LA CONTRACRÓNICA

Resignados al empate local

La afición de Ciutadans se vino arriba al final de una noche en la que pasaron muy malos ratos

JORDI MERCADER / BARCELONA

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El golpe emocional de las ocho en punto se soporta gracias a la amabilidad de los medios que les han avanzado el resultado y el desastre no les pilla por sorpresa. A la hora del sondeo, la sala del Hotel Catalonia de la plaza de Espanya, cuartel electoral de Ciutadans, está ocupada por dos docenas de periodistas, abandonados a su suerte por los dirigentes del partido que siguen el anuncio de lo que ya saben refugiados en otra estancia. Pasarán varios minutos hasta que el concejal Paco Sierra asome por la desangelada sala con su mejor sonrisa profesional para ejercer de mensajero templador de gaitas. La noche pinta negra, sin que el tono naranja de las dos grandes pantallas que anuncian El Cambio a Mejor consigan paliar la decepción.

La palabra mágica de las veladas electorales en casa de los perdedores no tarda en pronunciarse. José Manuel Villegas, cuyo escaño está perdido en aquel momento, aparece por televisión y desde Madrid, recomienda prudencia, arrastrando penosamente las palabras. En la sala, el diputado Carrizosa toma el mando de la situación, frente a una veintena de militantes. Habla de los efectos perniciosos del puente de Sant Joan, la esperanza del voto por correo, la injusta ley electoral. Luego, se baja del faristol y participa activamente de la ceremonia de la solidaridad entre los fieles, golpecitos en la espalda y frases en voz baja como en un funeral ya convocado.

Con las primeras papeletas, la perspectiva de una tormenta política sigue en pie. Carrizosa, instalado frente al televisor, empuña las gafas de leer porque el número de diputados ha empequeñecido alarmantemente. Cuatro diputados en Catalunya y 27 en total. Dos horas más tarde, cuando el recuento les otorga el diputado número 29, las pantallas gigantes empiezan a funcionar y aunque Juan Carlos Girauta todavía no ha abandonado el reservado para los dirigentes, la vida vuelve a la sala, gracias a la presencia de unos niños que corretean alegremente, ignorantes del mal rato que están pasando sus padres. Cuando se gana el diputado 32, el que iguala los 5 por Catalunya, los asistentes lo celebran como un gol de la Roja en el último minuto. La afición de Ciutadans se ha venido arriba, resignados al empate local y al batacazo global.