Limón & vinagre
Emma Riverola

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Escritora

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Ruth Patir: callar para gritar más alto

Acababan de comunicarle que su obra había sido elegida para representar Israel. “Deséenme suerte”, rogaba. No la ha tenido.

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La guerra en Gaza se ha poblado de representaciones dolientes de la Pietà, mujeres sosteniendo el cuerpo inerte de sus hijos. Pero también de hijos llorando a sus madres ausentes. La ONU Mujeres ha contabilizado el asesinato de 10.000 mujeres en Gaza. Entre ellas, 6.000 madres que dejan unos 19.000 niños y niñas huérfanos. Las supervivientes tratan de mantener con vida a sus hijos sin apenas alimentos ni agua potable, en una condiciones absolutamente inhumanas, caldo de cultivo de enfermedades. Madres que mueren y lloran. También en Israel, madres e hijos que murieron en el ataque de Hamás, madres e hijos que esperan a sus cautivos. No hay proporción numérica entre las cifras de víctimas en uno y otro ataque, pero el dolor de la pérdida no sabe de estadísticas. 

Durante meses, la presencia de Israel en la Bienal de Venecia fue discutida. Miles de artistas firmaron una carta abierta para que se prohibiera su presencia en el evento más importante del mundo del arte. El asunto se zanjó por parte de la Bienal y del gobierno de Italia: el Estado hebreo participaría. Circulen señores y señoras, aquí no hay nada que discutir. ¿Seguro? El pasado sábado, la Bienal abrió sus puertas al público, pero el pabellón permaneció cerrado. Pegado con cinta adhesiva en su puerta: “La artista y los curadores del pabellón israelí abrirán la exposición cuando se alcance un acuerdo de alto el fuego y la liberación de rehenes”. 

Ruth Patir (1984, Nueva York, EEUU) es la artista israelí que ha tomado la decisión. La misma que hace siete meses comunicaba en sus redes sociales: “Estoy emocionada, estresada y agradecida”. Acababan de comunicarle que su obra había sido elegida para representar Israel. “Deséenme suerte”, rogaba. No la ha tenido. Menos suerte han corrido las miles de víctimas. 

Hace cuatro años, a Patir le diagnosticaron una mutación genética que aumentaba el riesgo de sufrir cáncer de mama y de ovarios. Los médicos le recomendaron congelar óvulos para no perder la posibilidad de ser madre en un futuro. La fecundación y la maternidad pasaron a formar parte de su reflexión artística. Un proceso creativo que la condujo hasta las ‘figuras de Judea’, unas estatuillas de terracota que se han encontrado a miles en las excavaciones arqueológicas ubicadas en el reino bíblico de Judea. Pequeñas figuras de unos 15 cm. de alto y que, en su mayoría, representan a mujeres. Durante décadas, los estudiosos las identificaron con Astarte, la diosa de la fertilidad, la sexualidad y la guerra. Recientemente, se cree que eran representaciones de mujeres mortales para el culto familiar. Figurillas para rogar por un buen parto o por una exitosa lactancia. 

En los últimos trabajos de Patir, las antiguas figuras de la fertilidad cobran vida a través de la animación en 3D. Las sitúa en la actualidad, se mueven, bailan y, por encima de todo, viven o sufren la odisea de la maternidad. La videoartista recurre a menudo al humor y la provocación para abordar narrativas feministas. El proyecto que estaba trabajando para la Bienal se hallaba en este marco, hasta que estalló el conflicto. Y, con él, la legión de madres dolientes. 

En una visita de la videoartista a los almacenes de la Autoridad de Antigüedades de Israel, una institución oficial que investiga y controla la excavación y conservación de antigüedades, le permitieron manipular un conjunto de estatuillas rotas. La visión de aquellos fragmentos se solapó con la visión de las víctimas y pasaron a formar parte de su obra. En la película que elaboró para la Bienal muchas de las figuras mostraban sus extremidades rotas o eran simples fragmentos sin ensamblaje. Se movían y gemían de dolor e ira. Y Patir volcaba en ellas su tristeza y frustración. 

La artista estaba convencida de que el conflicto habría acabado cuando la Bienal abriera sus puertas. En ningún momento imaginó una guerra que ya suma seis meses. A medida que la cita se iba aproximando, no dejaba de preguntarse qué hacer. "Soy artista y educadora, me opongo firmemente al boicot cultural", ha afirmado Patir. Pero, en este momento, siente que solo puede alzar la voz y sumarse al grito de tantos: “Alto el fuego ahora. Traer de vuelta a la gente del cautiverio. No podemos soportarlo más”, este ha sido su mensaje. Y las antiguas figuras de Judea, esas que tantas oraciones recibieron, se unen al clamor: que los vientres puedan parir en paz y los pechos se colmen de leche.