CATARSIS EN LAS FILAS NACIONALISTAS
CDC inicia su refundación con Neus Munté como piedra angular
Los convergentes decidirán este viernes en votación el nombre de su nuevo partido
Xabi Barrena
Periodista
Periodista de la sección de Política
XABI BARRENA / BARCELONA
En Convergència los símiles con la política norteamericana gustan más que a Carles Puigdemont hablar de Girona. Desde el ‘supersábado’ de mayo, cuando se interpeló a la militancia sobre el futuro del partido, al ‘ticket’ presidente-vicepresidente que Artur Mas propuso el miércoles. Pero los símiles no siempre son perfectos. Si en EEUU los vicepresidentes tienen, salvo drama o tragedia (véase Lyndon B. Johnson y Gerald Ford), un papel absolutamente secundario, en la nueva Convergència eso no será así. La que con toda seguridad será vicepresidenta del partido, Neus Munté, saldrá del congreso de nacimiento de la nueva CDC como la piedra angular de la organización, por su papel en el partido y en el Govern.
Obvio es que primero deberá salvar todo el entramado congresual, en especial habrá que estar atentos a qué decide la militancia sobre el régimen de incompatibilidades entre cargos del partido y otros institucionales. Se abren tres opciones: la primera, que no haya ningún corsé; la segunda, que se limite a uno los cargos externos que se puedan aceptar, y la tercera (y que de ser la más votada sería todo un bofetón nada menos que a Mas), que no se permitiera la doble pertenencia.
Si se aprueba la primera, el camino queda expedito para Munté. Con la segunda, exactamente igual, pero abandonaría su escaño en el Parlament, aunque no la 'conselleria' de Presidència. Súmese esto a lo dicho por Mas en cuanto a que el 'ticket' presidencial tendría también funciones de coordinación dentro del partido.
Munté es renuente a abandonar el Govern. Es la mano derecha del ‘president’ y, por haber ejercido de vicepresidenta del Ejecutivo en la legislatura pasada, tiene el Govern “en la cabeza”, apuntan fuentes del Palau de la Generalitat. Además, su relación con los socios de los convergentes, ERC, es razonablemente buena.
MALESTAR INTERNO
Otra cosa es que en algunos sectores del partido no haya sentado excesivamente bien el proceder de Mas al presentar una propuesta que sabe que, gracias a su ascendente entre los más de 3.000 congresistas ya acreditados para el cónclave que se inicia este viernes, tiene fácil sacar adelante. Más o menos lo mismo con la puesta encima de la mesa, nunca en público, del propio nombre de Munté. En voz baja hay quien acusa a Mas de impedir toda renovación real del partido. Más si cabe si, como desea la actual ejecutiva, es Jordi Turull quien lidera la ejecutiva de 12 personas que se elegirá en 15 días.
El doble cónclave (el de cierre de CDC y el de fundación de la nueva fuerza) votará este viernes el nombre de la nueva marca, algo que elegirán los congresistas entre un mínimo de dos opciones, pero que muy bien podría ser alguna más.
A lo largo del sábado, la militancia debatirá, por un lado, el perfil ideológico del nuevo partido y, por el otro, el organigrama organizativo. El domingo a mediodía, a falta de una dirección elegida (proceso que se hará vía elecciones primarias el 23 de julio) será el ‘president’ Puigdemont quien eche el cierre.
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