Limón & Vinagre
Josep Cuní

Josep Cuní

Periodista.

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

José María Aznar: ni arrepentimiento ni perdón

Aquellos días aciagos del 11M, marcados por la estupefacción, la reacción, el llanto y el silencio, fueron el centro de una voluntad de engaño oficial sin precedentes, a los que ya enmendó el juicio posterior 

Jesús Ceberio: "Aznar, a día de hoy, sigue manteniendo su enorme mentira sobre el 11-M"

Aznar arremete contra Sánchez ante Feijóo: "Es un peligro para la democracia constitucional"

El expresidente del Gobierno José María Aznar, inaugura la jornada 'La guerra de Ucrania y su relación con la crisis en Oriente Medio'

El expresidente del Gobierno José María Aznar, inaugura la jornada 'La guerra de Ucrania y su relación con la crisis en Oriente Medio' / Fernando Sánchez / Europa Press

El siglo XXI empezó cayendo. El ataque a las torres gemelas de Nueva York marcó el fin de una época de sosiego y esperanza para la paz, la democracia y el desarrollo mundiales. Era el reverso de un derrumbe anterior, el del muro de Berlín. Su demolición lo fue también de una era de riesgo y amenazas y comportó el adiós a la guerra fría cuyo temor al regreso, por cierto, insta hoy a un rearme sin precedentes y un recelo sin paliativos.

Aquel 11-S de 2001 del que todos archivamos imágenes tan espectaculares como dantescas fue asimismo el inicio de la etapa en la que la mentira oficial busca borrar la verdad. Las armas de destrucción masiva que siguen sin aparecer llevaron a la invasión de Irak. De aquella confrontación, la pujante desestabilización de una zona ya de por sí susceptible, como demuestra el sufrimiento actual. En el ínterin, la popular foto de las Azores nos presentaba a tres de los protagonistas políticos sonriendo como si lo que acababan de decidir unilateralmente no fuera a teñir el mapa de venganza, dolor, sangre y muerte.

La conmemoración de las efemérides permite la revisión detallada del pasado. Su actualización tumba mitos, aclara la historia y presenta hechos con un realismo descarnado. Y cada vez con más precisión, porque la cercanía en el tiempo y las facilidades a la información ofrecen un contraste de vivencias narradas en primera persona de las que, a falta del filtro de los historiadores, se desprenden primeras conclusiones. Algunas no por conocidas menos impactantes.

Esto es lo que está sucediendo estos días de evocación de los atentados de Atocha. Que el honroso e imprescindible recuerdo a las víctimas inocentes va acompañado de la rescritura de un relato que quiso imponer el interés a la verdad, la vanidad a la ética y el legado al futuro. Y todo esto centrado en la figura de quien acababa su mandato por voluntad propia, orgulloso de haber puesto a España en el mundo y que pasó a ser el primer presidente que no se presentaba a la reelección derrotado por las urnas. Así se inició un ciclo de oposición, hoy recuperado, que quiere hacer creer que el Gobierno está falto de legitimidad y sobrado de manipulación.

José María Aznar López (Madrid, 25 de febrero de 1953) no está viviendo sus mejores días. O, por lo menos, su imagen y la dimensión política que representó y de la que tan orgulloso se siente cuando sienta cátedra sobre el Estado de derecho, se lamenta por lo que debería suceder y no acontece e invita a que cada uno que pueda haga, para impedir medidas auspiciadas por sus rivales políticos a los que convierte en enemigos y castiga sin piedad.

Aquellos días aciagos, marcados por la estupefacción, la reacción, el llanto y el silencio, fueron el centro de una voluntad de engaño oficial sin precedentes, a los que ya enmendó el juicio posterior y que hoy recobran vigencia por la falta de una palabra, una sola, de arrepentimiento público o aceptación de error. Algo que sabemos que tampoco procedió, porque a las pocas horas de aquel jueves dramático los primeros indicios ya apuntaban a un atentado de raíz islamista ante el que ETA empezó a entender que su final estaba próximo.

Y así fue como el todopoderoso líder del PP y hoy referente totémico de la derecha consolidó su imagen adusta e imperturbable, que sostiene y no enmienda, porque un líder auténtico nunca se equivoca.

Suscríbete para seguir leyendo