justicia universal

La Audiencia Nacional ordena detener a tres carceleros nazis

MARGARITA BATALLAS
MADRID

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El juez Ismael Moreno ordenó ayer la detención de tres nazis que fueron guardianes en tres campos de exterminio en los que estuvieron internados 7.000 españoles, de los que 4.300 murieron. El magistrado les imputa un delito de genocidio. Dos de los carceleros están escondidos en Estados Unidos y el tercero en Austria.

El proceso se inició en la Audiencia Nacional tras la denuncia de dos supervivientes de estos campos, los españoles Jesús Tello, de 85 años, y Ramiro Santisteban, de 87 años. Su abogado, Javier García, calificó la decisión del juez como «una magnífica noticia».

LAS ACUSACIONES/ Los criminales nazis obtuvieron la nacionalidad norteamericana, pero este país se la retiró tras descubrir su pasado criminal. El juez explica que Johann Leprich, Anton Tittjung, Josias Kumpf y John Demjanjuk, entregado a Alemania para que sea juzgado en este país, «prestaron servicio como guardias armados en lugares destinados a la persecución de personas por motivos políticos, étnicos y raciales». Leprich y Tittjung trabajaron en Mauthausen, Kumpf en Sachsenhausen y Demjanjuk en Flossenbürg.

El juez aclara que actúa contra los carceleros nazis porque no han sido perseguidos en ningún país. En su escrito, el magistrado relata que Leprich, nacido en Rumanía en 1925, pasó en 1943 a ser miembro de las Waffen SS y que trabajó como guardia en el campo de concentración de Mauthausen hasta abril o mayo de 1944. En este campo los prisioneros eran sometidos a «inanición, palizas, torturas y asesinatos mediante una diversidad de métodos como gaseamiento, ahorcamiento, estrangulación, administración de inyecciones en el corazón, electrocución y ejecuciones».

Por su parte, Tittjung, nacido en Croacia en 1924, participó en las tareas rutinarias de los guardias de las SS como vigilar el perímetro del campo, escoltar a los prisioneros en su trayecto hacia o desde los lugares de trabajo y «vigilarles mientras realizaban un trabajo esclavo». Este criminal llevaba una calavera y unas tibias en el cuello de su uniforme y «tenía orden de disparar a cualquier prisionero que intentase huir». Durante el tiempo que estuvo en Mauthausen murieron cada día entre 200 y 300 internos en 1943 y 350 y 400 en 1944.

Kumpf, nacido en Yugoslavia en 1925, prestó servicio en Sachsenhausen durante más de un año. Su misión consistió en impedir que los prisioneros pudiesen escapar «de las terribles condiciones del campo y añade que les disparaban «por diversión». Los guardias les quitaban las gorras y las lanzaban más allá de una determinada línea. «Cuando el prisionero empezaba a caminar, les disparaban e informaban de que se había tratado de un intento de fuga». Los guardias también castigaban a los internos con perros y les golpeaban en las nalgas desnudas.

CÁMARAS DE GAS / Casi un centenar de españoles estuvieron en este campo de exterminio. Este criminal reconoció, en el proceso en el que perdió la nacionalidad norteamericana, que era miembro del Batallón de la Calavera y confirmó la existencia de cámaras de gas. «Me contaron que metían a la gente dentro y que ahí terminaba todo. No salían de ahí, eso es lo que contaron», dijo entonces.

Los españoles, según el relato del juez, llegaron a este campo de concentración en convoyes de deportados procedentes de la ciudad francesa de Compiègne. Los supervivientes Tello y Santisteban contaron al juez, el pasado mes de marzo, que a los guardias que mataban a prisioneros se les recompensaba con un día de permiso. Ahora, los criminales están en busca y captura para ingresar en prisión antes de ser trasladados a España para ser juzgados. H