Jornada laboral
Olga Ruiz

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Periodista

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Mi tiempo, tu empresa

El tiempo es nuestro bien más preciado. Pensemos bien a quién queremos regalárselo cada día

Yolanda Díaz insta a la patronal a pactar la reducción de la jornada "antes de verano" o legislará sin ella

La reducción de la jornada laboral a 37,5 horas afectará a 8 millones de asalariados en España

Trabajadores en oficinas.

Trabajadores en oficinas.

El factor emocional ha sido un lastre histórico para los y las trabajadoras de este país. Cuando la empatía no es bidireccional acaba convirtiéndose en un abuso. Es la letra pequeña de cualquier contratación laboral en España. No se lee, pero se da por aceptada: a largo de nuestra vida vamos a regalar incontables horas a nuestra empresa. Primer error: no es nuestra. La perversión del lenguaje ha fabricado un sentimiento de pertenencia ilusorio que contribuye a una entrega, dedicación y esfuerzo extracontractual porque “nuestra” empresa lo necesita. Es una práctica tan cronificada en nuestro país que hemos interiorizado que el raro, el egoísta, es el colega que se rebela contra ella en lugar de cuestionar a aquellos que la secundan. Decidir no regalar tiempo a la empresa para la que trabajamos no solo es respetable sino aconsejable y en frío, una filosofía compartida por el común de los trabajadores, aunque acabemos haciendo lo contrario. Disfrazamos de responsabilidad y empatía una realidad mucho más asfixiante: el miedo a perder el trabajo es la razón de nuestra entrega desmesurada.

Me imagino ante una máquina de refrescos, pago uno y la máquina me dispensa la bebida que he seleccionado previo pago del precio fijado. Es fácil, no hay sorpresas. Es una máquina y no le puedo exigir que tenga en cuenta mis necesidades glucémicas o mi sed extra y me dispense dos bebidas por el precio de una. Si quiero dos, debo pagar dos. Si pago una, obtendré una. En el mundo laboral, sin embargo, acordamos una contraprestación económica por un trabajo determinado y una jornada concreta, pero acabamos ofreciendo barra libre de refrescos a nuestro empleador sintiéndonos los responsables únicos de calmar su sed.

La reducción de la jornada laboral es una de las grandes reivindicaciones sindicales en esta jornada. El Gobierno de coalición parece decidido a alcanzar como máximo legal las 37,5 horas semanales. Estamos, sin duda, ante un cambio de paradigma laboral de gran calado social. Una reducción que conlleva un cambio de modelo productivo hacia uno más eficaz y justo y que además, pretende regular lo que ya sabemos: necesitamos más tiempo para vivir.

La letra pequeña no escrita no tiene intención alguna de desaparecer, aunque se alcance un acuerdo histórico para la reducción de la jornada laboral. Quizá ha llegado el momento de pensar en la máquina de refrescos y actuar en consecuencia. Ni egoístas ni irresponsables, ni malos trabajadores ni poco involucrados en el proyecto. Ofrecemos el producto que nuestra empresa ha pagado, eso es todo. Lo hacemos con nuestra mejor disposición y profesionalidad. Creemos y queremos que la empresa para la que trabajamos sea próspera, porque de sus buenos resultados depende nuestra estabilidad económica y, en consecuencia, parte de nuestra felicidad.

Nuestra vida está hecha de tiempo, el que tenemos y el que compartimos. Nuestro bien más preciado. Pensemos bien a quién queremos regalárselo cada día.

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