MIRADOR
Castells y las listas
Vicenç Villatoro
Escritor y periodista.
VICENÇ Villatoro
En democracia, la fuerza de un político puede venir de dos fuentes. Una, su peso en el partido en el que milita y el apoyo de ese partido. La otra, su prestigio personal entre el electorado, la capacidad de atraer votos más allá del partido por el que se presenta. En los sistemas electorales anglosajones, donde los perfiles personales pesan mucho, es esencial la segunda fuente: por elloBarack Obamale ganó las primarias aHillary Clinton,pese a que ella era la candidata del aparato demócrata. En los sistemas con listas cerradas, donde los partidos pesan mucho, quien controla el aparato de los partidos tiende a imponerse al líder carismático que conecta directamente, y a menudo indisciplinadamente, con los ciudadanos:José Montilla gana aPasqual Maragall yJoan PuigcercósaJosep Lluís Carod-Rovira.
El sector catalanista del PSC tiene poco peso en el partido. Pero sus personalidades principales–Antoni CastellsyMontserrat Tura,losMaragall, Marina Geli yJoaquim Nadal– son conocidas y reconocidas por la opinión pública, tienen un perfil personal nítido. El caso paradigmático fue el dePasqual Maragall: siempre tuvo problemas con el partido, también como alcalde, pero había gente que votaba aMaragallque sin él nunca habría votado al PSC.
En el PSC, el aparato es más decisivo. Los socialistas catalanes han creído siempre –y las elecciones españolas les han dado la razón, mientras que las catalanas se la quitaban– que la marca es más importante que las personas. Y que personas con un perfil público discreto pero cobijadas por la marca socialista –PSOE incluido– podían obtener buenos resultados. Los relevos en el Ayuntamiento de Barcelona han ido en esa dirección. En este marco,Castells,con un excelente perfil personal pero con un peso escasísimo en el PSC, no puede dar la batalla por su futuro político dentro del partido. La debe dar allí donde es fuerte, en el escenario abierto de la opinión pública.
Ahora el PSC tiene un problema. La marca está desgastada. La aportación de imagen que representa el PSOE cotiza a la baja. Y la fórmula del tripartito, que le ha dado el poder dos legislaturas, también. Tal vez sería el momento de replantear la vieja opción y pensar que la imagen de los candidatos puede salvar el peso de una marca en horas bajas. A medio plazo, es la batalla deCastells,
pero no solo deCastells.
El PSC tiene un problema, pero el sistema también. La idea de unos partidos fuertes y de unos perfiles personales poco valorados, alimentada por unas listas cerradas en las que no sabemos bien a quién votamos, es un problema de todo el sistema político catalán y español. Un problema que hace que se pierdan o se retiren personalidades valiosas. La regeneración política pasa también por cambiar el sistema electoral.
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