La campaña

Rajoy agita el debate escocés y Mas le acusa de «intoxicar»

RAFAEL TAPOUNET / BARCELONA
FIDEL MASREAL / PUNE Enviado especial

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Eran tantas las ganas que tenía Mariano Rajoy de lanzar una advertencia a los catalanes que, acaso sin proponérselo, ha acabado provocando un pequeño incendio entre los escoceses. El presidente del Gobierno español se había abstenido hasta ahora de elucubrar sobre el futuro de una eventual Catalunya independiente -de modo que nadie pudiera interpretar que asumía la posibilidad de ese escenario-, pero, de un modo muy poco sutil, el miércoles aprovechó una pregunta a medida sobre el caso de Escocia para asegurar, sin matices, que cualquier región que se separe de un Estado miembro de la Unión Europea (UE) quedará fuera de esta. Una aseveración que hasta la fecha ningún jefe de Gobierno europeo se había atrevido a hacer con tanta rotundidad. Y que, como era previsible, provocó ayer una catarata de reacciones. En Catalunya y, sobre todo, en Escocia.

Las palabras de Rajoy supusieron un torpedo en la línea de flotación de la campaña del ministro principal de Escocia, Alex Salmond, que el martes presentó el libro blanco sobre la independencia, en el que, entre otras cosas, sostiene que la secesión no pondría en peligro la permanencia del nuevo Estado en la UE. Un libro blanco que Rajoy admitió no haber leído. «Constatamos que el presidente español ha dicho que no ha leído nuestras propuestas», declaró un portavoz del Gobierno escocés, que subrayó que, a diferencia del caso catalán, su proceso hacia la independencia «está basado en un acuerdo» con el Gobierno británico, informa Begoña Arce.

ROMPER LA NORMA / Por el contrario, el frente unionista acogió las manifestaciones de Rajoy con júbilo indisimulado. Entre otras razones, porque las interpretaron como poco menos que un anuncio de que España vetaría el ingreso de una Escocia independiente en la UE. Ningún otro mandatario europeo se había atrevido a tanto (la norma, a la que sí se atuvo el francés François Hollande en esa misma rueda de prensa del miércoles, era limitarse a decir que preferían no interferir en los asuntos internos de otros estados). «Ahora ya sabemos la posición del Gobierno español si votamos por la independencia -subrayó el exministro laborista Alistair Darling, portavoz de la plataforma Better Together-,

y eso añade aún más incertidumbre al proceso». Fue tal el impacto de la irrupción de Rajoy en la campaña escocesa que sus palabras centraron ayer la sesión de control al Gobierno de Salmond en el Parlamento de Holyrood (ver página 19).

La categórica andanada del presidente español contra las aspiraciones secesionistas de escoceses y catalanes contrastó con la cautela exhibida ayer mismo por la portavoz comunitaria Pia Ahrenkilde, que explicó, una vez más, que la Comisión Europea solo valorará las consecuencias legales de la independencia cuando un Estado miembro le haga una petición explícita en ese sentido y «exponiendo un escenario preciso».

Desde la India, donde hoy concluirá una visita oficial de cinco días, el presidente de la Generalitat, Artur Mas, subrayó que le había llamado mucho la «atención» que Rajoy hubiera decidido abrir fuego con la cuestión de la UE haciendo referencia a un tercer país, Gran Bretaña, y al caso escocés. En cualquier caso, Mas apuntó que las palabras del líder del PP demuestran que el Ejecutivo español ha pasado a una nueva fase: la de «la intoxicación».

«[El Gobierno] está con aquello de que vendrá el lobo, vendrá el lobo, y al final no se lo cree nadie», señaló el president, que se mostró convencido de que «la gente en Catalunya es cada vez más insensible y refractaria» ante los mensajes que llegan del Ejecutivo español sobre las consecuencias de la independencia.

DISPOSICIÓN NULA / Mas no quiso entrar a discutir el fondo de la cuestión capital de la permanencia o no en la UE de una eventual Catalunya independiente, pero prefirió tirar de la ironía y buscar una lectura positiva a las declaraciones de Rajoy: «Celebro las palabras del presidente Rajoy porque, a base de ir insistiendo en que quedaremos fuera de todas partes, quiere decir que acepta la posibilidad de que Catalunya vote, que haya referendo y que  sea un Estado». Las buenas noticias acaban ahí, porque el líder de CiU aseguró que, en realidad, el Govern no percibe en el Estado «niguna disponibilidad para aceptar la consulta y, en cambio, hay toda una carga para ir metiendo el miedo en el cuerpo a la gente».

Mas prefirió no extenderse en otras cuestiones relacionadas con el proceso soberanista catalán (como el debate sobre la pregunta) y siguió con la agenda de su viaje oficial a la India, que ayer le llevó a la ciudad de Pune, donde visitó una oenegé y la sede central de la empresa

TATA-Ficosa, una unión entre el gran monstruo indio de la automoción (y de otros sectores) con la catalana Ficosa, de componentes para automóviles. Posteriormente asistió a un acuerdo entre otra firma de la automoción catalana, Zanini, con la india Polypastics, para la puesta en práctica de una planta de producción en Pune.