NEGOCIACIÓN DE PRESUPUESTOS

El Gobierno defiende la figura del "relator" ante el malestar del PSOE

La vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo

La vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo / periodico

Juan Ruiz Sierra

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Nunca una palabra como "relator", poco sospechosa de herir sensibilidades, había provocado un debate tan encendido. La oposición habla de "alta traición" y convoca manifestaciones. El partido que sostiene al Gobierno entra en convulsión, con importantes líderes territoriales desmarcándose de la iniciativa. Los destinatarios de este gesto, las formaciones independentistas, que reclamaban una medida de este tipo para no vetar los Presupuestos, señalan que no es suficiente. Pero la Moncloa mantiene la arriesgada apuesta.

Desde primera hora de la mañana de este miércoles, el Ejecutivo defendió esta figura frente a propios y ajenos. Según dijo, debería limitarse a "convocar" y "tomar nota" de las reuniones de una mesa de partidos catalanes de nueva creación, complementaria a la comisión bilateral entre el Estado y la Generalitat, resucitada tras siete años de parálisis del PP. A las nueve, la vicepresidenta, Carmen Calvo, restaba trascendencia a la polémica. "Estamos mirando el dedo y no la Luna", dijo en la Ser. Pero en el Gobierno no debieron de quedar satisfechos con estas explicaciones, porque dos horas y media más tarde la número dos del Ejecutivo volvía a dar la cara desde la Moncloa. Calvo insistió una y otra vez en que la incorporación del "relator" apenas cambiaba nada, que en el fondo no era "ninguna noticia", pero que su función podría ser "bastante útil" para encauzar el debate entre los partidos del Parlament. Porque ahora, dijo, había llegado el momento de encarar las "soluciones políticas", más allá de los "problemas cotidianos" de Catalunya.

"No seríamos un Gobierno digno si estuviéramos en una situación escapista. Eso ya lo hizo el Gobierno anterior –señaló la vicepresidenta durante su larga comparecencia-. Es un asunto de carácter práctico. El relator es alguien que puede ayudar a hacer el trabajo. No tiene más. No es un observador internacional. No es alguien que venga a mediar en esta situación".

Sus explicaciones no convencieron. Ni al independentismo, que para no rechazar los Presupuestos piden otros gestos como abordar el derecho de autodeterminación, ni al PP y Cs, que convocaron una marcha para el próximo domingo en Madrid, ni tampoco al PSOE, un partido propenso a incendiarse en los debates sobre Catalunya. Sobre todo, entre los presidentes autonómicos, que temen que la relación del Ejecutivo con ERC y el PDECat les pueda pasar factura en las elecciones autonómicas y municipales del 26 de mayo, como ocurrió el pasado diciembre en Andalucía.

El malestar entre los socialistas es transversal, no solo de los dirigentes tradicionalmente críticos con Sánchez. Abarca al aragonés Javier Lambán, que habló de "cesiones" que "ponen en cuestión la Constitución y la decencia". Al castellano-manchego Emiliano García-Page, que se confesó "perplejo" y pidió una cita del Consejo de Política Federal, que reúne a todos los líderes territoriales del PSOE, para que Sánchez ofrezca explicaciones. Y al extremeño Guillermo Fernández Vara, que señaló que "las cosas que son difíciles de explicar son aún más difíciles de entender". Pero también a Luis Tudanca, jefe de la oposición en Castilla y León. Siempre alineado con Sánchez, Tudanca argumentó esta vez que el Gobierno se había "explicado mal, muy mal".

La "desinformación"

A todos ellos, Calvo les dijo que hablaban desde la "desinformación" y el "desconocimiento". "El Gobierno está haciendo su trabajo con madurez y prudencia. Cuando intervenimos en público, debemos tener información para poder acertar en lo que decimos", afeó a los suyos.

Fuentes cercanas a varios presidentes autonómicos explicaron después que tenían la información que les había dado el Gobierno: "Es decir, ninguna". Su temor, coincidieron, es que la sociedad no entienda este tipo de gestos y que además sean "inútiles", si ERC y el PDECat no acaban apoyando los Presupuestos. En la Moncloa también lo ven difícil, más aún al calor del inminente juicio al 'procés' en el Tribunal Supremo, pero insisten en que su obligación es volcarse en el diálogo. "Para saber adónde vas –dijo Calvo-, tienes que hacerte la pregunta contraria: ¿Y si no, qué?".