Pedro Sánchez. “El cambio empezó aquí”, presumió desde Sevilla el candidato a la presidencia apelando a la heroicidad de haber ganado al nacionalismo en Catalunya o al PSOE en Andalucía en las últimas autonómicas, y planteando La Moncloa como la tercera etapa del camino.

Envuelto en esa épica, insistió en narrar lo que haría en sus primeros cien días de gobierno, tendiendo la mano al resto de líderes políticos para ofrecerles un pacto estado en las grandes materias sociales. Como base para esos acuerdos planteó un programa hilvanado sobre la unidad nacional y la igualdad de los españoles, marcando distancias con las políticas de PSOE y PP, a los que acusó de "ineficacia" y conformismo por no haber acometido en los últimos 40 años las reformas que necesitaba el país “ni haber liderado los grandes debates”. También les reprochó el haberse apoyado en los nacionalismos cuando les convenía. “Yo no voy a trabajar por los separatistas, como PP y PSOE”, aseguró para atraer el voto de los indecisos.

Entre las medidas más significativas anunciadas por Rivera este sábado se encuentra la puesta en marcha de un único contrato laboral, “fijo desde el primer día”, y el fin de los “contratos basura”, convencido de que el suyo será el gobierno que luche contra la precariedad laboral. También anunció la equiparación de derechos entre los autónomos y el resto de trabajadores asalariados, aumentando la duración de la tarifa plana y otras ayudas al emprendimiento, o acabar con el fraude de la formación haciendo que el dinero vaya a los trabajadores, y no a los sindicatos. “Hace falta hablar de pensiones, empleo, despoblación o natalidad y PP y PSOE hablan de huesos, aborto y Franco”, lamentó, detallando las ayudas a las familias, la prolongación a 24 meses de la tarifa plana para los autónomos, la bajada de impuestos o la revalorización de las pensiones. En este punto, Rivera abogó por retomar el Pacto de Toledo porque “este país no se merece un mercadeo político, sino un proyecto para cubrir las pensiones, y eso se hace con empleo digno, más natalidad y una economía que funcione”.

“Vamos a devolver la dignidad al pueblo español”, afirmó en respuesta a un grupo de manifestantes de una marcha a favor de la República organizada por IU, el Partido Comunista y Adelante Andalucía que se apostaron en el puente de Triana, justo al lado del espacio donde se celebraba el mitin naranja y que intentaron boicotearlo coreando gritos de “fuera fascistas” o “no pasarán”. Finalmente, fueron desalojados por la Policía mientras Rivera les espetaba que “en vez de reventar actos podríais aceptar la democracia, que es mucho mejor”.

El decálogo de Ciudadanos no pierde en ningún momento la referencia a Catalunya, y ya en su primer punto propone “acabar con los privilegios de los nacionalistas” porque “la igualdad de los españoles no se negocia”. Para ello, la formación apunta a la eliminación del cupo vasco y del adoctrinamiento en las escuelas, que pretende combatir con la implantación de una asignatura sobre la Constitución Española. “Esto solo les da miedo a los nacionalistas, a los que tienen chiringuitos educativos, porque ya no van a poder hacer lo que les dé la gana en las escuelas”, afirmó.