La resaca del 28-N

Esquerra limita su regeneración interna para evitar otro haraquiri

Joan Ridao, Joan Puigcercós, Marina Llansana y Eduard López, en la ejecutiva de ERC, ayer en Barcelona.

Joan Ridao, Joan Puigcercós, Marina Llansana y Eduard López, en la ejecutiva de ERC, ayer en Barcelona.

JOSE RICO
BARCELONA

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Esquerra quiere demostrar que ha aprendido la lección. La tradición marca que a una debacle electoral le sigue una lucha interna fratricida que termina en escisión. Pero un Joan Puigcercós seguro de tener domadas a sus huestes pretende pilotar la regeneración y desmentir a sus antecesores, que cuando intentaron hacer lo mismo salieron escaldados. Lejos de dimitir, el presidente de ERC recibió ayer el aval de la cúpula para seguir adelante, a pesar de haber perdido la mitad de los votos y 11 escaños. Los dirigentes hicieron autocrítica, pero concluyeron que abrir en este momento otro proceso congresual situaría al borde del suicidio a un partido en cuyas filas suelen florecer con extraordinaria facilidad pulsiones autodestructivas.

El recuerdo de una Esquerra fraccionada en cuatro partes casi irreconciliables pasó por la cabeza de la cuarentena de dirigentes que analizaron la caída del 28-N en la reunión de la ejecutiva. Hablaron todos y todos se conjuraron para aparcar otro espectáculo como ese, al menos hasta después de las municipales de mayo. Esa cita electoral será un principio de ultimátum para el líder de ERC, quien no descartó convocar un congreso extraordinario para el próximo otoño en función de los resultados. De momento, aguantar la marea es el mal menor.

Mientras, Puigcercós ha puesto en marcha un proceso controlado de regeneración y reorganización interna. Cambiará la estrategia y la relación del partido con el territorio. Puede haber alguna cara nueva, pero el timón seguirá en manos del mismo capitán. El encargo de renacer de las cenizas lo ha recibido el secretario general, Joan Ridao, uno de los pocos dirigentes que hoy puede hacer sombra al líder. Él dirigirá la elaboración de un documento de trabajo en el que se proponga una «hoja de ruta» de aquí a mayo.

Puigcercós se considera pagano de una factura heredada. La crisis, el convulso congreso del 2008 y el Estatut han devuelto a Esquerra a su hábitat natural, haciendo inútiles la capitalización de la obra de gobierno y el auge del sentimiento independentista. De los errores en la gestión dieron cuenta algunos dirigentes en la ejecutiva, que subrayaron que el tripartito se ha labrado el enfado de colectivos delicados, como los médicos, el profesorado y los Mossos, al gestar normas clave de espaldas a ellos, como la ley de educación.

ERRORES DE CAMPAÑA / El candidato admitió errores en la campaña, como subestimar el impacto de Solidaritat Catalana, el partido de Joan Laporta, y la previsible fuga de votos hacia CiU. Algunas voces constataron que ERC afrontó la campaña con todo en contra y poco margen de mejora. Se encomendó a un espantajo del PP, demostrado ineficaz. Osona ha sido el episodio más lacerante, pues algunos cuadros republicanos han virado hacia Solidaritat Catalana.

Otro hecho preocupante es que ERC siga sangrando por todos los flancos: el moderado y el radical. Cara también a las municipales, la cúpula se propone exhibir fortaleza pese al golpetazo con la incorporación a su órbita de intelectuales y cargos locales que teoricen un nuevo independentismo pragmático. La afiliación del conseller Joan Manuel Tresserras y el lobi municipal que Esquerra está organizando persiguen ese reto. Lo necesitarán pronto, en cuanto Laporta y sus discípulos presionen a CiU con su secesionismo exprés. Para no perder músculo, Puigcercós tendió la mano a Artur Mas, pero no renunció al referendo.

El análisis republicano contiene también un pequeño consuelo. La hecatombe del PSC ha dejado huérfano a gran parte del catalanismo de izquierdas. Recoger esos escombros y rehacerlos cuan ave fénix (independentista, claro) puede ser un interesante camino a recorrer.