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El volátil mercado eléctrico

El mercado eléctrico español es irregular, y la factura no refleja ni los picos ni los valles, sino el conjunto de costes

El precio de la luz registrará este lunes precio negativo por primera vez en la historia

Los impuestos del recibo de la luz suben en pleno desplome de precios de la electricidad

Una factura de electricidad.

Una factura de electricidad.

Las sucesivas reformas y clarificaciones sobre el recibo de la luz que se han efectuado en los últimos tres años han aportado al consumidor información adicional sobre su composición: las distintas tarifas, los impuestos, peajes y cargos, el tipo de contrato... Aun así, su complejidad ha llevado incluso a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia a crear una herramienta, Entiende tu factura, para poner al alcance del consumidor conceptos básicos que aún se le escapan. Pero la rápida transformación del sistema energético español añade nuevos factores de complejidad que requieren de más y más esfuerzos de transparencia desde las compañías comercializadoras, la Administración y los propios medios de comunicación.

Que haya momentos en que el precio de la energía renovable sea de cero en la contabilidad interna del sistema eléctrico es compatible con que ese no sea el precio real del servicio: el mix energético solar, eólico, hidráulico, nuclear y térmico se caracteriza por una extrema volatilidad, con momentos de demanda baja que puede ser cubierta por formas de generación casi sin coste operativo, y picos de demanda en que estas no están disponibles, o son insuficientes. Los costes de hacer llegar la energía a hogares y empresas son diversos. Y también las inversiones necesarias para impulsar la energía eólica, la solar y pronto el hidrógeno, cuyo desarrollo acelerado en España está permitiendo que la presión real de la factura energética para el consumidor final esté siendo más llevadera que en otros muchos países europeos aún más dependientes del gas o el carbón.  

En el contraste entre los titulares sobre esas horas de coste cero y la realidad de la factura también contribuye el efecto del aumento de los impuestos paralelo al descenso del precio del estricto consumo eléctrico. Pero las rebajas impositivas tuvieron sentido como medida de emergencia en un contexto de un mercado desbocado y tensiones inflacionistas inquietantes: la progresiva normalización incluye también que la recaudación fiscal se mantenga, y no caiga al ritmo de los precios, y que las rebajas pasen de genéricas a orientadas a los colectivos más vulnerables.

En este mercado en evolución acelerada, con la prevista multiplicación en España de la generación de electricidad con energías renovables, serán necesarias otras muchas transformaciones para que el consumo energético pueda estar basado cada vez más en ellas, para que estas inversiones sean rentables y para que esta apuesta que puede situar a España en un lugar destacado en cuanto a soberanía energética, innovación y aportación a la lucha contra el cambio climático no acabe frenada. Para empezar, es necesario el impulso (desde las políticas públicas a las decisiones de consumo personales) a la electrificación de vehículos, hogares y empresas, que hasta ahora está avanzando a un ritmo más lento en el consumo que en la generación. Y también seguirán siendo imprescindibles inversiones en incremento de capacidad de las redes eléctricas o desarrollo de tecnologías de acumulación (centrales de bombeo, baterías) que limiten la necesidad de desaprovechar capacidad de generación de fuentes como la eólica. Un esfuerzo que formará parte de esos costes presentes en la factura del consumidor que parecen intangibles, pero no lo son en absoluto. Y que deberán seguir siendo objeto medidas de divulgación y transparencia.