PERDÓN POR LA CONQUISTA

AMLO, el desplante inesperado

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Iolanda Mármol

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“Me permitirá el presidente López Obrador que comparta con todos ustedes una indiscreción”. Cuando Pedro Sánchez visitó México, en enero, no sospechaba que en la buena fe del gesto que hacía iba a encontrar un regalo de vuelta envenenado. Le entregó, entonces, como símbolo de fraternidad, el acta de nacimiento del abuelo del presidente mexicano, un español nacido en Ampuero (Cantabria) en 1863, que emigró a hacer las américas con solo 14 años. Cuenta la historia -o la leyenda- que escondido en el barril de un barco hasta que llegó a Cuba. Explicó Sánchez, entonces, la tradición de intercambiar regalos personales entre presidentes y reivindicó con esa acta de nacimiento “los lazos, las raíces que tiene el pueblo mexicano y el pueblo español”.

Un mes después, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), envió sendas cartas a Felipe VI y al Papa Francisco para exigir que España y el Vaticano pidan disculpas por la conquista. El Gobierno optó por la prudencia. Pero cuando este lunes el mandatario mexicano divulgó a los cuatro vientos su reclamación, el Ejecutivo no esperó un instante, a pesar del estupor y a pesar de que él se aviene a pedir disculpas también por la "represión" a los pueblos originarios tras la etapa como colonia. La Moncloa respondió con un comunicado en el que rechaza “con toda firmeza” las pretensiones de AMLO. Las palabras están escogidas con precisión para transmitir cero flexibilidad en este punto pero, también, para expresar el “enorme caudal de afecto” entre ambos países y la disposición a intensificar la cooperación. A pesar de todo. 

Hecho puntual

Fuentes del Ejecutivo consideran, tras los primeros análisis, que la iniciativa de AMLO es “un hecho puntual” que debe ser interpretada desde el “terreno simbólico” de apoyo al indigenismo y descartan que tenga impacto sobre las relaciones culturales y comerciales. “No esperamos que vaya más allá, no hay signos en esa dirección”, explican fuentes gubernamentales a EL PERIÓDICO.

Aún así la reacción del presidente mexicano ha impactado en España por lo extemporáneo del planteamiento y por el choque con las cortesías dispensadas hasta el momento. El Rey estuvo presente en la toma de posesión de AMLO, el pasado mes de diciembre, y Sánchez fue el primer presidente recibido en visita oficial por el mandatario mexicano, a final de enero. Aunque algún mensaje indigenista se hizo llegar entonces, nada presagiaba un desplante internacional de semejante sonoridad.

¿Qué ha ocurrido?

Los analistas internacionales sitúan al presidente de México como un líder atravesado por las dos almas de su electorado. De una parte, la izquierda que le apoya, y él mismo, tiene un espíritu socialdemócrata, progresista, que ve en Europa un referente. Del otro lado, su partido (Morena) cuenta también con una base social indigenista y el presidente ha prometido un programa para ampliar los derechos y mejorar las condiciones de vida de estas comunidades.

Su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, es una académica especializada en indigenismo. Ese electorado heterogéneo presiona doblemente a AMLO, que recibe protestas de los indígenas cuando se ven invisibilizados por políticas de choque contra la pobreza que afrontan problemas comunes de los trabajadores, más allá del color de la piel.

La ceremonia de investidura de AMLO, en diciembre, estuvo cargada de liturgias indígenas y afromexicanas. Fue el primer mandatario en recibir el bastón de mando de los 68 pueblos originarios de México. El nuevo Parlamento ha aprobado la creación del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas y el presidente anunció en diciembre un programa nacional para ayudar a estos colectivos, que prevé favorecer becas y pensiones.

Sin embargo, en un país frenado por la corrupción, la violencia y el déficit de seguridad, las prioridades se multiplican y, a fin de cuentas, AMLO es de origen criollo y se ha rodeado de un gabinete donde los indígenas son excepción. Está lejos de pertenecer a ese “nosotros” que representa, por ejemplo, su homólogo boliviano, Evo Morales.

Aunque el indigenismo ha ganado terreno en su discurso público, el propio AMLO se define -o se ha definido- como progresista y socialdemócrata. Quienes le conocen relatan que es un hombre católico, influido por las misiones en las que participó en su juventud, cuando renunció a las facilidades de una familia criolla acomodada para irse a vivir a una choza en la comunidad chontal (descendientes de los mayas), en las ciénagas de Tabasco.