Tiempo de tanteo

Desde que hace casi un mes el presidenteZapateroanunció las medidas para recortar drásticamente el déficit público, la política española –y a remolque, la catalana– vive un periodo de aceleración y de desconcierto. Por una parte, se trata de ver cómo se metabolizan políticamente estas medidas, impopulares, y cómo se van construyendo los discursos a su alrededor: la defensa socialista, el ataque agrio del PP, el arbitraje de los nacionalismos llamados periféricos... Pero mientras se metabolizan los resultados de aquel terremoto, todos los actores políticos y sociales saben que puede tener réplicas, que no se ha terminado. Una muy evidente, la reforma laboral. Pero también una nueva ola de recortes. Las noticias que llegan de Alemania y de Gran Bretaña anuncian réplicas.

En esta aceleración de los acontecimientos, esta vuelve a ser una semana clave. Lo es por la evaluación de los ministros europeos de economía a las medidas españolas. También por la convocatoria, hoy, de una huelga en el sector público. Vivimos un tiempo de tanteo. Todo el mundo está intentando situarse en el nuevo escenario, que además cambia.Zapaterofundamentaba su estrategia hasta hace un mes en la pacificación del cabreo del electorado de izquierdas, la buena relación con los sindicatos y la confrontación ideológica con la derecha.

El tijeretazo rompen este esquema. Hoy los sindicatos hacen un ensayo general (en el sector público, donde son más fuertes) de cuál debe ser su nueva forma de relación con el Gobierno. No pueden mantener la alianza estratégica implícita que había hasta hace un mes. Pero tampoco les interesa un choque frontal, en beneficio del PP. ¿En qué punto tiene que quedar esta relación, que no puede ser de plena sintonía ni de guerra abierta? Pues hoy se tantea, en muchos sentidos. Los sindicatos tantean el malestar de sus bases, pero también su fuerza. El Gobierno, su capacidad de resistencia.

Tiempo de tanteo también en la política catalana.Zapateropuede intentar sobrevivir sin alianzas a su izquierda. Pero el Gobierno catalán necesita de la alianza de los socialistas con partidos de izquierda. Metabolizar políticamente el recorte del déficit es más complicado en Catalunya. Hay elecciones en otoño. Y las relaciones políticas catalanas atraviesan un periodo agrio y convulso.

Hoy, huelga en la función pública. Mañana, reunión del Tribunal Constitucional. Pronto, reforma laboral. Y en Europa, reunidos hablando de las medidas españolas. En un escenario en perpetuo movimiento, todos los actores tantean dónde están sus límites y su papel. Algunos, porque ven oportunidades. Otros, simplemente, por no hacerse daño.