Resguardados por el dique de Podemos

ERC, CDC y PNV solo se decantarán por Sánchez si la fuerza morada da su brazo a torcer

Francesc Homs (DLl) y Joan Tardà (ERC) conversan con Aitor Esteban (sentado) y otro diputado del PNV, ayer.

Francesc Homs (DLl) y Joan Tardà (ERC) conversan con Aitor Esteban (sentado) y otro diputado del PNV, ayer.

XABI BARRENA / BARCELONA

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“Después de esta semana que hemos vivido, casi catártica, vendrán los movimientos de calado”. Así se expresa una voz catalana en el Congreso cuando se le hace la pregunta que recorre todo Madrid: “¿Y ahora qué?”. Valga decir, acaso como previa, que las mentes catalanas destinadas al frente de la capital comparten todas el síndrome postraumático de combate nacido tras la tortuosa negociación y desenlace de investidura catalana.Y por tanto subyace cierta sensación común entre estas voces de que no habrá elecciones en junio.

ERC y CDC han jugado esta semana al ‘poli bueno’, ‘poli malo’. Ambos saben que el referéndum que les gustaría no va estar ni por asomo encima de la mesa, por lo que se preparan para, llegado el caso, cobrar lo que irremediablemente sería su apoyo a Pedro Sánchez.

¿Llegado el caso? Sí. ERC, CDC y el PNV viven felices por cuanto mientras Podemos se mantenga en el ‘no’ ellos no tienen porque preocuparse por lo que votarán. Otra cosa es si el dique que les protege cede y todas las miradas se dirigen hacia ellos. Sobre todo si se produce con un anuncio de abstención de la fuerza lila (por la presión de su electorado y sectores sociales afines) al pacto PSOE-Ciudadanos. Solo entonces, por ejemplo, el PNV apoyará al socialista. En el debate de esta semana ya ha habido muestras del acercamiento existente y que se concretaría, solo si hay investidura. Ahora mismo los nacionalistas vascos, siempre fieles a la llamada agenda vasca, y a meses de las elecciones al Parlamento de Vitoria, pueden ser considerados el máximo exponente de ‘la puta y la Maitetxu’, la versión vasca de la 'Ramoneta convergente'.

En el caso de que se concretara un Gobierno del PSOE, sin el PP, los partidos catalanes tendrían muy difícil justificar en determinados feudos, como el área metropolitana, que hubieran salvado la cara, aun sin querer a Mariano Rajoy. Unos feudos que, precisamente, son donde el independentismo tiene pendiente de entrar para alcanzar ese 50% del voto a la causa secesionista que ahora se han fijado como objetivo.

Forzados al acuerdo y con el referéndum en el plano de lo utópico, la acción catalana seha propuesto en esta semana como, por un lado, un golpe al hígado de los socialistas por su trayectoria, desde la Loapa al Estatut (“Hay pocas diferencias entre PP y PSOE”, dijo Joan Tardà, antes de aseverar que “Zapatero ya engañó al ‘president’ Maragall”). Y por el otro, un buen tono, vía CDC, que puede dar sus réditos.

EL FLA, EN JUEGO

Sánchez, en el debate, ya abrió las puertas a negociar, por ejemplo, el margen de déficit que el Estado permite a las autonomías. Se podría unir una refinanciación de los intereses del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) e incluso una rebaja de sus tipos. El dinero que el Banco Central Europeo (BCE) da al Estado al 0,05% este lo presta a las autonomías al 0,83%. Hay margen.

También la recuperación de la adicional tercera del denostado Estatut, que obliga al Estado a revertir el déficit en infraestructuras en Catalunya permitiría, en conjunto, crear una auténtica bombona de oxígeno para la Generalitat y sus maltrechas cuentas. Hace pocas semanas, el secretario de Economia, Pere Aragonés, señaló que se precisaban 2.000 millones de euros para cuadrar cuentas. Y recuérdese que sí, que el ‘president’ es de CDC, pero el vicepresidente y ‘conseller’ de Economia, por designio propio, es Oriol Junqueras y que se juega gran parte de su futuro y de sus expectativas de ser algún dia presidente con su gestión al frente de este departamento. Es un ‘win-win’ republicano-convergente.

Evidentemente, todo ello si la tan anunciada gran coalición entre PSOE, PP y Ciudadanos. Si ello sucediera, los 17 diputados independentistas catalanes se sentarían en su escaño de la Carrera de San Jerónimo con el mismo espíritu con el que los colonos norteamericanos divisaron la llegada de las tropas mexicanas en El Álamo, episodio del que en este domingo se cumplen justo 180 años.