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Albert Sáez

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Director de EL PERIÓDICO

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Rushdie y la libertad de expresión

El escritor Salman Rushdie, en una imagen tomada por su esposa, Rachel Eliza Griffths.

El escritor Salman Rushdie, en una imagen tomada por su esposa, Rachel Eliza Griffths. / Rachel Eliza Griffths

Vamos a explicar la celebración del Día del Libro, Sant Jordi, por todo lo alto. Y no había mejor manera para abrir esta semana en la que los libros serán protagonistas del diario que con la magnífica entrevista que le ha hecho Inés Martín Rodrigo, uno de los puntales del suplemento ABRIL, a Salman Rushdie, el escritor que quizás mejor encarna en la actualidad la lucha por la libertad de expresión que está en la base de este Día del Libro. Esa lucha nunca ha sido fácil, pero el libro fue decisivo en la derrota de lo que Paolo Flores d'Arcais llamó el oscurantismo y no fue más que una victoria de la razón. El siglo XX nos enseñó que la racionalidad llevada hasta las últimas consecuencias podía ser otra forma de irracionalidad. Y aquí estamos, librando ahora nuevas batallas a favor de la libertad de expresión en las que la censura corre a cargo de los de siempre, pero también de los algoritmos que tienen una vertiente emancipadora y otra esclavizante. Todo nos lleva a noticias como esta que ha explicado nuestra dinámica sección de Cultura: Amazon limita a tres libros diarios los que puede comercializar un mismo autor que, lógicamente, se nutre de la llamada Inteligencia Artificial. Los tiempos cambian, pero las luchas permanecen. 

Poco antes de Sant Jordi se han cumplido dos años de la puesta en marcha del suplemento literario ABRIL que dirige en Prensa Ibérica Álex Sàlmon para todos los diarios del grupo al que pertenece EL PERIÓDICO. ABRIL expresa a la perfección de qué lado estamos en esta lucha, del lado de la libertad y del lado de la responsabilidad editorial. No es fácil transitar en este camino cuando las amenazas a la libertad de expresión se multiplican empezando por la desinformación, que lo ha sido toda la vida, pero que ahora ha bajado los costes, siguiendo por el fanatismo, también un clásico desde las fatuas hasta la Inquisición, y pasando por el populismo, el pensamiento único y la llamada guerra cultural que no es más que una guerra por el poder. Y todo, nuevamente, envuelto en una supuesta batalla por la tecnología, antes por la imprenta y ahora por los algoritmos. No le demos más vueltas, el asunto es la condición humana que se resume de manera insuperable en la entrevista a Rushdie: su fuerza creadora, el enojo de los poderosos presuntamente oprimidos y su generosidad en descartar la respuesta del odio, algo que nunca aprenderá una máquina. 

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