A LOS 92 AÑOS

Muere Fernando Álvarez de Miranda, figura de la transición

Fue el primer presidente del Congreso de la etapa constitucional y Defensor del Pueblo

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Fernando Álvarez de Miranda, que presidió el Congreso de los Diputados entre 1977 y 1979 y fue Defensor del Pueblo de 1994 a 1999, ha fallecido la noche de este sábado en su domicilio de Madrid a los 92 años a causa de un infarto, según han informado a Efe fuentes familiares. Nacido en Santander, el 14 de enero de 1924, fue el primer presidente del Congreso con la Constitución ya en vigor. Era licenciado en Derecho y durante años compatibilizó la docencia con la abogacía. Estaba casado con María Luisa García Pamplona y tenía cinco hijos. Uno de ellos, Ramón, preside actualmente el Tribunal de Cuentas.

En 1958, Álvarez de Miranda participó en la fundación de la Democracia Social Cristiana, de José María Gil-Robles. En junio de 1962 acudió al Congreso del Movimiento Europeo, conocido como el 'contubernio de Múnich' y a su regreso de esta reunión de fuerzas moderadas opositoras al régimen de Franco fue deportado a Fuerteventura.

MILITANCIA DEMOCRISTIANA

De nuevo en la península, en 1964 el conde de Barcelona le nombró miembro de su consejo privado. Alejado ya de la formación de Gil-Robles, Álvarez de Miranda formó parte de Izquierda Demócrata Cristiana, partido que presidía Joaquín Ruiz-Giménez, y en el que ocupó la vicepresidencia. A raíz del congreso de la formación en El Escorial (Madrid) en abril de 1976, encabezó una importante escisión de la que nació Izquierda Democrática, de la que fue elegido vicepresidente.

Pero su paso por este partido fue breve porque el mismo año creó el Partido Popular Demócrata Cristiano (PPDC), del que fue presidente. Meses después, en abril de 1977, el PPDC y la Unión Democrática Española (UDE) se fusionaron para formar el Partido Demócrata Cristiano (PDC), que también presidió. Antes de las elecciones constituyentes del 15 de junio de 1977 se integró en la Unión de Centro Democrático (UCD) de Adolfo Suárez.

EMBAJADOR EN EL SALVADOR

Tras estos comicios ocupó la presidencia del Congreso de los Diputados, cargo en el que permaneció hasta 1979. Fue una de las cinco personas que firmaron el texto final de la Constitución de 1978. Renovó su escaño en el Congreso el 1 de marzo de 1979.

Como consecuencia del terrorismo de ETA y el intento de golpe de Estado, en mayo de 1981 se mostró favorable al restablecimiento de la pena de muerte para casos excepcionales de terrorismo. En pleno periodo de desintegración de UCD, en febrero de 1983, tras la dimisión de la presidencia de Landelino Lavilla, fue elegido miembro de la gestora, en la que permaneció hasta su disolución en 1985.

En febrero de 1986 fue nombrado embajador en El Salvador, cargo desde el que participó en las negociaciones de paz con la guerrilla y en el que se mantuvo hasta 1989. Miembro del Consejo de Estado desde noviembre de 1990, cuatro años después fue nombrado Defensor del Pueblo, una etapa en la que destacó por reclamar pensiones de viudedad para parejas de hecho y por la creación de una asesoría especial sobre violencia doméstica.