Cassandra y Strawberry, de Twitter a la cárcel

Sus tuits sobre Carrero Blanco les cuestan tres meses más de prisión que los que recibió un joven por apalear a su novia

ROGER PASCUAL / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El nombre quizás no les suene, pero muchos recordarán la imagen de Narkis Yakolev, el joven al que una videocámara de un edificio de San Juan de Alicante grabó cuando propinaba una brutal paliza a su novia. Fue condenado, tras presentar un recurso, a nueve meses de prisión. Tres meses menos de los que le han caído a un tuitera Cassandra Vera por 13 tuits sobre Luis Carrero Blanco, almirante y presidente del Gobierno franquista. Su caso, igual que las de los raperos César Strawberry, Valtonyc, Pablo Hásel o el caso de los titiriteros, vuelve a abrir el debate de los límites de la libertad de expresión y la proporcionalidad de las penas.

{"zeta-legacy-video":{"videoId":"1480074927716"}}

De la pena del telediario se ha pasado a la pena de Twitter. En los últimos meses ha empezado un degoteo de condenas por las opiniones vertidas en las redes sociales. A Cassandra le ha caído la misma que el Supremo le impuso a Strawberry, cantante del grupo rap Def con Dos, por bromear también, entre otros, sobre el delfín de Franco. Strawberry fue condenado por enaltecimiento del terrorismo o humillación de las víctimas por los tuits que publicó entre noviembre de 2013 y enero de 2014 en los que mencionaba a Franco, Carrero Blanco, el funcionario de prisiones secuestrado por ETA José Antonio Ortega Lara, el socialista Eduardo Madina y a los GRAPO. 

La fiscalía investiga también al rapero Hásel, condenado a dos años de prisión por el Tribunal Supremo por un delito de enaltecimiento del terrorismo, por humillación a las víctimas del terrorismo por varios tuits como por ejemplo "es un error no escuchar lo que canto, como Terra Lliure dejando vivo a Losantos".

Hace dos semanas el tuitero @Carloskonami aceptó una pena de ocho meses de cárcel por tuits xenófobos, entre ellos uno que se burlaba de las víctimas catalanas del accidente aéreo de Germanwings, en la primera sentencia firme por catalanofobia que se dicta en Catalunya. "Poca mierda veo en Twitter para haberse estrellado un avión lleno de catalanes", escribió el 24 de marzo del 2015. 

Las bromas en Twitter estuvieron a punto de costarle caras a Guillermo Zapata. La Audiencia Nacional absolvió al edil de Ahora Madrid del delito de humillación a las víctimas por el que fue juzgado, al entender que tuits como "han tenido que cerrar el cementerio de las niñas de Alcàsser para que no vaya Irene Villa a por repuestos" encajaban dentro del humor macabro, pero no del tipo penal por el que la asociación Dignidad y Justicia pedía para él un año y ocho meses de prisión.

¿Dónde acaba la libertad de expresión y empieza la humillación? ¿Es lógico pedir cárcel por un tuit como el de Cassandra, algo que hasta una nieta de Carrero Blanco ve "disparatado"? Son algunas de las preguntas que abren estos casos y que la justicia debe resolver.