EXPLICACIONES SORPRENDENTES

Dos bodas 'publicitarias'

Millet afirma que los enlaces de sus hijas promocionaron el edificio y que por eso la institución corrió con los gastos

J. G. A.
BARCELONA

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Fèlix Millet volvió a sorprender ayer al afirmar ante el juez que las banquetes nupciales de sus dos hijas, celebrados en el Palau de la Música, sirvieron para promocionar el auditorio y «realzar» los cambios que estaba experimentando el edificio modernista. ¿Cómo? Pues muy simple. Los enlaces fueron recogidos por los medios de comunicación y en las listas de invitados figuraba lo más granado de la sociedad catalana, desde empresarios hasta políticos. Según su versión, era una forma de mostrar la remodelación del inmueble. Es decir, a su entender actuaba en beneficio de la institución que dirigía, pues era una manera de hacer publicidad.

Los documentos aportados al juzgado desvelan que los gastos de las bodas de las dos hijas de Millet, con un coste total de 200.000 euros, corrieron a cargo de la institución. El enlace de Clara Millet se celebró en junio del 2002. Se casó en la iglesia de Santa Maria del Mar y en la ceremonia participó el Cor de Cambra del Palau. Tras las fotos, los invitados acudieron al auditorio. El escenario y la platea se transformaron en un colorido salón donde Prats-Fatjó, empresa de cátering que trabajaba habitualmente para el Palau, sirvió el convite. Dos años antes, el edificio modernista ya había acogido el banquete nupcial de la hija mayor de Millet, Laia.

Tiranteces familiares

El imputado también desveló que uno de sus consuegros no quería que la boda se celebrara en el Palau. Eso sí, el padre de su yerno acabó pagando a Millet la mitad de la factura, cuando los gastos corrieron a cargo de la entidad, revelación que ha creado tiranteces familiares.

En otro momento (después no declaró nada más), Millet admitió, al igual que Montull, que fue un error que el Consorci del Palau, en el que participa la Administración y que se nutre de fondos públicos, costeara obras en sus casas y viajes familiares. Las facturas deberían haber ido a parar a la Fundació Palau-Orfeó Català. Según fuentes jurídicas, con esta confesión los dos exdirectivos pretenden librarse de una eventual acusación de malversación de fondos públicos.