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El olor del caballo ganador

VICENÇ Villatoro

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Sería un error interpretar las elecciones del Barça en clave política. Ni las candidaturas tenían ningún tipo de correspondencia con el sistema catalán de partidos ni la lógica de las elecciones del Barça tiene que ver con la lógica de unas elecciones en el ámbito político. Son diferentes la dinámica electoral, el universo al que se dirigen los candidatos, el lenguaje, el perfil de los líderes... Pero de las elecciones del Barça podemos extraer algunos indicios del comportamiento de la opinión pública que, mezclados con otros datos, nos permiten proyectarlos a la vida política no solo catalana.

Por ejemplo, en las elecciones del Barça se ha confirmado una tendencia que parece producirse en muchos procesos electorales políticos en Europa: en época de crisis, se acentúa el deseo de cambio, y eso castiga a quien está mandando. Sea del color que sea –a pesar de que no a todos los colores por igual– e incluso sea cual sea el balance con el que se puede presentar a las elecciones quien gobierna. Hay en nuestras sociedades un malestar atmosférico, difuso, que favorece más a los cambios que a la continuidad. A pesar de que a veces las opciones de continuidad puedan presentar un buen arsenal de realizaciones y de éxitos.

También en época de crisis, confirmarían las elecciones del Barça, se acentúa el efecto electoral que algunos analistas llaman el olor del caballo ganador. Quien comienza el proceso como favorito atrae por este hecho un número relevante de votos. En buena parte porque los electores piensan que es mejor dar la responsabilidad de dirigir –un club, un país, un Estado, una ciudad– a alguien de un modo claro y tienden por lo tanto a concentrar el voto. Más vale que quien gobierne lo pueda hacer con autoridad moral y con fuerza –y por lo tanto, con un amplio apoyo en votos– a que lo tenga que hacer en medio de equilibrios y contrapesos. Y si no resulta capaz, ya lo resolveremos en las próximas elecciones.

En las elecciones del Barça, el efecto del caballo ganador ha tenido cierto peso. No lo explica todo, pero participa en la explicación. Este efecto hace que el favorito tenga ventajas, pero también que tenga que pasar por una campaña difícil. Precisamente porque todo el mundo es consciente de este efecto, los favoritos devienen pararrayos de ofensivas desde todos los ángulos y a veces sufren el todos contra uno, lo que les obliga a cruzar la campaña a la defensiva. Pero en época de crisis, salir como favorito, con las encuestas a favor, puede ser un plus importante. Se ha visto en el caso del Barça. Puede ser un elemento a tener presente en la política catalana, pero también en la española.