Opinión | Burocracia

Marta Rosique

Marta Rosique

Periodista y politóloga

El rol de la administración en la insatisfacción política

Decenas de agricultores se concentran con motivo del pleno monográfico sobre agricultura que debate el Parlament.

Decenas de agricultores se concentran con motivo del pleno monográfico sobre agricultura que debate el Parlament. / FERRAN NADEU

Con la nueva encuesta del CEO, se ha vuelto a evidenciar la distancia que existe entre la ciudadanía y la política institucional. Un 83% de los ciudadanos y ciudadanas de Catalunya cree que la corrupción está bastante o muy extendida entre la clase política, por lo que podríamos afirmar que hay casi consenso en la sociedad catalana. Además, la insatisfacción con la política se considera el segundo problema más relevante de Cataluña, situándose por encima de las relaciones entre Cataluña y Estado Español. La relación entre uno y otro dato no es casual, y al mismo tiempo tampoco lo explica todo.

Ciertamente, casos como el de Koldo o el de la pareja de Ayuso refuerzan esa percepción. Ahora bien, afortunadamente también conocemos a muchos políticos y partidos políticos con las manos limpias. Sea como sea, lo que se hace evidente es que aquellos que han tenido tolerancia cero hacia la corrupción tampoco han logrado dar respuesta al problema de la insatisfacción política. La desafección está motivada por múltiples aspectos, que darían para varios artículos, pero hoy quiero situar uno que últimamente ha resonado con fuerza: la sensación generalizada de que la administración pública no resulta suficientemente útil y necesaria.

En las últimas semanas en la política catalana hemos vivido tan pocos consensos que incluso se han tenido que convocar unas elecciones. Sin embargo, ha habido uno que ha quedado casi invisibilizado, pero que busca responder al reto planteado. A raíz de las protestas de los agricultores, todos los grupos políticos del Parlament de Catalunya se han posicionado favorablemente sobre la reducción de la burocracia en el sector primario. Todos, por unanimidad, han concluido que si quieren acercar la Administración a la ciudadanía, deben simplificar los trámites administrativos.

Esta propuesta, que ahora han sabido liderar los agricultores, es con toda probabilidad una de las propuestas más comentadas en todos los sectores. La sensación de desconocimiento sobre dónde se depositan nuestros impuestos, de pérdida de tiempo a la hora de buscar ayudas o de papeleo innecesario es habitual en todas partes. Más allá del reto evidente de buscar un equilibrio entre la exigencia de una serie de criterios y de simplificar la carga burocrática (que no siempre resulta sencillo), lo que se hace cada vez más evidente es que se podría evitar mucho tiempo que dedicamos a requisitos de la administración.

Ayudas directas

Una de las mejores formas de reducir el tiempo dedicado a la administración y de percibir que nuestros recursos son bien utilizados es con las ayudas directas, incondicionales y universales. Dos ejemplos claros son el cheque escolar, que se ha dirigido a todas las familias con alumnos en Primaria y del que se ha beneficiado el 96%, y el Ingreso Mínimo Vital, que debe solicitarse, que está condicionado y que va dirigido a un segmento concreto de población y que sólo ha llegado al 44% de sus beneficiarios. Cuanto más directa y sencilla de recibir es, más útil resulta.

Ahora que estamos en contexto electoral, oiremos muchas propuestas, que quién sabe si algún día llegarán a implementarse. Lo que deben tener claro todos los partidos políticos es que si quieren ser percibidos como útiles será necesario que también hagan esfuerzos para acercar la Administración. Habrá que bajar al detalle esta propuesta que han votado en el Parlament y transversalizarla en todos los sectores. Lo necesitan para volver a legitimar la administración pública y para volver a legitimar la política institucional.

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