Análisis

Autonomía catalana, ni más ni menos

JOAQUIM COLL

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FirmabaJosep Borrell

el jueves pasado en este diario una interesante reflexión de urgencia cuyo título,Al borde del abismo, expresa bien la gravedad de la situación que atraviesa la zona euro. Solo desde esta perspectiva se alcanza a entender por qué un presidente en tiempo de descuento político comoJosé Luis Rodríguez Zapateroha decidido improvisar una reforma constitucional exprés tan discutible y que, además, ha estado a punto de hacer saltar por los aires la campaña del candidato socialista,Alfredo PérezRubalcaba.

Con todo, es necesario señalar que el acuerdo entre el PSOE y el PP no es una mala fórmula. La exclusión de un límite concreto en la Constitución convierte el principio de estabilidad presupuestaria en algo bastante razonable, tanto que, incluso, habrá quien afirme que es un brindis al sol. Tampoco supone un trágala de doctrina neoliberal, como desde una cierta demagogia se quiere hacer creer en las redes sociales. En Alemania, los socialdemócratas suscribieron un pacto constitucional mucho más estricto, que limita extraordinariamente la capacidad crediticia de losländer.

Si en España nos hubiéramos atenido al principio de estabilidad presupuestaria, seguramente no se habría producido la loca carrera por reducir impuestos y la dilapidación alegre del superávit fiscal que logramos entre el 2005 y el 2007. Y nuestros políticos no hubieran caído en insensatos populismos, empezando por los famosos 400 euros deZapateroen respuesta a las rebajas salvajes del IRPF queRajoyprometía en caso de ganar las elecciones del 2008. Si bajar impuestos nunca fue de izquierdas, tampoco lo es vivir sobreendeudados.

Solo cuando dentro de un tiempo conozcamos en detalle los entresijos de lo sucedido este mes de agosto, podremos juzgar hasta qué puntoZapaterose ha visto obligado a sacarse el último conejo de la chistera a fin de evitar males mayores y satisfacer así al Banco Central Europeo y a la cancilleraAngela Merkelen el camino hacia los eurobonos. Si salimos de este atolladero, el tremendo desconcierto que nos ocasiona ahora esta inaudita reforma constitucional tal vez habrá valido la pena.

Y en medio de esta tremenda tormenta económica hay quien descubre que todo esto limita la autonomía fiscal catalana. Pues claro. La de la Generalitat y la de todas las administraciones públicas españolas, sobre todo la de los ayuntamientos. Nuestra capacidad de endeudarnos queda muy limitada. Pero esto tampoco es ninguna novedad porque el Pacto de Estabilidad europeo, aprobado en 1997 y reformado en el 2005, ya establecía un límite al déficit. Y España no solo fue bastante cumplidora, sino queJosé María Aznarfue más allá entre el 2002 y el 2004 al exigir por ley, a todas las administraciones (central, autonómica y local), un déficit cero sin vincularlo a la marcha de la economía.

CiU votó todos los presupuestos del PP, incluso los elaborados bajo la doctrina del déficit cero, sin que eso fuera entonces visto como una intolerable merma de la autonomía catalana. Pues bien, la reforma constitucional que ahora se propone no la limita ni más ni menos.