análisis

Ferran Mascarell, 'pas mal'

Joan Tapia

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Tenemos Goven. Quizá no es «el de los mejores», pero es correcto. La CiU de la excelencia, con Andreu Mas, gran economista aunque quizá troppo Harvard, pero flanqueado por Lluís Recoder, el exitoso alcalde de San Cugat, y por el práctico Xavier Mena (Esade). La CiU pactista con la democristiana Joana Ortega en Governació i Relacions Institucionals (carrera meteórica), e Irene Rigau (pacto de educación). La CDC sólida con la experiencia de Felip Puig (para corregir a Saura) y los jóvenes acompañantes del desierto (Quico Homs y Germà Gordo tras el misterio Madí) para impulsar Presidència.

El resto suena algo mediocre con la excepción -shock- del hasta ayer socialista Ferran Mascarell. Fichar a Mascarell indica que la CiU inicial de Mas no se parece a la final de Pujol (aunque Pujol puso al izquierdista Laporte en su primer Gobierno). Cultura no es un gran departamento, pero es emblemático. Con Mascarell, Mas hace algo similar a Sarkozy cuando puso al socialista Bernard Kouchner en Exteriores. Porque Cultura es a Catalunya lo mismo que el Quai d'Orsay a París: voluntad de ser y pesar. Y Mascarell está lejos del pujolismo confesional. Hay voluntad de apertura, de ocupar el terreno central, aunque moleste al sector Pastorets. Mascarell no ha sido la primera opción. Mas no duda en tantear el mercado antes de comprar. Y Mascarell le centra y le refuerza.

Una lección de Mas

Es una trabanqueta al PSC. Ganada a pulso. En el entorno Mascarell creen que le hicieron conseller en el 2006 para sacarle del ayuntamiento y que Hereu tuviera el campo libre cuando Clos se fue a Madrid. Y no entienden el gélido despido posterior para dar el cargo a ERC. Ahora el PSC tendrá que aguantar el chaparrón: quien querían que fuera el nuevo número dos de Hereu cambia de bando. Pero a medio plazo no es malo. Fija más los límites de Mas en el campo sociovergente y Mascarell puede cambiar de bancada, pero no de cosmovisión. Tiene partida de nacimiento maragallista, bandera roja e incluso algo gauche divine.

Para Mascarell es una reparación. Le ningunearon y ahora los contrarios le premian. Y nadie puede criticar la ambición. Nicaragua no valoró que no se gobierna un país con la obediencia férrea y la disciplina telefónica con las que se controla un partido. El identitario Mas les ha dado una lección.

En Catalunya hay gente que respira en más de una salsa. Y al catalanismo cultural de CiU y el PSC le unen lazos. España debe tomar nota. Eduardo Serra fue secretario de Estado de Defensa con Alberto Oliart (UCD) y con Narcís Serra, y ministro con Aznar. Sarkozy ha apostado (tres años) a que el socialista Kouchner fuera la voz de Francia. Ahora Mascarell es nuestro Serra (Eduardo). O nuestro Kouchner. Pas mal.