Europa en primera persona

Un destacado gestor público con experiencia en el mundo privado decía hace unos días: «Debemos dejar de pensar en la ayuda que nos puede dar Europa para aspirar a liderarla en aquello que podamos». Tiene razón. Empresas, investigadores, ciudades de nuestro país ocupan posiciones relevantes a nivel continental, liderando en algunos casos concretos o con capacidad de hacerlo en muchos más. Para lograrlo, necesitan que España lidere la UE en determinados ámbitos para impulsar políticas que sean favorables a sus capacidades buscando alianzas con otros estados europeos. Pero esto será muy difícil de conseguir si no cambiamos la agenda política interna. La dinámica auspiciada desde la política y la prensa de Madrid nos empuja a un estado permanente de crispación por temas muy alejados de este gran reto y de las preocupaciones diarias de los ciudadanos y de las empresas. Son asuntos graves, como la amnistía o la corrupción, pero sobre los que damos muchas vueltas sin ir a ninguna parte, o al mismo sitio que si no les hubiéramos dedicado tanta atención, porque ya se había dicho todo. 

Pedro Sánchez consiguió algo de esto cuando encabezó la creación de los fondos Next Generation. Se trata de acciones de este tipo. Ahora necesitaríamos también saber qué piensan Gobierno –y sus aliados– y oposición –y sus aliados– de temas clave como la autonomía estratégica europea o la nueva política de defensa y seguridad. En estos dos ámbitos están trabajando muchas empresas y centros de investigación que según el camino que tomen las políticas europeas podrían llegar a ser líderes en sus sectores. Las andanzas de Koldo son muy apasionantes y ver a Puigdemont deshojar la margarita de la legislatura hasta tiene un punto morboso, pero el futuro de nuestros hijos y de nuestros nietos depende menos de estas cosas que de la manera como se reindustrialice Europa en sectores como el digital o la defensa. Y de eso casi no hablamos

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