Mas tacha de cómplice de Rajoy a la izquierda catalana no secesionista
El 'president' apela al catalanismo moderado para vencer y pone a ICV y Podemos en el saco del 'no'
CDC avala por aclamación el pacto con ERC sin conocer todavía el programa ni la lista completa

Artur Mas, junto a Josep Rull, Neus Munté y Jordi Turull, saludando a los consejeros nacionales de Convergència. /
Una vez logrado que Esquerra entre en la lista independentista con CDC, el líder convergente y president, Artur Mas, inició ya este domingo la precampaña electoral imponiéndose como tarea captar votantes del catalanismo no secesionista y colocando a los partidos y movimientos de izquierdas que no han avalado su plan en el mismo saco del PP y Ciutadans, el saco malo. El saco del no.
Mas y Convergència han ganado una partida y se nota. Las bases que integran el consejo nacional llenaron el Palau de Congressos para ovacionar a su líderes con gritos de «¡independencia!» y aprobar por aclamación la candidatura junto a los republicanos, ANC y Òmnium, aunque todavía no se hayan desvelado los detalles del programa (los militantes convergente dieron el sí sin conocer texto alguno ni tampoco el conjunto de la candidatura).
Asumir la responsabilidad
Pero la victoria parcial ya se había producido cuando ERC, Òmnium y la ANC dieron su brazo a torcer y renunciaron a la lista sin políticos. Mas fue generoso con ellos pero al mismo tiempo les recordó que ya que desde el 2012 las elecciones repartieron el timón entre CDC y Esquerra, ahora tocaba también corresponsabilizarse y no solo presionar al Govern, en clara alusión a la Assemblea: «Cuando alguien se significa tanto es lógico que asuma también una parte de la responsabilidad» para tener más opciones el 27-S. También hubo mensaje para Esquerra: «En los momentos más delicados del proceso todos se han de sentirse corresponsables de las grandes decisiones». A la CUP, sin citarla, la acusó de haberse quedado en la «comodidad» de sus siglas. Pero, quizá porque les necesitará tras el 27-S, el ataque fue sutil y breve.
Mas admitió que, antes del acuerdo, las opciones del independentismo no eran las idóneas. Y tras la ovación de sus bases al nuevo ímpetu del independentismo, se puso el traje de la moderación y pidió el apoyo de todos los que se sientan catalanistas, de los que estén por el derecho a decidir, de los que votaron sí-sí en el proceso participativo del 9 de noviembre y de los que votaron sí-no. Y es que CDC se ha propuesto llevar votos moderados al zurrón de su candidatura. Lo dijo el coordinador general, Josep Rull, invitando a los que se sienten catalanes y españoles porque el objetivo «no es radicalizar a los convencidos sino ampliar la base», con votos de la gente «moderada, de centro, pactista y consensual».
Pero Mas habló también en términos negativos. Atacó a las coaliciones de izquierdas que quieren plantear las elecciones en clave social (minutos antes se había presentado el acuerdo de ICV-EUiA con Podemos y otras fuerzas) y las puso en el mismo saco que el PP o Ciutadans. El saco del no. El president retorció tanto el argumento que pese a haber liderado un Govern protagonista de severos recortes, avisó de que la izquierda que no apoye su lista será cómplice del Gobierno de Mariano Rajoy, de los recortes al autogobierno y a la normalización lingüística. «Hablarán del eje social pero apostarán por que no podamos hacer un decreto contra la pobreza energética», espetó.
El futuro de CDC
Todo ello en un ambiente de satisfacción que dejó la refundación de CDC en un discreto tercer plano. Se informó de que la exlíder de las juventudes, Marta Pascal, será la nueva portavoz. Y se presentaron las conclusiones de los debates internos en términos tan genéricos como «priorizar las políticas sociales» con un modelo a favor del «progreso social» y una fiscalidad «justa», así como la «limitación de mandatos» y «facilitar el relevo en los cargos». Pero hablar de asuntos como recortes, el caso Pujol o las privatizaciones no toca. La refundación se llama independencia.
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