Fuerzas en apuros

El mal fario de IU y UPD

La fuerza rojiverde y la mangenta languidecen frente a Podemos y C's tras batir todos sus récords en los sondeos

IU 8 Alberto Garzón, candidato a la Moncloa.

IU 8 Alberto Garzón, candidato a la Moncloa.

JOSE RICO / BARCELONA

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No hace tanto, algo menos de dos años, en las sedes de dos partidos, IU y UPD, se frotaban las manos con una sonrisa de oreja a oreja. Hoy se frotan los ojos boquiabiertos. Era a mediados del 2013 cuando el barómetro del GESOP para EL PERIÓDICO vaticinaba que Izquierda Unida podría llegar a unos históricos 50 escaños en el Congreso (ahora tiene 11). Su candidato a la Moncloa, Alberto Garzón, lo explicaba así dos días después en estas páginas: «Responde a una tendencia que vienen señalando los sondeos desde hace un año: el desplome del bipartidismo permite el crecimiento de opciones alternativas, como es IU». Aquella misma encuesta situaba al partido de Rosa Díez en los 33 diputados (hoy tiene 5).

En diciembre pasado, las cosas habían cambiado mucho: UPD con suerte llegaba a los 10 parlamentarios e IU apenas retenía un par. Podemos por la izquierda y Ciudadanos por la derecha han emparedado a las dos marcas que con más fuerza habían combatido al bipartidismo, y justo cuando este presenta síntomas de flaqueza.

Víctima de la ley electoral

La historia ha sido cruel con IU. La veterana coalición ha sido víctima durante décadas de una ley electoral perjudicial para sus intereses, aunque también de una falta de renovación y de un exceso de ortodoxia en su estrategia política que le ha hecho sucumbir frente a la imberbe oferta de Podemos. Así lo demuestra la evolución demoscópica del GESOP. Tras conseguir 11 diputados en el 2011, los rojiverdes comenzaron la legislatura con una fidelidad de voto del 73,2% que fue creciendo, aupada por los recortes sociales, hasta el 82,1% en junio del 2012, siendo entonces la fuerza con el electorado más fiel.

España acababa de ser rescatada, la UE y los mercados embestían a diario, el PP incumplía una promesa tras otra y la corrupción enseñaba sus fauces. Pero el 2013 aún sería más fructífero para las huestes de Cayo Lara. Aunque su fidelidad de voto empezó a resentirse, el desplome del PP cuando Luis Bárcenas tiró de la manta y la inanición del PSOE situaron al bipartidismo en mínimos históricos (por debajo del 55% de los votos) y facilitaron que IU fuese duplicando sus expectativas. En enero de ese año se le adjudicaban hasta 25 diputados, y seis meses después, 50.

El mejor resultado electoral de su historia fueron los 21 escaños de Julio Anguita en 1996. Su condición de alternativa al PSOE y su papel clave para formar mayorías alternativas a la derecha parecía ya incuestionable, incluso cuando a finales de ese 2013 la organización frenó en seco su crecimiento porque gran parte del voto desafecto del PSOE pasó a engrosar el saco de indecisos y abstencionistas. La fidelidad de voto de IU bajó entonces del 50% y aquellos 50 escaños se quedaron en 34.

El viraje a la derecha que imprimió el PP a principios del 2014, con leyes como la de educación, la de seguridad ciudadana y la fracasada reforma del aborto, devolvió músculo a IU justo antes del gran derrumbe. Estrenó el año con una expectativa de 37 a 39 escaños que solo seis meses después se habían quedado en 15 a 17. Entre medias, las elecciones europeas habían entronizado a Podemos como referente de la izquierda alternativa, pese a que IU obtuvo un eurodiputado y 321.471 votos más. El partido lila debutó en el barómetro del GESOP en junio del 2014 con 58 escaños, absorbiendo el 48,3% de votantes de IU. En el último estudio, de diciembre pasado, Pablo Iglesias superaba los 100 parlamentarios y succionaba al 56,1% de electores de una coalición que regresaría al grupo mixto, esto es, a los tiempos de Gaspar Llamazares. El último dato de fidelidad de voto era del 22%, 60 puntos menos que a mitad del 2012.

En otro extremo, UPD ha transitado por una montaña rusa calcada a la de IU, con la diferencia de que la última proyección de escaños, de 8 a 10, era mejor que su marca actual: 5. No obstante, la fidelidad del voto a Díez se ha reducido a menos de la mitad a lo largo de la legislatura, del 66,7% de febrero del 2012 al 30,8% con que cerró el 2014. Su cota máxima, un 79,1%, la registró en junio del 2012. En cuanto a sus expectativas electorales, su techo lo marcó en junio del 2013, cuando el GESOP le vaticinó de 31 a 33 diputados. No obstante, el punto de inflexión de UPD llegó antes que el de IU. Empezó a resentirse en noviembre del 2013, en el primer sondeo en que apareció su actual bestia negra, Ciudadanos.

La irrupción de Ciudadanos

Entonces Albert Rivera apenas le hurtaba el 3% de sus votantes, por lo que una displicente Díez le dio con la puerta en las narices a su oferta de pacto. En el siguiente barómetro, de enero del 2014, el partido magenta aún aguantó bien los achaques, por encima de la treintena de escaños. Pero la conjunción de Rivera e Iglesias como adalides de un relevo político y generacional han sido un lastre para Díez, que lleva la friolera de 36 años en cargos públicos.

De hecho, Podemos siempre ha pescado más que Ciudadanos en el caladero de UPD. En junio del 2014, Iglesias le hurtaba el 15,2% de sus votantes y Rivera solo el 3%. Y en diciembre, ya eran el 30,8% los electores que habían emigrado a Podemos, y solo el 5% a Ciudadanos. Una dinámica que puede haberse alterado tras las elecciones en Andalucía. Después de fracasar en aquellos comicios, fueron legión los militantes de UPD que reclamaron aliarse con Ciudadanos. Entre ellos algunos dirigentes del partido. A dos de ellos, los eurodiputados Fernando Maura y Enrique Calvet, se les ha suspendido cautelarmente de militancia tras haber criticado a Díez.