LA ESTRATEGIA DE LOS CONSERVADORES

Rajoy ya no es presidente

Nuevas caras en la cúpula del PP 8 Rajoy conversa con Pablo Casado (centro) y Jorge Moragas

Nuevas caras en la cúpula del PP 8 Rajoy conversa con Pablo Casado (centro) y Jorge Moragas

PILAR SANTOS / PATRICIA MARTÍN / MADRID

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Dos días después de las elecciones del 24 de mayo, cuando los barones del PP se revolvían contra Mariano Rajoy como casi nunca habían hecho públicamente, uno, más comedido en las formas, que no en el fondo, aseguraba en privado: «Estamos a vueltas con los congresos autonómicos, para renovar las caras en las comunidades, pero aquí la cara que hay que cambiar sí o sí es la de Rajoy. El presidente representa la marca ahora y la marca del PP está muy tocada, como él».Pero el jefe del Ejecutivo no se ha dado por aludido. Ni porque se lo dijera su amigo Juan Vicente Herrera -que está pensando dar un paso atrás en la Junta de Castilla y León-, cuando le pidió que se mirara en el espejo, ni porque algún otro se haya atrevido a decírselo en privado. Rajoy considera que se merece volver a presentarse. Porque cree que se merece intentar renovar el apoyo como presidente del Gobierno después de haber estado ocho años en la oposición y haber llegado a la Moncloa con una mayoría absoluta que le ha dado tranquilidad parlamentaria, pero que su partido ha dilapidado en dos años y medio, arrastrado por la crisis y los numerosos casos de corrupción que han afectado a sus filas.

Crisis y corrupción

Ahora, tras las peticiones de renovación dentro del PP y neutralizados dirigentes que podrían haber cuestionado su liderazgo durante semanas (José Antonio Monago y Esperanza Aguirre), Rajoy ha decidido hacer unos retoques en la cúpula con un mensaje: él se pone al frente de todo, también del partido. Con su rectificación admite que ha abandonado a su formación durante estos tres años en el Gobierno para volcarse en la gestión de la crisis (y también para poner distancia con los escándalos de Bárcenas, Bankia, la Púnica...).

Y junto a él, junto a Rajoy, Jorge Moragas, su jefe de Gabinete y uno de sus leales compañeros en su travesía por el desierto de la oposición. Moragas será el director de la campaña de las elecciones generales y asegurará esa coordinación entre el PP y el Gobierno que ha faltado estos tres años. Una vez que el dirigente conservador ha demostrado que no quiere mirarse en el espejo y que no acepta dudas sobre su liderazgo, quiere hacerlo todo a su manera. La estrecha relación con Moragas le permitirá tener un control total sobre su propia campaña. Rajoy se considera un experto en esas lides. Fue director de varias campañas de José María Aznar, entre otras la del año 2000, en la que el expresidente logró mayoría absoluta.

Según fuentes del nuevo equipo, hay unos objetivos estratégicos que serán prioritarios. Estas fuentes citan la necesidad de «recuperar la ilusión del partido», «movilizar a los abstencionistas» «renovar el mensaje del PP, que debe ser más cercano, sensible y social».

Empatía es otra palabra que, tras la reunión del pasado jueves en la que Rajoy anunció los nombres de cuatro nuevos vicesecretarios, repetían varios dirigentes del PP, que lamentaban que se hubiera perdido «la conexión» con la sociedad. El ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, y el todavía presidente de la Comunidad de Valencia, Alberto Fabra, explicaron que la conferencia política que Rajoy anunció para mediados de julio debe utilizarse como plataforma para modernizar la imagen del partido y emitir señales de que el PP ha entendido el mensaje de la ciudadanía sobre la necesidad de una mayor participación y transparencia.

En este contexto, fuentes populares consideran que en la conferencia se debe plantear la reforma electoral, la reducción de aforados, la política de indultos y las primarias. De hecho, la nueva vicesecretaria de Programas, Andrea Levy, dijo el viernes que este sistema de elección «se puede estudiar».

Cambios en el Gobierno

Con los retoques en la dirección, falta por ver si el jefe del Ejecutivo se animará finalmente a renovar alguna cara del Gobierno para acabar la legislatura. Sobre la mesa hay al menos un cambio que desearía por su propio interés el afectado: el ministro de Educación, José Ignacio Wert, quiere ser embajador ante la OCDE, un puesto que está vacante. Pero Rajoy, al que se lo pidió hace meses, ha demostrado una vez más que los tiempos de los demás a veces no casan con los suyos. Tampoco le afecta la presión mediática como se ha comprobado esta semana, cuando la prensa daba por descontado, tras escuchar al propio presidente y a dirigentes del PP, que haría la remodelación el miércoles o el jueves.

Fuentes de la Moncloa explican que los ministros se van a volcar con el PP y que van a defender «sus resultados en la lucha contra la crisis». A partir de ahora, como casi siempre que se acercan generales, el partido y el Gobierno, distanciados durante toda la legislatura en este caso, serán solo uno.