LA CARRERA HACIA LAS URNAS

Las cartas del 28-N ya están todas boca arriba

Ninguna de las ofertas de los partidos se solapa con las de sus adversarios

Sánchez-Camacho y Sanchez-Schmid, ayer, en el barrio de la Salut.

Sánchez-Camacho y Sanchez-Schmid, ayer, en el barrio de la Salut.

CARLES COLS / Barcelona

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En el ocaso de su envidiable vida literaria, Kurt Vonnegut (1922-2007) pronunció una conferencia en la que redujo a ocho los consejos que todo escritor novel debería saber para llevar a buen puerto una novela. Aunque desordenados, parecen hechos a medida para la gran carrera electoral del 28-N. Consejo número, dijo Vonnegut: «Usted hará uso del tiempo de un total extraño. Hágalo de modo que él o ella sienta que ese tiempo no fue desperdiciado». Después de que el PP desvelara ayer (no fue ninguna sorpresa) cuál será la senda por la que transitará su campaña, puede afirmarse ya que todas las cartas están sobre la mesa. Y es curioso, casi inédito, ninguna tapa la del adversario. A diferencia de anteriores citas con las urnas, en las que los candidatos usaban los codos porque peleaban por el mismo espacio político que el rival (un nuevo Estatut, las políticas sociales...), en las elecciones autonómicas del 2010 el abanico de la oferta política se abre de par en par. «Conceda al lector al menos un personaje que le importe», prosiguió Vonnegut. El 28-N, los electores no se pueden quejar.

PSC Salvar el Estatut para evitar «la decadencia»

El cielo se abrió sobre José Montilla cuando Artur Mas, por convicción o por asfixiar a Esquerra, abrazó el independentismo. Desde entonces no ha habido día en que el PSC no haya presumido de que defiende en solitario la permanencia de Catalunya dentro de España. Al PP no le incluye en esa misión por sus vicios centralistas y anticatalanistas. Ayer no fue una excepción. «Cada personaje debería desear algo, aunque sea un vaso de agua», sostiene el tercer consejo literario. Montilla, por descarte, expresó sus deseos. No pactará con el PP para gobernar (eso no es nuevo) y tampoco lo hará «con aquellos que pongan como requisito hacer consultas independentistas». Es decir, el president suelta amarras con ERC e, implícitamente, pone una condición ante un hipotético pacto con CiU. «Yo no soy independentista ni lo he sido nunca, y no voy a pedir perdón por ello», zanjó Montilla.

El PSC , en cierto modo, ha terminado por reciclar, aunque en una versión edulcorada, su viejo truco del miedo al PP. El blanco ahora es el secesionismo. La independencia llevará Catalunya a la decadencia, advirtió Montilla el jueves. La frase triunfó ayer en las tertulias.

Con todo, el PSC asegura que aún no está en campaña. Meter a CiU y ERC en un mismo saco es solo un entremés a la espera de que pase el mal trago de la huelga general. «Sea sádico. No importa cuán dulces e inocentes sean sus personajes principales. Haga que les ocurran cosas atroces, de modo que el lector sepa de qué están hechos», propuso Vonnegut. Pocos han sufrido más atrocidades políticas que el tripartito.

CiU Concierto económico y pescar socialistas

«Empiece tan cerca del final como le sea posible», dijo el novelista de Indianápolis. Tan convencida estaba CiU de que como muy tarde las elecciones serían el 24 de octubre que ha sido la primera en presentar el programa y, sobre todo, en asustarse a la vista de lo favorables que le son las encuestas, pues así se relaja peligrosamente la tropa propia. ¿La necesidad de mantener la tensión les ha metido de cabeza en el juego sucio? Los socialistas afirman que así es. Ayer tuvieron una nueva muestra de ello, otra vez con el caso Pasqual Maragall como telón de fondo.

«Hay una corriente de fondo en el alma catalana del socialismo que entiende que ahora es la hora de CiU», hurgó ayer el número dos de la federación nacionalista, Josep Antoni Duran Lleida. Lo dijo por el expresident Maragall y por el nuevo fichaje convergente, Jaume Sobrequés, un histórico del PSC que mañana será exhibido por Mas como un trofeo conquistado al adversario.

La oferta de CiU para las elecciones es conocida. ¿Independencia? No todavía. ¿Mientras tanto qué? Concierto económico. Pero esos dos potentes argumentos pueden resultar repetitivos de aquí al aún lejano 28-N. Tal vez por ello, casos como el de Sobrequés los usa CiU para seguir otro de los consejos de Vonnegut. «Cada oración debería hacer una de estas dos cosas: retratar a un personaje o hacer avanzar la acción».

ERC A la búsqueda del voto útil independentista

Esquerra deseó en julio que, recién terminadas las vacaciones, el president convocara cuanto antes mejor las elecciones autonómicas, pues Joan Puigcercós desayunaba cada día (es una exageración) con una nueva plataforma independentista en la calle que amenazaba las tierras que antes cultivaba en solitario. No obstante, desde entonces el líder de ERC ha podido comprobar que Joan Carretero (Reagrupament) y Joan Laporta (Solidaritat Catalana) son agua y aceite. No se pueden mezclar. Ninguna gran coalición amenaza ahora a Esquerra, de modo que los republicanos parecen ahora disfrutar con la fecha de las elecciones, ya que les da margen para pasar página del tripartito y, sobre todo, apelar al voto útil del independentismo.

Ayer, una treintena de intelectuales de la órbita de Esquerra (Sebastià Alzamora, Alfred Bosch, Miquel de Palol, Maria Mercè Roca, Francesc Bellmunt, Joel Joan...) presentaron un manifiesto con el que pretendían subrayar que fórmula de la coca-cola independentista solo hay una, y hoy por hoy la guarda celosamente el partido que lidera Puigcercós.

Voto útil contra laportianos y carreteristas y, también, plantar cara al bipartidismo. «Volver a la dicotomía autonomista de CiU y PSC abocaría al país a un retorno al pasado, al país pequeño, resignado y dependiente de tantos años», destacaba el manifiesto de los intelectuales.

PP Víctima inesperada del recurso del Estatut

El PP ha sido en anteriores elecciones autonómicas un partido afortunado. La mitad de las vallas las pagaba el PSC. «Si tú no vas, ellos vuelven», decían los intimidatorios carteles electorales de José Zaragoza, director de las campañas del PSC. Pero la cúpula popular catalana ha descubierto con pasmo en el 2010 que poco o nada ha figurado hasta ahora el PP en la precampaña. La línea del frente, paradójica e irónicamente por culpa del recurso que en su día presentó el PP contra el Estatut, enfrenta ahora a los federales del PSC contra los variados ejércitos secesionistas. En esa batalla, el PP no está ni en la retaguardia.

Que Alicia Sánchez-Camacho agitara ayer en Badalona ese cóctel en el que el PP mezcla inmigración, delincuencia y gitanos no parece, pues, casual. Es un combinado -han revelado una y mil veces las encuestas- que gusta entre los electores de casi todos los partidos. ¿Xenofobia? Ayer, impertérrita, Sánchez-Camacho lo negó en Badalona: «Pido al resto de partidos que no usen la inmigración de forma electoralista».

ICV-EUiA Un programa al gusto de sus simpatizantes

Tan fuerte sopla el viento político en Catalunya que incluso Joan Herrera sorprendió hace medio mes al sumarse a la propuesta de celebrar un referendo sobre el futuro de Catalunya. Pero, al margen de esa licencia, Iniciativa encara la campaña fiel a sus señas de identidad. Ayer presentó las 100 prioridades de su programa electoral, en las que ha incluido, en cierto modo, las renuncias a las que se han visto obligados los ecosocialistas por sus alianzas tripartitas. ¿Un ejemplo? Eliminar los conciertos a las escuelas que no se impliquen en los compromisos del servicio público. ICV tiene a su electorado -revelan las encuestas- tanto o más movilizado que CiU. El programa es coherente con ello. Incluye las previsibles propuestas ecosocialistas, y también algunos guiños modernos. ¿Cuál? «Regular la masoveria urbana», es decir, permitir a los jóvenes ocupar un piso a cambio de que los restauren y mantengan.

LOS OTROS La amenaza de coger una pulmonía

Joan Laporta es el paradigma de los aspirantes a entrar en el Parlament por primera vez o de no salir, como sería el caso de Albert Rivera y sus Ciutadans. Anteayer, la expopular Montserrat Nebrera se sumó a esa constelación de candidaturas. Vonnegut tenía una consejo para ellos. «Escriba para complacer a una sola persona. Si abre la ventana para abrazar al mundo, su historia contraerá pulmonía».

A 71 días de las elecciones, por lo tanto, todas las cartas parecen estar bien visibles boca arriba. Se cumple así, al menos en parte, el último de los consejos. «Dé a sus lectores toda la información posible tan pronto como sea posible. Al diablo el suspense. Los lectores deberían entender perfectamente qué sucede, hasta tal punto que si las cucarachas se comieran las últimas páginas del libro ellos podrían terminar el cuento por si solos».