EXPECTATIVAS ELECTORALES

Los recortes y las alianzas con el PPC erosionan la pujanza de CiU

JOSE RICO
BARCELONA

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Artur Mas probó ayer el vértigo que producen las curvas y los giros a una velocidad endiablada de la nueva montaña rusa de PortAventura. Oportuna alegoría de su día a día como president. A sus compañeros de viaje les dijo que esperaba «salir vivo» de la atracción, avisándoles: «Si no, tendréis que convocar elecciones». Lo de ayer era una broma, pero la hipótesis de unos comicios anticipados hace meses que está en boca del jefe del Govern. Es el as que guarda en la manga por si Mariano Rajoy da la espalda al pacto fiscal o, peor aún, por si el Estado interviene la Generalitat. Sin haberse dado ninguna de las dos premisas, el Barómetro Político de Catalunya, elaborado por el Gabinet d'Estudis Socials i Opinió Pública (GESOP) para EL PERIÓDICO, pone sobre aviso a Mas. CiU volvería a ganar de calle unas elecciones, pero no lograría mayor estabilidad. Es más, se alejaría del objetivo implícito de la convocatoria: arañar los seis escaños que le separan de la mayoría absoluta.

Dos hachazos al gasto público, la preparación de un tercer tijeretazo y un idilio parlamentario con el PPC que deja sin crédito los flirteos independentistas dominicales han restado fuerza a la federación nacionalista, aunque su hegemonía en el mapa político catalán no está en riesgo. Su intención de voto continúa bajando y ya ha cedido más de cuatro puntos desde noviembre del 2010, fecha de la última cita con las urnas. La novedad es que este retroceso progresivo comienza a pasarle factura en términos de escaños. Si se celebrasen hoy elecciones autonómicas, CiU podría perder cinco o seis de sus 62 diputados. En consecuencia, su ventaja sobre el PSC se ha recortado también, aunque el colchón sigue siendo muy cómodo: 15,5 puntos.

El desgaste por la gestión de la crisis se evidencia en la opinión general que los catalanes tienen de su Govern. El 40,2% considera mala o muy mala la actuación del Ejecutivo y el 35,8% señala que no es ni buena ni mala. Las percepciones negativas provienen, sobre todo, de los votantes de la izquierda, aunque un tercio del electorado del PPC suspende la labor de CiU, pese a que su partido ha contribuido a impulsar buena parte de las medidas anticrisis. La fidelidad de voto de los nacionalistas sigue siendo alta (63%), pero ha perdido fuelle en los últimos meses.

DATO INÉDITO / Pero otro dato explica mejor el malestar: el 50,5% de los entrevistados sostiene que Mas no está siendo un buen president, mientras que el 41% defiende lo contrario. Es la primera vez que un jefe del Govern suscita más visiones negativas que positivas. El cargo institucional también ayuda a erosionar el tirón de Mas como líder político. Vuelve a aprobar (5,1), pero pierde otra décima respecto a enero. En un año, se ha dejado casi medio punto.

En este contexto, unas elecciones ahora mismo perpetuarían la geometría variable de pactos de Mas, salvo que el líder de CiU se decantase por alguna de las tres opciones que, de nuevo, le garantizarían estabilidad: el PSC, el PPC y ERC. La única alteración en el tablero de juego es que populares y republicanos volverían a intercambiarse los puestos. La complicidad de Alicia Sánchez-Camacho con CiU en el recorte y la propia tijera de Rajoy devienen un lastre para los conservadores. Podrían ceder cinco escaños, aunque una alianza con los nacionalistas seguiría sumando mayoría por los pelos.

Mas también podría probar suerte con Esquerra, la gran beneficiada de la encuesta. Los republicanos se nutren de varias fuentes: atrapan los cascotes que se le desprenden a CiU y absorben de nuevo el independentismo desperdigado entre laportistas y exlaportistas, objetivo estratégico de su líder, Oriol Junqueras. El resultado: siete u ocho diputados más y tercera fuerza otra vez, casi como en tiempos del tripartito. Además, Junqueras se aferra a la segunda posición del ranking de líderes, aprueba y empata con Mas (5,1). Tras la dura caída del 2010, el voto a ERC presenta ahora el nivel de fidelidad más alto entre los principales partidos.

Los socialistas tratan de ahuyentar la amenaza de elecciones anticipadas. Y es que, en proporción, saldrían peor parados que CiU. Según el estudio, el PSC ha despertado de su letargo, consigue frenar la caída y da un primer tímido paso adelante: un punto y medio más que en enero pasado y la posibilidad de sumar el escaño número 29. Solo uno más. Exiguo botín en comparación con el que consigue el resto de la izquierda, y con el terreno que dejan libre los nacionalistas y el PPC. El líder, Pere Navarro, no despega y suspende por segunda vez (4,8).

El rival del PSC a mano siniestra, ICV-EUiA, conserva una buena salud y, como ya se reflejaba en enero, sumaría tres nuevos escaños. A mano diestra, el bajón del PPC catapultaría a Ciutadans hasta los cinco diputados, abriéndoles las puertas del grupo parlamentario propio. Los antinacionalistas atesoran afectos inquebrantables: su fidelidad de voto es del 100%.