Unió define este domingo su papel en el proceso soberanista de Mas

Ramon Espadaler, Josep Antoni Duran Lleida y Joana Ortega, dirigentes de Unió.

Ramon Espadaler, Josep Antoni Duran Lleida y Joana Ortega, dirigentes de Unió.

XABIER BARRENA / BARCELONA

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Unió encara este domingo una encrucijada sin igual en sus 38 años de trayectoria desde el restablecimiento de la democracia. Siendo la democristiana una fuerza a resguardo de las crisis internas por motivos electorales, gracias a su coalición, primero, y federación, después, con CDC, la consulta a la militancia de este 14-J pone en juego tanto una forma de entender la política catalana como de manejar ese acuerdo con Convergència. 4.095 afiliados se pronunciarán sobre si están de acuerdo o no con una pregunta sencilla ('¿Queréis que Unió continúe con su compromiso con el proceso, desde el catalanismo integrador y de acuerdo con los siguientes criterios?') a la que acompaña una prolija descripción de condicionantes, dando como resultado una papeleta aún más alambicada que la del 9-N.

Lo primero a despejar será el papel que jugará Unió en lo que queda de proceso, que es tanto como decir dónde se ubicará en el 27-S. Una victoria del oficialismo, que se alinea con el 'sí', propiciaría más pronto que tarde una tensión casi definitiva con Convergència. El secretario general democristiano, Ramon Espadaler, el 'padre' de la pregunta, ha explicado que de vencer su propuesta, esta se llevaría al seno de la federación. Eso abriría un diálogo que, de florecer en un pacto, debería, a su vez, negociarse de nuevo con ERC. No parece que Convergència y Esquerra se sienten dos veces a negociar lo mismo, puesto que ambas fuerzas firmaron el 31 de marzo la llamada hoja de ruta hacia la independencia. La otra opción es que Unió llevara a CDC y ERC su propuesta, pero entonces tendría sentado al otro lado de la mesa a su socio de federación. Un galimatías de paradojas, en definitiva.

Todo esto sin olvidar que el partido mayoritario de la alianza (CDC) se halla en una onda explícitamente independentista. Así se refleja en la hoja de ruta y así constará en su programa electoral. «Las elecciones del 2012 fueron las del derecho a decidir. No iremos hacia atrás», apuntó recientemente una voz autorizada del partido.

En el supuesto, que es mucho suponer, de que el concepto «plena soberanía» que señala uno de los criterios de Unió (y que ya aparece en la declaración del Parlament de enero del 2014) sea compatible con el de «estado independiente» que firmaron CDC y ERC, la colisión en cuanto a cómo llegar a esa plena soberanía es inevitable. El horizonte de la declaración de inicio de la transición hacia la independencia y la proclamación final, ambas unilaterales, son escollos demasiado altos.

PLÁCIDO ATERRIZAJE

La victoria del 'no' permitiría un encaje más plácido de Unió en la hoja de ruta. Se negociarían algunos puntos, como ha declarado uno de los críticos, Antoni Castellà, sobre todo acerca de los plazos, pero la calma se mantendría. Parece inimaginable que si los críticos vencen al estatus quo del partido, ERC y CDC no sean receptivos a sus propuestas, toda vez que su independentismo 'pata negra' ha quedado patente. Y se evitaría la imagen de rotura de la vajilla soberanista.

Además, desde el miércoles, la consulta de hoy es todo un plebiscito sobre el liderazgo de Duran. Así al menos lo dijo el propio líder de Unió que prometió dar un paso atrás si vencía el 'no'. Vista en esta perspectiva, la victoria del 'sí', es decir de Duran, finiquitaría la pulsión independentista de Unió, cuya minoría quedaría patente. Duran y Mas se hallarían separados por la explicitación de la independencia en el programa electoral de la federación (entre otros elementos). La fractura del pacto entre la C y la U estaría más cerca que nunca. Esta vez sí.

Y no solo en CiU. También en la propia Unió. Mas está diseñando una lista electoral que pretende abarcar todas las sensibilidades. No es descabellado pensar (esa es la acusación de la dirección del partido a los críticos) que el 'president' reserve puestos de honor a los díscolos democristianos. La victoria del no salvaguardaría la federación, a riesgo de que Unió fuera fagocitada por CDC

NEUTRALIDAD SUIZA

Los dirigentes convergentes, empezando por el propio Mas, han guardado una exquisita neutralidad acerca de la consulta. Silencio que caduca mañana. Entre otros motivos porque, se dé el resultado que se dé, el papel de los tres miembros de Unió en el Govern estará en entredicho. Tanto la vicepresidenta, Joana Ortega, como los 'consellers' Espadaler Josep Maria Pelegrí han hecho entusiasta campaña por el . Si esta opción vence, ¿cabe tener en el Govern, a tres meses de una elecciones plebiscitarias -según óptica soberanista- a consellers que no coinciden con la ruta del president? Y si vence el no, ¿cabe mantener a miembros de la facción no solo derrotada, sino además ya saliente de la dirección de Unió? La crisis de Govern, pues, parece cantada.