LA CONTRACRÓNICA

Se busca a Robin Hood

Los participantes en el encuentro ven en Fernàndez una nueva forma de hacer política La apuesta del diputado por los movimientos sociales convence de la necesidad de más acción

EMMA RIVEROLA

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Puede que la sociedad esté dividida en ciertos temas y el voto, cada vez más fragmentado, pero David Fernàndez genera una extraordinaria unanimidad entre los lectores. Ellos esperan, desean o reclaman -depende del grado de compromiso de cada uno- otro modo de hacer política, nuevos rostros y, sobre todo, comportamientos más ejemplares. Este diputado de la CUP cuenta con el beneplácito general. Los que llegan al encuentro con una idea clara de su personalidad, la ratifican. Los que dudan, salen convencidos.

Raquel Gisbert confirma la imagen que tenía de Fernàndez. En tono de broma le define como una suerte de Robin Hood de la política. «Al menos intenta luchar por lo que los ciudadanos queremos. No es como otros que se toman el voto como un cheque en blanco». Maria Teresa Prats, una jubilada que destila dinamismo, mira con esperanza movimientos como Podemos o CUP. «Los políticos de ahora ya están exprimidos y nos han exprimido a nosotros. Cada día lees un nuevo caso de corrupción y te preguntas, ¿es posible?». El estudiante de Filosofía José González cambia sus esquemas tras la charla. «Pensaba que era más utópico, pero pisa con los pies en el suelo. Se nota que no viene de la aristocracia política. Me pareció creíble».

Anna Moreno defiende con tanto convencimiento la sinceridad de Fernàndez como denuncia la miseria de los recortes. Profesora de secundaria y asociada a la UB, ve en las aulas las consecuencias de unos presupuestos cada vez más exiguos. Los momentos más duros: «Cuando el CAP retorna a alumnos inmigrantes que se han hecho daño porque no tienen tarjeta sanitaria y el centro está colapsado».  Elisabet Jover ha sufrido los recortes en la escuela, pero en su condición de madre. El colegio al que lleva a su hija ha sido uno de los afectados por el plan de la Generalitat de suprimir la línea de P-3 de algunos centros.

El momento de actuar

«No entiendo que las escuelas y los hospitales no sean la prioridad del Gobierno». Cristina Sandoval tomó plena conciencia de la palabra lucha a los 6 meses de nacer su hija pequeña. Un cáncer devoraba a su bebé. 24 años más tarde, la dureza de cuidar a una joven con un 82% de discapacidad le ha servido de inspiración.  Hace un mes que ha abierto una tienda de ropa adaptada a personas con dificultades funcionales. Cristina no sabe lo que es humillar la cabeza. «Nuestros padres lo tuvieron muy difícil, pero lucharon. Nosotros tenemos más miedo a perder lo poco que poseemos. Pero no podemos perder la dignidad. No todo vale».

Emilio Álvarez, auxiliar de enfermería y estudiante de Psicología y Filosofía, cree que ha llegado el momento de la acción ciudadana. «La política tarda mucho en ofrecer soluciones. Los nuevos partidos captan votos, pero no acude más gente a las urnas. Creo en las cooperativas, en la autogestión de los ciudadanos». También Joan Chavero piensa que el camino está en una mayor implicación ciudadana, aunque reconoce las dificultades. «Nos cuesta trabajar para la colectividad. Cultivamos los valores individuales, cómo ser mejores y ganar más. Hemos llevado la competitividad a un grado extremo». En sintonía, Aureli Beltrán reconoce que cuando trabajaba todas las horas del día, apenas pensaba en los problemas sociales. Ahora ha visto y ha sentido, como voluntario, el sufrimiento de tanta gente. «La solución está en nuestras manos. Tenemos que obligar a los políticos a cambiar». Antoni Cisteró reflexiona sobre el papel de los movimientos sociales como enlace entre la ciudadanía y los partidos políticos. Le preocupa la dispersión de la izquierda. «No tienen que estar de acuerdo en todo, basta con crear la unión a partir de los puntos en común. La ciudadanía lo espera».  Y, ya de paso, a un nuevo Robin Hood.