entrevista con el ministro de trabajo

Celestino Corbacho: «He estado en el centro del huracán. No le deseo a nadie lo que he sufrido»

Celestino Corbacho, ayer, tras llegar a la estación de Sants de Barcelona, acompañado por su esposa.

Celestino Corbacho, ayer, tras llegar a la estación de Sants de Barcelona, acompañado por su esposa.

ALBERT OLLÉS / Madrid

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Celestino Corbacho fue el protagonista del Consejo de Ministros de ayer, en el que según confiesa recibió mensajes de «ánimo y solidaridad» de sus todavía compañeros de Gabinete tras conocerse su decisión de abandonar el cargo para compartir con José Montilla la lista del PSC en las elecciones al Parlament. Como un viernes más, fiel a la rutina de los dos años y medio que lleva al frente de la cartera de Trabajo, tras salir de la Moncloa se dirigió a tomar el tren, camino a Barcelona, desde donde respondió a las preguntas de EL PERIÓDICO.

-En Madrid, donde residen y trabajan personas de toda España, se dice que los catalanes siempre vuelven a casa. Quienes le conocen comentan que ya hace tiempo que barajaba esa opción.

-La verdad es que sí. Cuando llegué en el 2008 junto a mi mujer lo hicimos con la intención de instalarnos aquí, pero la verdad es que nos hemos pasado casi todos los fines de semana en Catalunya. He sido un clásico del tren del viernes a las tres de la tarde en dirección a Barcelona y el de las 17.00 horas del domingo hacia Madrid. Cada vez se fue acentuando más la sensación de que estaba de paso y el deseo de volver a la política activa catalana.

-La crisis económica y el paro desbocado le han convertido en uno de los ministros con mayor desgaste de esta legislatura. ¿Qué balance hace de su paso por el Gobierno central?

-Ha sido un periodo de una intensidad tremenda. He estado en el centro del huracán y no le deseo a nadie algo tan duro como lo que he sufrido luchando contra la peor crisis en 80 años. Pero me voy satisfecho por el gran honor y el orgullo de ser ministro, algo que cuesta pensar que te vaya a pasar a tí. También es justo recordar que durante mi mandato se ha aprobado el derecho a recibir una prestación de desempleo para los autónomos en paro, y se ha reformado una ley orgánica de la importancia social de la de extranjería. Y me voy con la reforma laboral hecha. Estoy seguro de que el tiempo dirá que hicimos el cambio que España necesitaba.

-Se ha sentido en todo este tiempo apoyado por José Luis Rodríguez Zapatero?

-Me ha tocado sufrir mucho en silencio. El primero que tenía que leer cada día en el móvil a las ocho y media de la mañana las cifras del paro era yo, y a mí me correspondía hacerles frente. Pero siempre me sentí apoyado por el presidente, con el que mantengo una relación personal muy cordial, como me demostró en la conversación que mantuvimos el pasado 20 de agosto, cuando le comuniqué mi decisión de irme. Su respaldo ha sido especialmente importante desde la discreción, cuando sonaba el teléfono con un número desconocido y aunque ya sabía que era él le preguntaba: '¿Eres tú, presidente?' Esos 15 minutos de charla eran muy reconfortantes.

-Su marcha, como ya ha comentado el PP, que le acusa de ser el primero que abandona el barco, le complica aún más el otoño caliente a Zapatero, al abrir una crisis de Gobierno.

-Mi vuelta a Catalunya no tiene nada que ver con una hipotética crisis de Gobierno. Al presentarme a las elecciones catalanas se ha de cumplir un calendario y un proceso reglamentario de designación para las listas que obligaba a concretar ya mi decisión. Son dos dinámicas diferentes.

-¿Cuándo cesará como ministro?

-Esa es una decisión que compete exclusivamente a Zapatero, aunque lo lógico sería que la fecha tope para el cambio sea la del inicio de la campaña electoral catalana. Mientras tanto, y si el presidente no decide lo contrario, seguiré siendo ministro.

-Eso significa que afrontará la huelga general del 29 de septiembre.

-Si Zapatero así lo dispone, a mi me parece lo más razonable.

-¿Por qué ha decidido presentarse a las elecciones?

-Mi vida ha transcurrido de una forma paralela a la de Montilla, que siempre ha sido un referente para mi. Tras cuatro años de acción de gobierno su proyecto merece ahora el máximo apoyo para que tenga continuidad de futuro, y así se lo hice saber cuando nos reunimos el 4 de agosto para trasladarle mi ilusión por dar el callo todo lo que haga falta. Le dije: 'Pepe, ahora que toca arremangarse quiero estar ahí contigo'.

-Se trata, no obstante, de una apuesta arriesgada ante la victoria clara de CiU que pronostican las encuestas.

-Cuando me afilié al PSC en 1976 no lo hice pensando que sería alcalde o ministro, sino por defender unas ideas y un proyecto. En estos más de 30 años hemos vivido momentos álgidos y otros peores. Ya estuve en la oposición 8 años como diputado en el Parlament. Estamos curtidos en mil batallas y lo importante es que tenemos las mismas ganas que cuando empezamos.

-¿Cómo piensan darle la vuelta a las encuestas?

-Los sondeos anteriores a unas elecciones retratan el momento coyuntural en el que se realizan. Y es normal que ahora reflejen el descontento por los efectos de la crisis. Pero otra cosa es el momento de la cita con las urnas. El último que se moviliza es el elector que vota al partido que ha estado en el Gobierno, y a ese hemos de explicarle que está en juego un proyecto de largo recorrido: o seguir con el desarrollo del Estatut dentro de una España federal o la ruptura soberanista e independentista.

-¿Cúal de esas dos últimas fórmulas le inspira más simpatía?

-No sorprendo a nadie si digo que estoy radicalmente en contra de ambas, pero por lo menos el independentismo tiene la franqueza de exponer claramente sus objetivos. El soberanismo de CiU es peor, ya que genera incertidumbre y dudas.

-¿Y la desafección creciente de Catalunya hacia España de la que habla Montilla?

-Existe, y más tras la sentencia sobre el Estatut. Pero hay que gestionarla dotando a Catalunya de nuevo del reconocimiento institucional que votó el pueblo. La política debe dar la respuesta a este problema con soluciones a corto y largo plazo. Zapatero ha dado muestras en las últimas semanas de su voluntad de recuperar el Estatut que salió de las Cortes y fue validado en referendo, pero el soberanismo y el independentismo renuncian a ello al plantear la separación de España.

-Algunos interpretan su entrada en la lista como una victoria del sector del Baix Llobregat del PSC ante el ala más catalanista.

-Los que como CiU creen que el Baix Llobregat no es Catalunya o es de Segunda División tienen una imagen muy burguesa de la sociedad catalana.