Editoriales

Mas, previsible pero más centrado

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Exactamente un año después del anuncio de que adelantaría las elecciones autonómicas al 25 de noviembre del 2012, Artur Mas compareció ayer en el Parlament para el debate de política general y, como entonces, el proceso soberanista impregnó de forma sustancial su discurso. Pero esta vez no hubo grandes sorpresas, porque la declaración formal de que antes de que termine este año se anunciarán la fecha (en el 2014 en todo caso) y la pregunta del referendo se corresponde con la estrategia que sobre este tema ha seguido hasta ahora Mas, sea por convicción profunda o por el compromiso con una ERC cuya actitud en el Parlament es determinante para la aprobación de los próximos presupuestos de la Generalitat y para la continuidad del propio Govern.

El president resaltó que piensa aprovechar toda posibilidad de diálogo con el Gobierno central para desbloquear la muy compleja y delicada relación política Catalunya-España, y por momentos pareció más conciliador que en otras ocasiones. Pero con el mismo énfasis subrayó la determinación de que haya consulta, y en último término no descartó una convocatoria electoral de cariz plebiscitario. La satisfacción expresada por ERC tras el discurso contrastó con las renovadas críticas del PP, pero tampoco esto puede interpretarse como una señal definitiva del sesgo que finalmente tendrá el agitado  proceso en curso.

Mas, pese a todo, dedicó la mayor parte de su largo discurso a cuestiones más pegadas a la dura realidad cotidiana derivada de la crisis, si bien no pudo resistirse a la tentación de decir que buena parte de los problemas de Catalunya son producto de la mala financiación que la lastra o tienen su origen en la época del tripartito de izquierdas. La autocrítica apenas asomó, pero sí la satisfacción por algunos indicadores que permiten la esperanza de que la economía real esté en vías de mejora. La elaboración de un código ético de la Administración, la apuesta por las energías renovables y la necesidad de reforzar la independencia de los medios públicos fueron tres propuestas que de momento hay que incluir en el capítulo de los buenos propósitos. Porque, al igual que otros temas de más calado, su mayor o menor concreción dependerá finalmente de cómo termine el singular proceso en el que está instalada Catalunya.