Feminismo
Ana Bernal-Triviño

Ana Bernal-Triviño

Profesora de la UOC y periodista.

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¿Cuándo la violencia de género será terrorismo machista?

Cuando un hombre amenaza a diario a su mujer, hijos e hijas constituye una amenaza para toda la sociedad democrática, porque vulnera de forma directa sus derechos y compromisos

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violencia machista

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Fuera de nuestras fronteras, el comisario jefe de la Policía Metropolitana de Londres, Mark Rowley, manifestó hace unas semanas que la violencia ejercida contra mujeres y sus hijas e hijos debería ser tratada en el Reino Unido igual que el terrorismo. Es decir, mismos medios, compromiso, financiación e igual empeño que se destina al terrorismo o crimen organizado, porque supone "una amenaza contra la seguridad nacional". ¿Para cuándo será la violencia machista una forma de terrorismo? 

Habrá quien vea exagerada estas palabras, pero si una parte de los hombres siguen siendo educados en un machismo que deshumaniza, cosifica y hace un patrimonio y posesión de las mujeres, esos hombres amenazan el desarrollo de la libertad y de los derechos de esas mujeres y de esa infancia. Para resumir, por si alguien no lo entiende. Cuando un hombre amenaza a diario a su mujer, hijos e hijas constituye una amenaza para toda la sociedad democrática, porque vulnera de forma directa sus derechos y compromisos. 

Dicho esto, y trasladando el tema a nuestras fronteras, habrá quien sostenga que en Reino Unido no tienen ni idea. Justo en el tema del terrorismo pueden hablar con bastante seguridad. Si en España hemos padecido a ETA, las consecuencias del IRA también las vivió toda la sociedad británica, no solo la irlandesa. En los dos casos, los esfuerzos institucionales acabaron con ellas.

En España, en 2023, Igualdad pidió que las víctimas de violencia machista se equiparasen a las del terrorismo como una "política de reparación por parte del Estado". Los familiares de las víctimas de violencias de género perciben unos 90.000 euros de indemnización dependiendo del caso. Una cifra mucho menor que la de las víctimas del terrorismo, cuya cuantía es de 250.000. Pero hay que ir más allá, porque si bien es objetiva la menor indemnización, también hay una evidente desigualdad de preocupación sobre ello. 

Frente al horror del terrorismo, como era normal, los políticos salían todos a una en su condena, los medios titulaban a cinco columnas o abrían informativos con espacios dedicados en profundidad. No ocurre eso con las víctimas de violencia de género. Sus agresores deben matarlas o bien en pocos días seguidos, o bien varias en un día, para que salte la alarma. Y aun así, ni todos los políticos se pronuncian con contundencia ni todos los medios dan una importancia política a estos asesinatos. Una buena mayoría de veces acaba en mesas de sucesos, crimen y poco más. Tampoco se sabe apenas de la vida de las huérfanas o huérfanos.

Esto no es enfrentar a las víctimas. Es solo asumir que la normalización de la violencia machista ha llevado a que estas sean consideradas de segunda, a relativizar que sea una cuestión política, a dejar que el negacionismo avance y a que muchas personas hayan considerado que es un tema privado de pareja y no un asunto social. 

Hay especialistas que sostienen que no pueden equipararse por las diferencias que representa. Es obvio. Es aún más complicado. No hay una estructura localizable y puntual, porque puede estar en cada casa. No hay un arsenal común, porque pistolas, cuchillos y palabras que matan por dentro son suficientes. No hay zulos, porque son los cuartos de matrimonio, las casas y el aislamiento familiar donde ellas y los hijos e hijas pasan a ser rehenes. Por eso hacen falta más esfuerzos y saber de qué va todo esto.

Habrá quien siga diciendo que es ir demasiado lejos. Quizás con este tema, en las altas esferas, deberían de tener cuidado con las definiciones que dan de terrorismo. Por ejemplo, con el asunto Puigdemont, el Supremo consideraba terrorismo callejero “subvertir el orden constitucional, alterar gravemente la paz pública, desestabilizar gravemente el funcionamiento de una organización internacional o provocar un estado de terror en la población o en una parte de ella”. Y bueno… El machismo desestabiliza la paz pública, el sistema democrático y somete a una parte de las mujeres a un estado de terror continuo, con nefastas consecuencias en ellas y la sociedad. Si nos ceñimos al texto, podría considerarse terrorismo al machismo. ¿O si el asunto va de mujeres, no se aplica? Quizás sería la única forma de demostrar que nos toman en serio. 

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