ACTO DE SOCIETAT CIVIL CATALANA
El espejo ¿roto? de Quebec
Jean Charest, exprimer ministro quebequés, alerta de las «cicatrices» sociales que dejó el referéndum
No era ayer la primera vez que Jean Charest, el liberal y federalista primer ministro de Quebec del 2003 el 2012, visitaba Catalunya. Aterrizó el 10 de octubre del 2011, cuando dirigía la francófona provincia canadiense, para ser recibido por el presidente de la Generalitat, Artur Mas, que mostró una indisimulada envidia: «Deseamos lo mismo que Quebec respecto a Canadá, es decir, queremos el derecho a decidir libre, democrática y pacíficamente nuestro futuro». Por aquel entonces aún faltaba un año para que el líder de CiU se embarcase rumbo a Ítaca, de modo que Charest no profundizó en el debate.
En su regreso a Barcelona, ayer, sí abordó de lleno la cuestión, con el conocimiento de causa de los dos referéndums celebrados en su país, en 1980 y 1995, que se zanjaron con sendas victorias del 'no' a la independencia. Y seguramente el discurso no agradase tanto a Mas: «Hay muy pocos problemas que se pueden solucionar con un 'sí' o un 'no'. Un referéndum da respuestas, pero divide y bloquea. En Canadá, dividió familias, creó tensiones y generó cicatrices. Aunque pensemos que resuelve los problemas, a veces exacerba las divisiones. No es la panacea». El marco de reflexión ayer era totalmente distinto. Se trataba de un coloquio con el exministro socialista Josep Borrell organizado por la plataforma antiindependentista Societat Civil Catalana, que orientó la disertación hacia «las consecuencias de la tensión soberanista en Catalunya y Quebec».
Charest citó poco a Catalunya, pero implícitamente se refirió muchas veces, como cuando pareció reprender al 'president' por querer convertir unas elecciones en un plebiscito. «Un referéndum no es una campaña electoral. La responsabilidad en un referéndum es mucho mayor. Las campañas son un 'show' y se exageran las diferencias», recalcó el político quebequés, para quien los independentistas son los que tienen la «responsabilidad» de presentar las consecuencias y los costes que tendría una separación.
El consejo de Charest para Catalunya es que intente mantener un debate «sin excesos» y con «respeto mutuo» porque las consecuencias de una secesión son «graves» para una sociedad. Y terminó deleitando al auditorio al sugerir que el independentismo es una moda, como todas, pasajera: «Con el tiempo cambian las prioridades. En Quebec ahora es la economía».
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