Opinión | Apunte

Rosa María Sánchez

Rosa María Sánchez

Redactora jefe

Avales perversos

Los avales autonómicos y del ICO para ayudar a los jóvenes a comprar una vivienda se traducen en hipotecas más caras

Isabel Rodríguez, ministra de Vivienda y Agenda Urbana

Isabel Rodríguez, ministra de Vivienda y Agenda Urbana / DAVID CASTRO

La decisión de algunas comunidades autónomas, primero, y del Gobierno central, después, de apoyar a los jóvenes que se quieren comprar una vivienda mediante avales públicos que cubran la cuantía de la entrada (el 20% del valor de la operación) busca romper algunas de las barreras que dificultan el acceso a un hogar. El objetivo es perfecto, pero la medida está preñada de un efecto perverso, indeseado, y es que las entidades financieras acaban exigiendo un tipo de interés hasta dos puntos más alto en las hipotecas acogidas al aval público.

Desde un punto de vista financiero, existe una lógica aplastante: si la hipoteca se concede por el 100% del valor, en lugar de por el 80%, la cuantía de la cuota mensual es mayor y eso aumenta el riesgo de impago, por más que una parte de ese crédito cuente con aval público. Así se justifica aplicar un tipo de interés mayor.

Desde un punto de vista de eficacia de la medida de política de vivienda, la lógica deja de ser aplastante. Si prestar un aval público se traduce en un crédito más caro, en una mayor estrechez financiera de la familia, o en tener que decidir comprar una casa más barata, cabe cuestionarse la eficacia de esa medida de política de vivienda.

Para el Banco de España está claro: los avales públicos "suelen generar un aumento de los precios de compraventa" y, además, el alcance y recorrido de una medida de este tipo es "modesto" en las grandes ciudades, lugares donde se concentran los mayores problemas de accesibilidad a una vivienda. El organismo sostiene que cualquier política de demanda, de ayuda al comprador, se acaba volviendo en su contra, en forma de precio más caro (es la razón por la que se puso fin a la deducción por compra de vivienda). Sin embargo, cabe preguntarse si, en ausencia de ese aval, determinados jóvenes que sí pueden pagar una hipoteca, pero no cuentan con ahorro suficiente para pagar la entrada, podrían tener acceso a una vivienda que con esta ayuda sí pueden comprar. Ese el dilema.