NEWSLETTER
Albert Sáez

Albert Sáez

Director de EL PERIÓDICO

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La irresponsabilidad de muchos irresponsables

Pedro Sánchez   durante la sesión de control al Gobierno celebrada esta mañana.

Pedro Sánchez durante la sesión de control al Gobierno celebrada esta mañana. / David Castro

Los políticos, incluso los que podamos considerar más cínicos y amorales, son también personas. Y como tales pueden quedar desbordados en lo personal cuando sufren ataques que no solo les cuestionan a ellos y a sus políticas sino también a su entorno personal más íntimo. Pedro Sánchez, funambulista de la política muy dado a las sobreactuaciones, se ha tomado un periodo de 5 días de reflexión tras conocerse que un juzgado de Madrid investiga a su esposa, Begoña Gómez, por una denuncia del sindicato Manos Limpias. Estamos ante una cadena de irresponsabilidades. De cierta prensa que alimenta la información con meros bulos, de cierta oposición que lo aprovecha todo, de ciertos sindicatos que no lo son y de ciertos jueces que se apuntan a un bombardeo. Es humano que Sánchez piense en tirar la toalla ante tanta irresponsabilidad. Pero en lugar de combatirla, su manera de reaccionar no hace otra cosa que reproducirla. Si necesita 5 días para reflexionar, ¿por qué lo tiene que hacer público y no lo hace en privado reduciendo discretamente su actividad en este período? ¿sobre qué reflexiona exactamente: se marcha, se presenta a una moción de confianza, convoca elecciones cuando pueda? 

Sánchez, como persona, tiene todo el derecho del mundo a levantar la mano y pedir que cese este tipo de hostigamientos. Lo más eficaz sería dar explicaciones detalladas de los hechos que alimentan los bulos. También tiene derecho a tirar la toalla. Pero lo que es más discutible es que tenga derecho a, una vez más, tratar de secuestrar emocionalmente a su partido, a sus socios y a sus votantes con un malabarismo que le permita seguir en el poder sin dar explicaciones ni rendir cuentas. Eso, por mucha empatía que sintamos hacia su situación personal, es políticamente una irresponsabilidad. Y hay que decirlo.

Suscríbete para seguir leyendo