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Joan Tapia

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Presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO.

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Amarga cuesta de abril

El independentismo afronta sus elecciones más difíciles porque muchas encuestas indican que su suma podría no llegar, por primera vez, a los 68 escaños de la mayoría absoluta

Aragonès augura que el referéndum dejará de ser "imposible", como la amnistía

Puigdemont volverá para la investidura aun sin ser candidato y si no gana dejará la política

Carles Puigdemont

Carles Puigdemont / CAPTURA VÍDEO EFE

Falta un mes para el 12 de mayo y ya estamos en plena campaña. El lunes, el president Aragonès fue al Senado a defender la amnistía. En realidad, a hacer un estudiado pregón electoral. El martes, Carles Puigdemont se sometió a una larga entrevista con Jordi Basté y dio bastantes pistas sobre sus intenciones. Hoy Salvador Illa hablará en el Museu Marítim. 

ERC y Junts afrontan una cuesta arriba complicada. Ya han pasado siete años de la famosa declaración unilateral de independencia (DUI). Ahora lograrán una amnistía, que no es una victoria sino la aceptación de un marco muy distinto al soñado en 2017. Además, en las encuestas el PSC, que ya ganó por poco en 2021, aparece en primera posición. Y, más relevante, en bastantes sondeos (no en todos) por primera vez la suma de todo el independentismo no llega a la mayoría absoluta de 68 escaños.

Pero quizás más trascendente es que el Govern de ERC y Junts posterior a las elecciones de 2021 se rompió en octubre de 2022 por falta total de sintonía. Y, hace poco, el president Aragonès tuvo que anticipar las elecciones al no lograr los apoyos suficientes a los presupuestos de 2024. Así, ERC y Junts van al 12M con un mal balance. Si no han sabido ni gestionar juntos una autonomía, ¿cómo lograrían una independencia negociada y gobernarían luego un Estado propio?

Pero ERC y Junts quieren ganar. O poder acceder a la presidencia, sin ser los más votados, si el independentismo tiene la mayoría absoluta, como en 2017 y 2021, pueden. Ambos partidos conservan muchos votos –en las encuestas se alternan en segundo y tercer lugar– y hay un 42% de electores (bastante estable) que aspira a la independencia. Pero están asumiendo solo parte de la nueva realidad. De ese 42%, solo un 9% cree en la unilateralidad (el 12% de los de ERC y el 28% de los de Junts). 

ERC ya abrió en 2021 la estrategia de la negociación-presión y ahora Aragonès reafirma la apuesta. La negociación ya ha tenido éxitos como los indultos, ahora se conseguirá la amnistía y luego –por la fuerza parlamentaria en Madrid– el pacto fiscal y el referéndum. Hace seis meses la amnistía era imposible y ahora es una realidad. Dentro de poco el referéndum será no solo posible sino inevitable. Pero ERC es miope. La amnistía ya tiene en contra a la mayoría de la opinión en España (no en Catalunya) y la prueba es que la intención de voto del PSOE ha bajado y la del PP ha subido desde las elecciones de julio. Y no es solo que Sánchez no podría aceptar el referéndum sin perder las elecciones, sino que el conjunto de las instituciones del Estado (que pesan mucho) no lo admitirían, porque un referéndum de autodeterminación difícilmente podría ser constitucional. Y el pacto fiscal exige una negociación muy espinosa no solo con el Estado sino con el resto de las comunidades. Se necesitaría, pues, también un cambio de criterio del PP.

Y Puigdemont –con sus siete decisivos escaños en Madrid– ha empezado a practicar también la vía de la negociación, pero haciendo «tragar» al PSOE píldoras más amargas (como el primer rechazo a la ley de amnistía). Puigdemont cree que el PSOE tendrá que tragar para no quedar en minoría y perder el poder. Es el mismo error que Aragonès, porque ni Sánchez ni el PSOE son el Estado.

Y Puigdemont desearía borrar del mapa al PSC. Dice que quiere debatir y negociar con Sánchez, e incluso con Feijóo, pero no con Salvador Illa. Claro, si Illa es el más votado, ¿quién estaría legitimado para decir que habla en nombre de Catalunya?

Pero ni ERC ni Junts –lógico– rectificarán más, antes de que se cuenten los votos. Y si de las urnas no sale una mayoría clara pueden preferir la repetición electoral. Pero un Gobierno transversal es ya una larga realidad en Euskadi. Y no ha funcionado mal. Además, Puigdemont quiere volver a Catalunya. A Basté le dijo que regresaría para el debate de investidura. Si era investido sería «la restitución», su gran sueño. Caso contrario, no haría de líder de la oposición y renunciaría a la política en primer plano. ¿Como Artur Mas o José Montilla? Algo así entendí. Puigdemont quiere volver con la amnistía. Si es ganando e intentando exprimir a Sánchez, tanto mejor. Como cabeza del segundo o tercer partido, peor. Pero sin abdicar de su pasado.

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